El idealismo no alimenta a los idealistas que comen sustancias realistas producidas con trabajo.
Algunas personas piensan que tienen que
entenderlo todo. Necesitan poseer una teoría que responda absolutamente
cualquier incógnita: desde la creación del universo a cúal es la fórmula del
agua tibia pasando por aquella otra, típica y angustiante: «¿qué estoy haciendo acá?».
Cuando esta
aspiración llega a su esplendor (alrededor de la adolescencia idealista y la
adultez inmadura), algunos renuncian directamente a todo y entran en un
riguroso nihilismo (negación de cualquier creencia) y otros, quizá más afortunados,
reciclan su aspiración omnipotente de saberlo todo para convertirla en la
creencia en que la realidad es algo global, integral, abarcativo (holístico).
Llegado a
este punto, los adultos maduran y tratan de entender cómo funcionan los
sistemas en los que viven: sus propios cuerpos, la sociedad que integran, el
universo que habitan.
Quien
realmente logró madurar y adolece de pocos ingredientes «adolescentes»,
intentará comprender lo más posible pero renunciará a entenderlo todo porque ya
se habrá dado cuenta que esto es imposible.
Entenderlo
todo es realmente imposible, no imposible para los haraganes pero posible para
quienes sostienen que «con voluntad todo se logra», que «querer es poder», o
que «lo imposible solo da un poco más de trabajo».
Este
adulto-adulto habrá hecho su propia encuesta y habrá constatado que ningún
idealista lleva a cabo su fantástico eslogan, que en definitiva no hacen otra
cosa que hablar y hablar pero que nunca llega ese día en que logran encarar y
resolver objetivamente lo imposible.
Este
adulto-adulto habrá constatado que lo imposible es imposible solo que para
quienes no lo entienden, les cuesta un poco más aceptarlo. Habrá constatado
fehacientemente que los idealistas comen alimentos tangibles pagados por los no
idealistas, seres que parecen inferiores solo porque son realistas y trabajan.
(Este es el
Artículo Nº 1.618)
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10 comentarios:
No todos los idealistas son iguales. Empezando porque no todos le damos el mismo significado a la palabra idealista. Alguien idealista puede ser quien tiene ideales que lo trascienden y camina junto con otros hacia ese lado. Es peligroso ser idealista a ultranza, porque como ud. dice, los idealistas se alimentan de sustancias reales que se consiguen con trabajo. Pero también es peligroso ser tan realista y pragmático, que todo intento por embarcarse en ¨algo grande¨, sea descartado de antemano.
Los ideales pueden funcionar como brújula que nos indique donde está el norte.
Nunca se me ocurrió pensar qué estoy haciendo acá. El hecho es que estoy acá y tengo mis deseos, anhelos, necesidades, proyectos. Si me siento bien, en armonía, simplemente vivo. Mientras pueda.
Yo he pensado qué estoy haciendo acá, cuando he estado desesperada. En esos momentos no le encontraba demasiado sentido a estar en ningún lado. Mi existencia me resultaba una carga.
Supongo que cuando el niño crece y se da cuenta que no es el centro del universo, sino simplemente uno más, empieza a angustiarse. ¿Qué es eso que soy? Todo parece tan volátil!! Pasar desapercibido es casi como no existir. Sentirse no existiendo es muy angustiante. Entonces aparece la necesidad de ser alguien. Alguien reconocido, que lucha por algo, que consigue cosas. Ese motor que se enciende con la angustia permite que el sujeto se traslade de un lado a otro. Que busque, se vincule, accione y reaccione. En ese buscar, ir y venir, se desarrolla, crece. Puede crecer y convertirse en una persona valiosa para quienes lo rodean, o puede empezar a ser alguien nefasto, que genere dolor, muerte, tragedias.
Las personas nefastas de las que habla Gabriela, le dan destaque a los ¨buenos¨, los que aportan suministros valiosos para la humanidad. No sólo les dan destaque, sino que también les dan vida, energía para el combate.
Pienso que usted dice algo muy importante cuando afirma que ¨los más afortunados, reciclan su aspiración omnipotente de saberlo todo para convertirla en la creencia en que la realidad es algo global, integral, abarcativo, holístico¨.
Cualquier separación entre buenos y malos dificulta la visión de la realidad. A primera vista parece facilitarla, pero en realidad la oscurece. Se hace difícil llegar al meollo del asunto. El yin y yang es para mí, la visión acertada. Nada de lo humano me es ajeno. Si comprendemos esto, cambiará nuestra noción de justicia, nuestros criterios para evaluar, la agudeza de nuestra comprensión, el avance hacia estados más favorables.
Cuando decimos que lo imposible solo da un poco más de trabajo, estamos hablando de futuro. No estamos pensando en individuos, pensamos en colectivos.
Como sabemos que sabemos muy poco, avanzamos y seguimos tirando la piedra hacia delante. Le dejamos trabajo a los que vienen después de nosotros.
La vida nos da una muestra contundente de lo imposible. Existe la muerte. Lo que vive muere. No sabemos exactamente qué es lo que muere, pero dentro del plano de lo real, podemos distinguir claramente la vida de la no-vida.
El espacio, el tiempo, la materia, son conceptos que intentamos ir manejando. Por ahora, para las personas que compartimos un asado o vamos a buscar a los chiquilines a la escuela, los límites están. Están en el punto donde termina nuestra mano, donde llega nuestra estatura, donde se apaga nuestro corazón.
¨Los idealistas comen alimentos tangibles pagados por los no idealistas...¨. Bueno, sí, muchas veces es así.
Otras veces los idealistas dan su vida para que otros coman.
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