La pobreza es patológica cuando quien la exhibe no encuentra en ella una diversión.
Les he comentado anteriormente (1) sobre la diferencia entre la «realidad material» y la «realidad psíquica».
Estas dos ideas se parecen bastante a la diferencia que hay entre la temperatura ambiente que indica el termómetro y la «sensación térmica» que sentimos los humanos porque el viento y/o la humedad nos alteran ese registro mecánico que hace el medidor.
Cuando oímos opiniones sobre la situación general (del país, del mundo), solemos encontrar que algunos ven la vida color de rosa y que, ante los mismos datos, otros auguran un inminente apocalipsis.
También nos encontramos con personas que aman aquellos desafíos que ponen en juego su habilidad, ingenio, inteligencia para solucionar problemas con un mínimo de recursos.
Hace unas décadas atrás tuvo mucho éxito una serial televisiva titulada MacGyver (1985-1992) (2), cuyo personaje principal (Angus MacGyver) poseía esas características.
El personaje nunca utilizó armas de fuego pero combatía a «los malos» con gran eficacia. Sus herramientas eran un cortaplumas y pocas cosas más, todas igualmente precarias.
Siguen existiendo personas que viven con todo confort en ciudades sofisticadas, donde no falta ningún recurso, pero que eligen como forma de «descansar» alojarse en una carpa que instalan en algún lugar muy alejado de todas las comodidades.
Su placer reparador consiste en encontrar maneras de cocinar, higienizarse, entretenerse, con los escasos recursos que puedan encontrar en un bosque silvestre.
Estas variadas formas de reaccionar de nuestra psiquis nos permiten suponer que algunos humanos pasan bien en la abundancia pero también en la escasez.
Las personas que han podido sobreponerse a períodos de fuertes penurias (personales o colectivas) (3), conservan una cierta nostalgia de aquellas peripecias.
En suma: Sólo podemos hablar de pobreza patológica si confirmamos que esa situación no contiene rasgos divertidos.
(1) La apreciable realidad psíquica
(2) Artículo de Wikipedia acerca de la serie televisiva MacGyver
(3) Puede accederse a este interesante artículo sobre la Libreta de Racionamiento usada en Inglaterra durante la 2da. Guerra Mundial.
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10 comentarios:
La primer reacción ante la pobreza es la adaptación.
Cualquier situación que nos obligue a cierto trabajo, ya sea físico o psíquico, le da contenido a la vida. En el mundo que vivimos, algunos sectores tienen la posibilidad de subsistir con un mínimo esfuerzo, situación que puede llevar a un vacío existencial muy angustiante.
Las crisis pueden vivirse como si anunciaran la aniquilación del individuo. La situación real puede ser llevadera, pero la situación psíquica puede llevar a que sobredimensionemos las dificultades.
Dicho en otras palabras: ahogarse en un vaso de agua.
Si se pudo sobrevivir a períodos de penurias económicas, uno se vuelve más resistente a la pobreza patológica.
La pobreza patológica es más una sensación subjetiva que real. Implica siempre un malestar y un reiterado fracaso en los intentos por vencerla.
Cuando hemos podido salir airosos de una situación económica difícil, es porque contamos con una fortaleza interna, psicológica, que nos lo ha permitido. Por eso luego sentimos nostalgia, ya que fue un período de la vida en que tuvimos los recursos suficientes como para superar la adversidad. Seguramente esos recursos nos permitían además, ser felices.
Es divertido renunciar a las comodidades por unos días, mas que nada porque uno sabe que las recupera después.
Si una persona sufre por una situación de pobreza subjetiva, que no es real, pienso que no debe enfocarse en superar esa pobreza inexistente, sino en entender por qué se siente mal.
No creo que sea necesario sentirse mal para tener pobreza patológica. Uno puede sentirse bien pero desear acceder a bienes y servicios para los cuales necesita más dinero. En tanto no puede satisfacer esos deseos porque no logra mejorar sus ingresos, es pobre patológico.
Todos nos quejamos de la escasez, salvo cuando optamos voluntariamente por ella.
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