Los «buenos ciudadanos» nos
diferenciamos de los «malos ciudadanos» porque somos «depredadores moderados»
(ladrones reprimidos, tímidos, temerosos).
Tenemos que partir de la premisa que en toda
sociedad existen personas que intentan destruirla y que la misma sociedad tiene
que crear defensas adecuadas para que eso no ocurra.
El hecho se parece mucho a lo que ocurre con
cualquier ser vivo: está dotado para tener vida durante un cierto tiempo
(longevidad), durante el cual siempre deberá ocuparse de no sucumbir a una
cantidad de factores que intentan matarlo.
Metafóricamente, todo ser vivo «flota» en la muerte
hasta que se hunde (muere).
Nuestras sociedades cuentan con individuos
que, solos o agrupados, tratan de desestabilizar los gobiernos, destruir los
bienes colectivos (vandalismo), depredar la naturaleza (criminalidad
ecológica), robar los bienes privados (delincuencia contra la propiedad).
En este último caso, no solamente deben
existir sistemas educativos que formen a los ciudadanos para que prescindan del
robo, sino que también deben existir instituciones represivas.
Sin embargo, estos procedimientos serían
ineficaces si a la vez no existen políticas económicas que hagan del robo un
pésimo negocio. Las sociedades se protegen cuando robar no rinde beneficios y
produce más pérdidas que ganancias.
Observemos detenidamente la conducta de
nosotros, los ciudadanos comunes, «los buenos ciudadanos».
Se producen
largas filas durante horas, aglomeraciones tumultuosas y hasta estados de
exaltación anímica cuando algún comerciante ofrece realizar grandes rebajas en
los precios.
Nuestra
reacción es clínicamente depredadora porque tratamos de apoderarnos de objetos
(necesarios o quizá no tanto) seducidos porque se produce una franquicia
parcial al delito del robo, en tanto podemos comprar algo por menos de su valor
real.
La palabra
«barato-ta» (1) tiene varios significados. Los principales son
— Bajo
precio;
— Que se
logra con poco esfuerzo;
— Fraude,
engaño, etc.
En suma: los «buenos ciudadanos» somos
«depredadores moderados».
(Este es el
Artículo Nº 1.542)
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9 comentarios:
Creo que Mieres nos está diciendo
¨ojo! no somos tan distintos al resto de los ladrones¨.
¿Dónde está la violencia en el saqueo de los buenos ciudadanos? Está más encubierta. Quizás sea el producto de un miedo muy oculto a nuestra propia vista. El miedo, o mas bien la certeza, de que no podemos autoabastecernos,ya que desde nuestro primer día dependimos de alguien para alimentarnos.
Dicen que ¨a caballo regalado no se le mira el pelo¨. Así somos, lo que viene de arriba lo aprovechamos aunque de pronto no lo estemos precisando, y al lado nuestro haya otro que sí lo precise.
El comerciante que baja los precios a costos insólitos, nos roba, porque terminamos consumiendo mucho más de lo que habríamos consumido normalmente. Los que compramos, es cierto, vivimos la ilusión de robar porque nos llevamos una mercancia pagando menos que su costo real. Y lo más increíble es que comerciantes y consumidores salen beneficiados. Todo termina en un final feliz.
Si la mayoría somos ladrones moderados ¿ qué lleva a la minoría restante a serlo de forma desenfrenada, o a convertirlo en un estilo de vida, tanto que se vive como un laburo? Pueden haber motivos ideológicos. Que la persona piense, por ej. que la propiedad privada es un robo, como afirman algunos anarquistas. Pero estos últimos son los menos. Creo que la mayoría simplemente no respeta las normas, sin una ideología que los respalde. Se los llama inadaptados porque no se adaptan a las normas sociales predominantes. Esa falta de respeto, puede nacer a partir de situaciones dramáticas (grandes carencias materiales y afectivas)y/o por los ejemplos paternos. También está el que delinque por la terrible necesidad de consumir droga -y la necesidad, no tan terrible, de venderla-. Podemos pensar que al ladrón le faltan educación y límites, pero este no es el caso de los ladrones de cuello blanco -quizás-. También podemos pensar que los ladrones le dan un valor escaso al dinero; como es algo que va y viene según les vaya en su ¨trabajo¨, no se atan demasiado a él. Por lo tanto, para ellos robar sería una falta de escasa gravedad. La prueba está que muchos de ellos despilfarran el dinero cuando lo tienen, quizás también, por falta de hábitos de trabajo. Por otro lado, para muchos ladrones, lo obtenido por el robo es un trofeo que les da estatus, no sólo por los bienes que luego pueden ostentar, sino también porque en su mundo han obtenido logros, son reconocidos y valorados, han obtenido una identidad.
Pienso que tener todos estos datos en cuenta, más muchos otros que yo no puedo imaginar, son los que nos permitirán apuntar a la rehabilitación, a partir del autoconocimiento (del ladrón a secas y del ladrón que es, como lo somos muchos de nosotros, ¨depredador moderado¨).
Si los ladrones intentaran destruir la sociedad en la que vivimos, y lo lograran, ya no viviríamos en la sociedad que vivimos. Probablemente viviríamos en otra sociedad mucho mejor.
Me gustó la metáfora: ¨todo ser vivo flota en la muerte hasta que se hunde¨.
Intuyo que es muy buena la hipótesis que ud. plantea: si existen políticas económicas que hacen del robo un pésimo negocio, el robo terminaría por desaparecer (casi, agrego yo). Siempre está el que roba por motivos imposibles de entender usando la lógica.
No logro imaginarme cuáles podrían ser esas políticas económicas. Espero que en susecivos artículos ud. siga desarrollando el tema.
A través de las instituciones represivas podemos lograr que el que robó, no vuelva a robar mientras permanezca encerrado. Nada más. El castigo no creo que persuada demasiado a las nuevas generaciones de ladrones. Las instituciones tienen que apuntar a la rehabilitación, esa es la única forma de que la cárcel no se convierta en un instituto de perfeccionamiento y motivacion para el delito. Claro que rehabilitar podría decirse que a su vez significa adaptar al individuo que se ha apartado del rebaño, para que vuelva a formar parte de él. De pronto ese no es el mejor camino, o sí, honestamente no lo sé.
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