viernes, 23 de septiembre de 2011

Pudor y asco hacia el dinero

La vergüenza para hablar de dinero es una especie de «pudor», en tanto significa «recato» y también en tanto significa «hedor».

En un artículo anterior (1) tendí un puente conceptual entre la acción de lavarse las manos como gesto asociado con la irresponsabilidad y la disminución del «Estado de responsabilidad» como documento que informa sobre el patrimonio del que dispone su titular.

Dicho de otro modo, lo que tenemos cada uno es aquello de lo que nos hacemos responsables, que cuidamos para que no lo roben, para que no se desvalorice por el paso del tiempo o la mala administración.

Me estoy refiriendo a bienes tales como inmuebles, vehículos, animales (semovientes), marcas de fábrica, derechos de autor.

Por lo tanto, tener bienes significa tener una responsabilidad proporcional al valor de esos bienes: si tenemos muchos bienes, tenemos mucha responsabilidad.

Entonces, quien tiene la obsesión de lavarse las manos cada cinco minutos, además de poseer un rasgo obsesivo muy molesto, podría estar denotando que no puede asumir responsabilidades.

Hace un tiempo usé una expresión que me pareció idónea. Dije que existe una especie de «pudor económico» cuando no podemos hablar libremente de dinero ni siquiera con personas de trato particularmente íntimo, confiado o profesional.

La palabra pudor tiene dos acepciones, una popular y otra muy poco usada pero que para este análisis sobre las causas de la pobreza patológica, puede aportarnos algo interesante.

Vulgarmente «pudor» equivale a «Honestidad, modestia, recato.» y en el significado menos usado equivale a «Mal olor, hedor».

En suma: combinando los datos que mencioné más arriba, podemos pensar que la vergüenza que sentimos para hablar de dinero es una especie de

— «pudor» (modestia o recato); y también es una especie de

— «asco», como el que sentimos por los malos olores humanos (excrementos, suciedad, sudoración, vómito, putrefacción).

Nota: La imagen pertenece a Gollum, personaje de El señor de los anillos, de aspecto desagradable, con personalidad bondadosa y maligna a la vez, como el dinero.

(1) Lavado de manos y pobreza

(2) Vergüenza de hablar de dinero

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9 comentarios:

Oliverio dijo...

Creo que tenemos mucho cuidado. Nos medimos muy bien cada vez que damos información sobre el dinero o los bienes que poseemos. El miedo está en que nos saquen, y por lo general, la sensación que tenemos es que siempre nos estuvieron sacando. Pueden sacarnos mucho más! Ese podría ser el temor.

Alba dijo...

Sí, me parece que la evitación a la hora de hablar de dinero viene por el lado que dice Oliverio. Además los malentendidos en temas de dinero pueden llevar a peleas y ofensas. Si alguien supone que yo tengo mucho menos de lo que en realidad tengo, y la persona que supone eso es alguien cercano, puede sentir que se la está traicionando, si luego descubre la realidad. Sentirá que se le está mintiendo en algo muy importante.

Fabiana dijo...

Somos muy sensibles a las diferencias que consideramos injustas. Hablar de dinero nos saca a relucir esas cuestiones. Probablemente nos retrotraiga a las primeras y más terribles injusticias; cosas del tipo 'papá sí duerme con mamá, a mi hermano le regalaron championes, abuela abraza más a mi hermana, etc'.

Sandra39 dijo...

El dinero que me genera asco y vergüenza no es el que gasto yo.

Luján dijo...

Me educaron para que sintiera vergüenza y asco por tener dinero y gastarlo para mi propio bienestar y placer. Fueron las monjas, pero vaya a saber si ellas tuvieron la culpa. Por algún motivo a mí me caló hondo lo que decían, pero a otras compañeras no, e incluso muchas interpretaron el mensaje educativo bien distinto a como lo interpreté yo.

Ernesto dijo...

Da asco que unos vivan en la opulencia y otros no tengan con qué vivir.
Debería generarnos vergüenza, o al menos recato, abandonar al semejante a su propia suerte.

Anónimo dijo...

Mi padre siempre nos ocultó a mi madre y a mí cuánto ganaba.

Maximiliano dijo...

Me parece que todo aquello que se vincula directa o indirectamente al deseo, nos pone en una actitud recatada. Es una forma de defendernos de posibles itrusiones cuando lo que está en juego (la satisfacción, el alivio, la alegría) nos importa mucho. Lo que el otro sepa podrá usarlo en nuestra contra; es así.

Javier dijo...

Estos sentimientos de pudor y de asco, aparecen cuando hablamos de nuestro dinero. No cuando hablamos del dinero en general o del dinero de otros.
Lo que buscamos es evitar que alguien cercano a nosotros descubra una situación, por así decir, injusta, y nos cobre con enemistad, bronca, o peor, que venga con pedidos o reclamos.