La salud física y mental depende de la coherencia entre lo que somos, pensamos y hacemos.
Fabrico un jabón para uso humano, especial para la ducha y las manos.
Me fue bien hasta que los competidores empezaron a «golpearme».
Mis ventas fueron muy gratificantes los dos primeros años de ventas en el mercado, pero los otros fabricantes quizá se sintieron perjudicados o desafiados y comenzaron a promocionar sus productos similares al mío con especial agresividad.
Agresividad que se expresaba en dos «frentes»: con mayor publicidad y con menor precio.
Tan fuertes fueron para mí sus «golpes» que me obligaron a pensar seriamente en la creación de otro producto de menor costo para competir con los colegas.
Finalmente opté por hacer una pequeña trampita: disminuí los costos directamente sobre el jabón que ya tenía cierta aprobación en el público. Lo hice de tal forma que nadie se diera cuenta: insumos más baratos, envoltorio más económico y una publicidad un poquito exagerada, para lograr una recuperación en las ventas que le trajera más tranquilidad a los números (gastos, rentabilidad, liquidez).
Cinco años después de haber hecho esta «trampita», estoy viendo que los resultados fueron buenos en los números pero algo fue cambiando en mi vida tan paulatinamente que cuando quise acordar me encontraba negociando con mi esposa cómo nos repartimos los bienes gananciales porque ella quería terminar con el vínculo lo antes posible.
¿Qué habrá ocurrido?, me pregunté con la angustia que todos se imaginan.
La culpa la tiene la, pocas veces reconocida, coherencia humana.
Hoy estoy convencido de que aquella «trampita» con el jabón tuvo que integrarse a mi vida y, sin darme cuenta también hice «trampitas» en otras actividades, inclusive la afectiva.
Nuestra sagrada salud física y mental depende de una coherencia entre lo que somos, pensamos y hacemos.
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8 comentarios:
El cura párroco del barrio siempre nos advertía de los peligros de las mentiras blancas.
Dios lo tenga en la Gloria!
Si es por eso... renuncio a mi salud mental!
Todo en el mundo compite! Hasta los vegetales compiten por la luz del sol. El día que los humanos podamos sustituir la competencia por la colaboración, tendremos derecho a sentirnos superiores, humanos distintos al resto de los animales... pero para cuando logremos eso, ya no nos importará ser superiores.
Sólo pensar en la coherencia ya me agota, me deprime, me deja fuera de juego.
Sabe la diferencia que hay entre mandar cadenas por e mail o pegar posters en facebook, con ser un luchador social, defender los derechos de la mujer, estar en contra de la violencia, cuidar de los leoncitos huérfanos, levantarse en contra del trabajo infantil, proteger la capa de ozono, impedir la explotación abusiva del coltan, concientizar acerca del cambio climático, defender los derechos del adulto mayor, amparar a los enfermos de SIDA, auxiliar a los que sienten hambre, dar de beber en el desierto, abrigar a los que sienten frío... ufff! me supera la angustia.
Obiamente que no todos podemos ser como la Madre Teresa, Majo!!! Pero qué hay de malo en que cada uno ponga su granito de arena?
De malo no hay nada, es muy positivo, siempre que no nos creamos que con eso somos los abanderados del cambio.
El sistema no nos permite ser coherentes. Predicamos una cosa y hacemos otra; lo que hay que hacer es cambiar el sistema.
Muchos afirman que se puede competir en el mercado en base a la calidad, sin trampas. Yo no sé, simplemente soy de los que compran.
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