El tiempo de reclusión penitenciaria y el tiempo destinado a
cumplir un horario, son objetivamente distintos pero subjetivamente iguales.
Un señor ganó en la lotería y se convirtió en «nuevo rico». Lo primero que hizo
fue viajar al «Primer mundo» para hacerse un chequeo de salud muy costoso.
Cuando el
médico le dijo que en ese sanatorio el control de la próstata vía rectal no se
hacía con el dedo sino con el pene, el «nuevo rico» se sintió tristemente
sorprendido. Luego de pensarlo un rato, respondió:
— Está bien
doctor, ¿pero al menos podríamos cerrar la puerta del consultorio para que no
vayan a pensar que me está cogiendo (chingando, fornicando)?
Con esta
breve narración, cuyo autor seguramente procuró hacernos reír (cosa que logró
en mi caso), nos presenta una situación en la que el personaje padece una
incomodidad social pues, lo que le preocupa no es el acto en sí de ser
sodomizado por el médico sino que le preocupa qué puedan pensar quienes lo vean
en la situación de ser penetrado analmente por un hombre.
De hecho,
no hay ninguna diferencia objetiva entre que un hombre introduzca su dedo o su
pene en el ano de otro hombre, sin embargo todos nos esforzamos por interpretar
que en un caso la situación es una práctica clínica y que en la otra es una
práctica homosexual.
Si bien se
considera que la libertad es un Derecho Humano, utilizamos la «privación de
libertad» para castigar a los delincuentes y al mismo tiempo los trabajadores
padecen «privación de libertad» cuando cumplen un horario.
Es probable
que todos nos esforcemos por intepretar que el primero es un delincuente y que
el segundo es un trabajador, pero lo real es que ambos están similarmente
privados de libertad.
(Este es el
Artículo Nº 1.544)
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11 comentarios:
¨Libertad penal¨ me sugiere la siguiente asociación: libertad del pene. Y cierto es que el pene no tiene mucha libertad.
Según el Diccionario de la Real Academia, reclusión significa privación de libertad, ya sea voluntaria o forzada. Por lo tanto, aunque el trabajo puede ser una privación de libertad voluntaria, es también reclusión. Así que no tengo nada que objetarle al planteo de Mieres.
El nuevo rico, padeció falta de libertad para chequear su salud. Tuvo que aceptar (más allá del chiste) una técnica médica invasiva. Pero la aceptó, porque por encima de todas las cosas el deseaba un buen chequeo, el mejor posible.
En cuanto a la privación de libertad referida a la reclusión, trabajadores y delincuentes, son ciudadanos de la misma categoría.
En cierta ocasión, un hombre introdujo su dedo en el año de otro hombre. Ese año fue un año distinto. El hombre quedó señalado por doce meses. Caminaba por las avenidas y aparecía el otro hombre (al que llamaremos ¨introductor¨, dado que introdujo su dedo) señalándalo. Entonces, de manera inmediata todos los otros hombres lo imitaban, y también los niños y las abuelas... hasta las mujeres más tímidas lo imitaban. El hombre, se sintió universalmente señalado por culpa de la introducción primera del hombre introductor. Decidió entonces, dejar de salir a la calle. Decidió permanecer en su casa aunque la brisa primaveral o la luz de la luna, lo tentaran todos los días. Así fue y así siguió durante 366 días (porque el año era bisiesto). El día 367 se manifestó de forma distinta. El hombre introductor pasó al lado del hombre introducido y apenas lo miró, pero lo obsequió con una simpática guiñada. Sus dedos iban cada uno en el lugar correspondiente de cada mano, pero ya no tenían vocación señaladora. Lo que no sabemos es si seguían teniendo vocación introductoria. De todos modos, lo que al hombre introducido le importaba, era no ser señalado. Las introducciones -comprendió más tarde- le resultaban hasta simpáticas. Se había acostumbrado a que introdujeran dedos en su año, y notó que su tiempo se había enriquecido. Por ejemplo: ahora conocía palabras nuevas, había fotografiado muchas sonrisas y sabía lo importante que eran las brisas primaverales y las noches de luna.
Me hizo acordar al caso de Mónica Lewinsky y Bill Clinton, y las discusiones interminables acerca de la introducción del habano. Se discutía si eso constituía o no un acto sexual.
Tania, eso no tiene nada que ver con lo que se plantea en el artículo.
Yo resucito los viernes y muero los domingos.
Para mí no hay incomodidad social más grave que asistir a almorzar a la casa de mi suegra, todos los benditos domingos.
Y lo peor Jorge, es que esos domingos nos esforzamos en sentir lo que los demás piensan que deberíamos sentir.
Hola alicia,...
Si quieres libertad deja el trabajo y dale la oportunidad a otro,...
O montate tu propio negocio que sabras lo que es libertad,...
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