miércoles, 22 de agosto de 2012

La libertad y la soledad



Algunas personas se sienten mal (solas, angustiadas, ansiosas) cuando tienen la libertad que les brinda disponer de dinero suficiente.

En otro artículo (1) les comentaba que el placer que sentimos en ser fuertemente abrazados, podría inspirarnos inconscientemente otro sentimiento que se refiere a la «estrechez económica».

En otras palabras, nuestro instinto gregario, ese que se manifiesta con el agrupamiento apretado, con la máxima proximidad corporal, la que podemos sentir cuando viajamos en un vehículo de transporte colectivo a la hora en que una mayoría va a trabajar, podría llevarnos (nuestro instinto gregario) a desear y actuar en función de tener estrecheces económicas, apreturas económicas.

Este mismo placer obtenido por integrar un gran colectivo, como ocurre en los espectáculos multitudinarios (deporte, música, política), nos permite pensar en qué ocurre cuando estamos solos, en medio de un gran espacio, un desierto, un teatro vacío.

La incomodidad provocada por esa soledad (y no me estoy refiriendo a la agorafobia), puede estar provocada por una molesta sensación de libertad.

Dicho en otros términos: es probable que muchas personas sientan placer en la casi total inmovilidad que sienten entre la multitud apretada así como (coherentemente), sienten malestar cuando están excesivamente  libres.

Ninguna de estas dos sensaciones (baja movilidad y absoluta libertad de movimientos), son intensas, terribles, dramáticas, pero a pesar de esa baja intensidad, tienen la suficiente influencia como para que busquemos unas y evitemos las otras.

Estas situaciones de «estrechez» y de «libertad de movimientos», pueden tener, en algunas personas, un correlato económico, de tal forma que algunos busquen la estrechez (de la que ya hice un comentario más arriba) y que otros lleguen a la misma situación de pobreza porque no se sienten bien cuando tienen la libertad de gastar un dinero disponible.

Discretamente, procurarán evitar esa libertad sutilmente incómoda.

 
(Este es el Artículo Nº 1.647)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Mire justo lo que me pasó hoy. Resulta que me vino un ataque de lumbago. Quedé dura justo en un momento en que estaba pensando en asuntos de dinero. ¿Cómo interpretarlo? ¿Una forma de privarme de la libertad de movimiento? ¿Una forma de resguardarme de hacer cosas que quiero y no quiero hacer al mismo tiempo?

Mª Eugenia dijo...

¿Qué es eso de querer y no querer al mismo tiempo?

Anónimo dijo...

Es como que ponés los pro y los contra de una situación y no sabés que elegir. Quisieras elegir dos cosas al mismo tiempo; dos cosas que son incompatibles.

Laura dijo...

Leyendo lo que dice Anónimo, me puse a pensar que eso puede pasar a menudo, porque todos o casi todos decimos que nos gustaría ganar más dinero, pero al mismo tiempo, de manera inconsciente, puede que no lo deseemos.

Natalia dijo...

Vivo sola y me gusta pero siempre tengo que tener la radio o la TV prendida. Salvo cuando abro las ventanas para escuchar el canto de los pájaros. Además cuando ando medio mal me dejo la tele prendida o música para dormirme. Supongo que todo eso tiene que ver con el miedo a la soledad.

Norton dijo...

Me gustan los abrazos pero odio la estrechez económica.

Cecilia dijo...

Adoro los espectáculos multitudinarios. Se ve que me gusta la estrechez, aunque claro, depende de qué espectáculo. Me gustan los recitales pero si estoy apretujada en el ómnibus o en un acto político me viene casi agorafobia.

Jorge dijo...

A partir de lo planteado por Cecilia, se me da por pensar en la importancia de los contenidos. No es lo mismo estar solo en un lugar que nos gusta a estarlo en un lugar que nos disgusta.

Filisbino dijo...

Uno de los momentos en que nos sentimos libres (más allá de que en realidad no lo seamos)es cuando vamos a tomar una decisión. Por eso nos cuesta tomar decisiones.

Rodolfo dijo...

A mí me hace bien saber que tengo una reserva de dinero. Me pone mal cuando tengo que gastarla en cosas que no tenía planificadas.