jueves, 9 de agosto de 2012

La naturaleza humana distorsionada



La naturaleza humana tiene ciertas características, pero la cultura se empeña en ignorarlas o modificarlas. ¡Así nos va!

Todos respetamos y hasta admiramos a quienes «tienen huevos».

Literalmente, el primer atractivo de un varón es el de fecundar a la mujer que lo elija. Sin embargo, sería un plus muy valorado que ese varón también asumiera otros compromisos además del biológico (embarazar).

Si el varón puede correr riesgos para defender la simiente suya que depositó en el vientre de la mujer que lo eligió, simultáneamente está haciéndose cargo de algo que va más allá del simple impulso instintivo (fecundarla).

«Tener huevos», hasta cierto punto es ser capaz de «sembrar» y también ser capaz de cuidar la «cosecha» (los hijos que gestó en la mujer que lo eligió).

En condiciones normales, el varón no «tiene huevos»: su naturaleza lo impulsa a deambular y aceptar las convocatorias de cuanta mujer lo invite para que la fecunde, pero luego se va porque otras mujeres también podrían convocarlo.

Esta condición está insistentemente mencionada en las películas que refieren a un héroe masculino quien, luego de cumplir una peligrosa misión (¿fecundar?), se va a cumplir otra misión, a pesar de los ruegos de una hermosa mujer enamorada (rol protagónico femenino).

Este deambular seguramente se detendrá con la ancianidad (alrededor de los sesenta años, si no está conservado por la medicina longevizante).

Cuando el varón envejece, buscará dónde quedarse y nada mejor que aceptar el lugar que le ofrezca otra vez una mujer.

Esta segunda convocatoria femenina que reciben los varones más afortunados, no será para fecundarla sino para asociar la vocación agresiva, constructiva y reparadora de él con la vocación alimentaria, maternal y curadora de ella.

La naturaleza humana tiene ciertas características, pero la cultura se empeña en ignorarlas o modificarlas. ¡Así nos va!

(Este es el Artículo Nº 1.634)

10 comentarios:

Ingrid dijo...

Hace poco salió en Uruguay una publicidad destinada a la venta de chicles. Un varón se pone a disposición de las chicas de un grupo. Cada una le hace una propuesta para que él la elija. Él elije a la que le dice ¨tengo una hermana melliza¨. Este comercial tiene otro paralelo donde la situación se da al revés. En este es ella la que elige. Elige al varón que le promete borrar a todas sus amigas de facebook. Queda clara, entonces, la diferencia de necesidades entre el hombre y la mujer. Él elige una que le habilita a salir con dos. Ella elige uno que le promete exclusividad.

Rosana dijo...

Me consuela que la mujer abandonada de las películas es una mujer hermosa.

Lucía dijo...

Ellos no nos engañan porque dejemos de gustarles o porque nosotras tengamos algún problema en particular. Nos engañan porque no está en su naturaleza quedarse con una sola mujer.

Silvina dijo...

Bueno, tampoco las mujeres somos demasiado fieles. De pronto tenemos más presión social que ellos para serlo, pero a mí me parece que tanto el hombre como la mujer, deseamos tener más de una pareja sexual.

Evangelina dijo...

Tanto el hombre como la mujer pueden asumir un compromiso de monogamia. Dios nos dio el libre albedrío.

Enrique dijo...

No creo en el libre albedrío, creo en la multideterminación. Cuando prometemos fidelidad y luego no cumplimos, hacemos un montón de racionalizaciones para explicar lo que nos pasó. En realidad lo que sucedió, simplemente, fue que fuimos fieles a nuestro deseo.

Marcia dijo...

La verdad que ignoro por completo cuáles son los deseos del varón cuando envejece. ¿Ud dice que se queda tranquilito con una mujer? Yo lo dudo.

Olga dijo...

La vocación agresiva del varón, a veces tiene destinos constructivos o protectores. Otras veces sólo sirve para hacer daño. En esos casos, mejor compartir la vejez con otras mujeres.

Lautaro dijo...

¿Qué provoca las dificultades de nuestra naturaleza, de nuestra naturaleza humana? Tendría que ser todo más simple, como lo es para otras especies.
Queremos más educación para solucionar los problemas del ser civilizado, domesticado. A su vez parece que esa educación que nos aparta de nuestros instintos, fuese una de las generadoras de los problemas.

Macario dijo...

¡Pobres los seres humanos que nos vemos condenados a deambular permaneciendo siempre en el mismo lugar!