La belleza, la riqueza y las profesiones prestigiosas,
aportan satisfacciones pero nunca certezas, felicidad garantida, salud
infalible, amores eternos.
Habitualmente creemos que las personas hermosas
tienen mejores chances de estar siempre acompañadas, de ser más queridas, de
ser afortunadas en el amor.
Suponemos algo parecido de quienes, sin ser
atrozmente feos, al menos tienen mucho dinero. Nuestra mente construye
fácilmente historias de felicidad, comodidad, ausencia de dolores,
preocupaciones y tristeza.
Es muy frecuente que imaginemos a quienes han
terminado estudios de grado (médicos, ingenieros, abogados), que desconocen los
problemas laborales, que siempre consiguen los trabajos mejor pagados y que sus
empleadores los respetan al punto de ser subordinados suyos, como si el
profesional fuera el empleador.
Todo esto suele ocurrir. Nuestras fantasías
espontáneas no están flagrantemente reñidas con la realidad. No son
disparatadas, pero no son tan verdaderas como suponemos.
Si una persona hermosa carece del deseo de
vincularse, puede aprovechar insensiblemente las oportunidades que recibe de
quienes se encandilan con su belleza, pero ninguna relación durará demasiado y
los fracasos amorosos estarán en el centro de su vida.
De más está decir que las personas ricas no
gozan de tantos privilegios como suponemos, porque es cierto que el dinero no
resuelve la angustia existencial, el temor a enfermar, sufrir y morir. Lo más
hermoso de la riqueza es recibirla sorpresivamente, pero este golpe de fortuna
tiene una duración corta pues cuando el nuevo rico se acostumbra a la
situación, comienza a tener otros problemas, quizá diferentes a los que tenía
cuando era pobre.
Es cierto que muchas personas aman tanto
algunos temas, que se dedican con pasión irresistible a estudiar solo eso y es
probable que así disfruten realmente de hacer lo que les gusta, pero esa es la
mejor y más segura remuneración: complacerse con lo que hacen.
(Este es el
Artículo Nº 1.605)
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10 comentarios:
Creo que aporta más certezas para la alegría, la salud integral. La salud que comprende lo físico, lo psicológico y lo social.
La felicidad garantida no existe, porque por mejor que estemos nosotros, siempre está la posibilidad de tener un accidente, ser víctima de un cataclismo, perder un ser querido y otras tantas situaciones inesperadas.
De niña la belleza me aportó satisfacciones pero no seguridad en mi misma. Envidiaba mucho a las niñas que eran más lindas que yo y buscaba la vuelta para autoengañarme pensando que en realidad, yo era más linda. Estaba muy pendiente de mi aspecto, cuidaba mucho mis posturas corporales, apretaba los puños y escondía las uñas si las tenía sucias. Por suerte de chica no tuve que usar lentes, eso habría sido para mí insoportable.
Todo esto me perjudicó más de lo que me benefició.
Es más frecuente que los profesionales sean empleados que empleadores.
Disfrutar de la maravilla del amor, depende más de nuestra madurez que de la belleza, la riqueza o el prestigio.
Estoy en un todo de acuerdo con ud. Mieres.
Las personas hermosas (desde el punto de vista físico), están incluso más expuestas a los fracasos en el amor, que las personas comunes. Muchas veces son víctimas de personas excesivamente celosas. O víctimas de la envidia, por eso en ocasiones les cuesta hacer amigos.
Como en realidad sabemos que no existe nada que garantice la felicidad, caemos en una gran angustia. Por eso, para negar que es así, nos inventamos historias. Llegamos a creer que si desarrollamos un buen físico, si logramos una buena posición económica o fama, encontraremos la felicidad. Como si esta dependiera de un único factor.
Creo que el amor surgido a partir de la belleza; esa belleza que encandila, no es en realidad amor, sino enamoramiento. Lo mismo sucede con el prestigio. No tanto con la riqueza. Quien busca un buen pasar a partir de la dependencia, probablemente construya una relación estable... aunque difícil, conflictiva.
Del enamoramiento, tan vinculado a la idelización y la proyección, se puede pasar al amor, o por el contrario (y creo que con más frecuencia), a la desilusión.
El deseo de vincularse y la posibilidad de hacerlo de manera exitosa, es una de las fuentes más grandes de alegría. Establecer amistades profundas y buenos vínculos familiares, es algo de un valor incalculable.
Ya lo decía Freud; no recuerdo exactamente con qué palabras, pero era algo así como: la pasión del artista, del científico o del trabajador que ama su oficio, es una fuente de satisfacción poderosísima.
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