Los problemas ajenos generan oportunidades de trabajo,
utilidades, ganancias que solucionan nuestros problemas.
Desde que se popularizaron la web, Internet y
los hipervínculos, existe una nueva unidad de medida: el clic.
Efectivamente, muchas cosas pueden estar a «un clic» de distancia.
Los
hipervínculos se activan con un «clic» del mouse y a partir de ahí, podemos
llegar a lugares, temas, artículos, imágenes, videos, desconocidos hasta
entonces.
Así de
grande e hiperpoblada es la web y así de cerca lo tenemos todo: a un simple
«clic».
Como
corresponde, esta unidad de medida también puede ser una metáfora y así ocurre
cuando decimos que nuestro cerebro hizo «clic» en ocasión de haber entendido
algo, cuando se iluminó, cuando
comprendió algo después de mucho tiempo.
Uno de
nuestros problemas desde que el mundo es mundo, es ganar lo necesario para
vivir, para (man)tener una familia y para morir, lo más tarde posible, después
de una vida digna, placentera, todo lo alegre que la suerte nos haya permitido.
Como ese es
nuestro problema, es difícil aceptar que justamente son los problemas de los
demás lo que terminará dándonos la solución.
Nuestro
sentido común nos dice que los problemas deben ser eliminados, que nos hacen
daño, que nos complican la existencia. Por este motivo los rechazamos como a la
peste.
Con esta lógica
nunca se nos va a ocurrir que nuestros problemas se soluciones con más
problemas.
Sin embargo
es posible pensar lo contrario. Si nuestro cerebro hace el «clic» adecuado,
podemos acceder a ese hipervínculo
que nos enfrente a un inabarcable ámbito de posibilidades, porque son
precisamente los problemas (ajenos) los que nos van a solucionar nuestros
problemas... así como son nuestros problemas los que colaborarán en solucionar
los problemas de otros.
Los
problemas generan trabajo, salarios, ganancias, el dinero que soluciona
nuestros problemas.
Artículo vinculado:
(Este es el
Artículo Nº 1.603)
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11 comentarios:
Para que los problemas ajenos efectivamente nos ayuden a solucionar nuestros propios problemas, tenemos que adoptarlos, casi, como si fueran propios.
Los problemas ajenos generan fuentes de trabajo. Para tomar esos trabajos y realizarlos bien, es necesario enamorarse de la pasión que produce solucionar problemas.
Es ineludible tener problemas. Lo que a veces se puede eludir es vivirlos con temor.
Estar todo el día escuchando problemas, evidentemente agota. Para todo hay un límite. Aunque ese límite depende mucho de la actitud de quien escucha. Podés escuchar sólo identificándote, esto a la larga enferma. Podés, además de identificarte, de lograr empatía, tomar distancia y percibir, ver, pensar, encontrar. Esto estimula.
A veces todo está tan cerca que nos negamos a creerlo.
Cuando tenga demasiados problemas, me consolaré pensando en que estoy generando mucho trabajo. Espero que eso a mi familia no le moleste...
(Man)tener una familia ya no es sólo cosa de hombres.
Para llegar a ese instante del clic aclaratorio que ilumina, primero pasamos un tiempo más o menos largo, dándole vueltas al problema. En una de esas vueltas de pronto salta como un resorte la respuesta; incluso durante el sueño.
Una de las ganancias más valiosas que nos deja la solución de un problema, es la experiencia.
A algunos gatos domésticos les gusta jugar a que cazan su presa. Les das la comida y ellos la patean, corren, saltan por arriba. Es muy graciosos verlos.
Pienso que a los humanos nos pasa lo mismo con el tema de ganar lo necesario para vivir. Si no tenemos que ganárnoslo, porque ya lo tenemos asegurado, entonces buscaremos otras formas de generarnos problemas. Cuando se trata de una persona sana, lo hará buscando problemas que le resulte gratificante resolver. Cuando se trata de una persona muy conflictuada, puede llegar a meterse en verdaderos líos, con tal de sentirse vivo.
Los politicos son personas que aceptan postularse como solucionadores de problemas, aunque después solo resuelvan unos poquitos para llenar el ojo.
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