jueves, 30 de agosto de 2012

La ambivalencia materna y el asco por el dinero





Los niños que no saben si la mamá ama o repudia su caca, repudiarán la caca ... y el dinero, ¡que tanto se parecen!

A casi todos nos resulta difícil convivir con la ambivalencia, con la dualidad de criterios, con el «doble discurso» de nuestros familiares, amigos, políticos.

Nuestra psiquis se siente mejor cuando las cosas se nos presentan en «blanco y negro», en «lindo y feo», en «bueno y malo».

Las dudas nos provocan un malestar del que querríamos apartarnos definitivamente.

Sin embargo, la experiencia parece empeñada en frustrarnos. Cuando creemos tener las ideas claras sobre algún tema polémico, no falta quien presente algún argumento que nos fracture aquella certeza.

Algunas personas se horrorizan cuando sienten que alguien dice: «si, pero...», porque saben que amenazarán sus certezas.

Cuando somos pequeños, nuestras madres están pendientes de nuestro funcionamiento. Casi no duermen escuchando nuestra respiración, vigilan nuestra alimentación, examinan nuestros excrementos.

Una sirena estruendosa se enciende en su cabeza si algo se aparta de lo previsto.

Con los excrementos fecales ocurre algo muy ambivalente, dual, con «doble discurso».

Ellas se alegran notoriamente con nuestras primeras defecaciones, como si estas fueran algo maravilloso, ... y lo son en la psiquis de la mamá y de una legión de asesores (abuelas, tías, pedíatras), porque sus mentes piensan algo así como «si funciona bien su INTEstino, funciona bien todo su INTErior».

Pero los pequeños, que no tenemos ni noción de esos funcionamientos mentales, conocemos los indicios de la desesperante ambivalencia de nuestros protectores: «¿les gusta mi caca o no les gusta?», piensa el niño cuando ya creía empezar a adaptarse a este entorno «tanto más incómodo que aquel confortable útero del que me expulsaron aun no sé bien por qué».

Muchos terminan por repudiar la caca …y al dinero, ¡que tanto se le parece!

Otras menciones del concepto «dinero=caca»:

   
(Este es el Artículo Nº 1.655)

10 comentarios:

Gabriela dijo...

Cierto que las mamás somos ambivalentes con el asunto de la caca. Al niño le decimos ¨puf! que olor¨, cuando se hace en los pañales. Y cuando hace en la pelela aplaudimos. Es la misma caca la que provoca reacciones tan distintas. Parece que es linda o fea según en que lugar esté. Algunos pensaremos que es fea si la llevamos adentro de los pantalones (como llevamos adentro del bolsillo del pantalón el dinero), entonces intentaremos tirarla en el inodoro, es decir, hacerla desaparecer, lo que equivaldría a gastar el dinero. rápidamente.

Elena dijo...

Creo que toleramos las dudas cuando razonamos. Por el contrario, cuando sentimos y queremos traducir esos sentimientos en razones, no las soportamos.

Elbio dijo...

Sí, pienso como Elena. Cuando un conjunto de ideas forma parte de una ideología que se nos ha ido construyendo lentamente a lo largo de nuestra historia, sentimientos y razones están entremezclados por completo. Así, por ej. nos vamos haciendo a la idea de que los ricos son explotadores, o por el contrario, que son grandes patriarcas protectores. Depende de lo que hayamos vivido y de cómo lo hayamos vivido.
Distinto es ponerse a pensar con un grupo de amigos en rueda de café. En ese tipo de situaciones el pensamiento se despliega con mayor libertad. Nos ponemos a filosofar porque encontramos placer en ello. No estamos defendiendo nada, estamos jugando con las palabras, disfrutando nuestra capacidad de raciocinio. En esas ocasiones el que piensa diferente es bien recibido porque dinamiza la fraternal discusión.

Carina dijo...

Convivir con la ambivalencia es muy duro, sobre todo, en las relaciones de pareja.

Morgana dijo...

No sabía que ud. era un pequeño sin noción de sus funcionamientos mentales...

Lucas dijo...

El problema es que cuando repudiamos el dinero no nos damos cuenta.

Estela dijo...

Como dice Lucas, no nos damos cuenta, nos saboteamos y después terminamos quejándonos.

Gladys dijo...

Claro! Las madres pensamos que si el intestino funciona bien, si funcionan bien las entrañas, entonces el interior, el interior del niño también funciona bien. Asociamos eso sin darnos cuenta!

Carlos dijo...

Mi madre controlaba que moviera el intestino todos los días. Como que quería que largara afuera toda mi podredumbre. Entonces me obligaba a sentarme en la bacinica durante horas. Si me levantaba me traía de la oreja y me volvía a sentar.
Recién ahora empiezan a decir que eso es violencia.

Anónimo dijo...

Si me pongo a recordar cómo fue mi etapa de aprendizaje del control de esfínteres, casi que me pongo triste. Me hacía pis en la cama, a veces andaba con diarrea y me ensuciaba antes de llegar al baño... Me sentía tan avergonzada! De pronto por eso me cuesta tanto manejar dinero. Prefiero que las cuentas las lleve mi esposo y las decisiones en cuanto a qué comprar también las tome él. A mí me genera angustia.