La conflictiva edípica puede dejarnos la creencia en que tenemos prohibido aceptar oportunidades que no sean sacrificadas.
— «Lo que
vale cuesta»;
— «Todas
las cosas en la vida exigen una cuota de dolor»;
— «Todo
sacrificio tiene su recompensa».
En las
múltiples acepciones que muestra el Diccionario de la Real Academia Española de
la palabra «sacrificio» (1), encontramos las siguientes palabras claves:
Abnegación,
amor, expiación, guerra, homenaje, matanza, ofrenda, peligro, vehemencia.
En forma
más resumida, podemos decir que «sacrificio refiere a una entrega apasionada».
He estado
publicando algunos artículos (2) con diversas reflexiones referidas a la
prohibición del incesto y a los inconvenientes psicológicos que esta genera
(«conflictiva edípica»).
En resumen,
cuando somos niños nuestro vínculo materno nos activa las sensaciones
corporales asociándolas al placer (calmar el hambre, acompañarnos,
acariciarnos). Estos comienzos nos predisponen a que sea ella nuestro único
objeto sexual (tanto para varones como para niñas), pero más o menos a los
cinco años nos enteramos que ese gran amor es imposible.
La
«conflictiva edípica» es una forma de «sacrificio». A la tierna edad de cinco
años (aproximadamente) ingresamos al doloroso terreno de la frustración y
tenemos que «sacrificarnos renunciando» a nuestro único y gran amor.
Por lo
tanto aprendimos qué es el amor erótico con nuestra madre y aprendimos qué es
el sacrificio también con nuestra madre, pues es ella quien de alguna manera se
negó a tener hijos con nosotros (sus hijos o hijas).
Con estos
antecedentes ingresamos a la sociedad. Si respetamos la prohibición del
incesto, el colectivo (familia, amigos, compañeros de estudio), nos acepta.
Este terrible sacrificio es el peaje que la sociedad nos cobra para aceptarnos.
Sería muy
lógico que para muchas personas solo puedan existir beneficios padeciendo
enormes sacrificios (como rezan los refranes del principio).
En suma: perdemos muchas oportunidades porque no
son suficientemente sacrificadas.
(Este es el
Artículo Nº 1.555)
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8 comentarios:
En algún momento el amor nos exige sacrificios. El amor al dinero nos exige sacrificios; pero no siempre. Se puede ganar dinero disfrutando del método, por ej. trabajando en algo que nos gusta. Pero todo lo que nos gusta en algún momento requiere algún pequeño o gran sacrificio. El error está en pensar que SIEMPRE habremos de sacrificarnos para disfrutar.
El amor a nuestros semejantes exige sacrificio. El sacrificio de descentrarnos de nosotros mismos para considerar la necesidad del otro. Esos sacrificios nos brindan satisfacción y felicidad.
Que la palabra sacrificio aluda a palabras casi opuestas como amor y guerra, me asombra.
Puede ser Leticia, que el amor lleve a la guerra y que la guerra sea por amor. Si lo pensás hay infinidad de ejemplos.
La entrega apasionada me da miedo. ¿Qué pasa si me quedo sin el objeto de amor? Puedo dedicar la mayor parte de mi energía a hacer dinero y perderlo por una fatalidad de un día para el otro. Lo mismo me puede suceder si amo apasionadamente a una persona. ¿Cuánto dolor me generaría perderla? Mucho. Está claro que todos evitamos el dolor, pero quizás por evitarlo tanto, nos perdemos la posibilidad de ser profundamente felices.
Yo no puedo evitar la entrega apasionada. Ya sean grandes o pequeños proyectos, siempre pongo toda la carne en el azador.
En las relaciones sexuales a veces frunzo el entrecejo en el momento de buscar el orgasmo. Relacioné esto con su planteamiento. Parecería que inconscientemente entiendo la búsqueda del placer, como un camino lleno de esfuerzos.
De niña funcioné en base al sacrificio y al voluntarismo. No me fue del todo mal, pero me llevó a adoptar posturas muy racionales. Creo que atrofié un poco mi instinto natural y mi inteligencia emocional.
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