Algunos adultos creen que hacen falta un gran cuerpo y mucho
dinero porque conservan la comparación con sus padres que hacían en la
infancia.
En otro artículo (1) les comenté textualmente
que «Muchos de nuestros criterios
de valoración fueron desarrollados a edades muy tempranas y pueden permanecer
vigentes toda la vida».
Esos
criterios estuvieron determinados, no solamente por el discernimiento propio de
los 5 años sino también por las diferencias de estatura que teníamos con
nuestros padres y demás adultos significativos.
A esa edad
nos gustaba jugar, es decir, divertirnos imaginando que vivíamos otra realidad
y uno de los juegos consistía en imaginarnos adultos: bomberos, médicos,
policías, maestros.
Como les
decía en el artículo mencionado al principio, gran parte de nuestros criterios
adultos no difieren mucho de aquellos que forjamos cuando éramos niños.
Algo que
suele perturbar a muchos varones refiere al tamaño del pene. Si bien su función
reproductiva puede ejercerse con un largo de 8 a 10 cms. en su estado de
erección, algunos hombres piensan que con menos de 15 a 20 cms. no podrán reproducirse.
De manera
similar les ocurre a las niñas que cuando llegan a la edad adulta se sienten
inferiorizadas si no poseen senos grandes... sin darse cuenta que están
haciendo comparaciones con la mentalidad de aquellas niñas cuando veían y
admiraban a la madre, a las tías, a las maestras.
En suma: los resabios infantiles influyen en los
adultos para suponer genéricamente que la abundancia es imprescindible para
poder desempeñarse mínimamente bien: estatura, un gran pene, grandes senos y
mucho dinero.
En este
asunto también podemos guiarnos por lo que percibió aquel niño que fuimos,
lógicamente sin dinero, siempre dependiente de unos padres que parecían ricos.
En suma: los adultos podemos ser razonablemente
exitosos sin tantas «grandezas» en estatura, pene, senos y dinero.
(Este es el
Artículo Nº 1.547)
●●●
11 comentarios:
La grandeza de un Rey, por ej. podría derivarse del lugar que le damos en la medida de que nos sintamos como niños dependientes de su protección. El Rey simboliza al padre, el Presidente creo que también. Su grandeza no la sentimos a partir de su estatura, ni su voluminosidad, sin embargo observemos, que tanto el Rey como el Papa, usan en algunas ocasiones una corona o una mitra, en caso del Papa, es decir, accesorios que los hacen parecer más altos. El Presidente transfiere al bastón de mando, que podría simbolizar al pene, así como el Papa utiliza una especie de bastón adornado del que no conozco el nombre.
En Woody Allen, tenemos el ejemplo de un exitoso que es pequeño y menudo.
Los resabios infantiles afectan nuestra vida adulta, de eso no cabe duda.
Me pregunto si en el caso de los monjes y monjas que hacen voto de pobreza, viviendo de manera muy austera, se han superado esos resabios infantiles, o por el contrario, como formación reactiva, eligen la pobreza del niño y la protección de Dios.
Lo que tú dices Gabriela, parece razonable, más si tenemos en cuenta que hacen voto de castidad, es decir, renuncian a la vida sexual adulta.
Ustedes psicologizan todo. De pronto las cosas son más sencillas, o por el contrario, más complejas, de lo que uds. plantean.
Puede que tengas razón, Mateo. Acá simplemente lo que hacemos es pensar y opinar. Nadie tiene la verdad revelada.
Las profesiones que deseábamos tener los niños cuando fuésemos ¨grandes¨, eran por lo general puestos de poder. El policía que nos salvaba de los malos, el bombero que salvaba vidas, el maestro que nos curaba, la maestra que nos enseñaba. Queríamos ser grandes y poderosos como mamá y papá, hasta que entramos en la adolescencia y empezamos a percibir que mamá y papá no son tan altos, ni tan poderosos.
La mujer que nutre con sus grandes senos, tiene para el niño un inmenso poder. Dependemos absolutamente de ella. Luego para ser independientes y poderosas, muchas mujeres también desean poseer senos grandes, a tal punto que se hacen implantes.
Qué tontos somos los adultos!!!
(bueno, yo todavía no soy adulta del todo...)
No poder separarse de los padres de la infancia es una característica que aparece muy amenudo, en las personas que sufren esquizofrenia. Muchas veces estos pacientes adultos, no se perciben a si mismos como adultos, y la sociedad tampoco ayuda en ese sentido. Quienes tienen este tipo de discapacidad, muchas veces son tratados como niños, no sólo por sus padres, sino también por los médicos, psicólogos y demás profesionales que trabajan en su rehabilitación. De esta manera, no hacen más que reforzar esa dificultad, entre otras cosas, porque un paciente dócil, no causa demasiados problemas.
Yo soy grandota y hasta la gente grande me cuenta cosas y me pide opinión. Me hacen sentir una vieja y los muchachos me disparan.
Publicar un comentario