Los cambios de cualquier tipo, (climáticos, políticos, económicos, tecnológicos), nos asustan por temor a no poder sobrevivir adaptándonos.
Si llega a nuestros oídos la teoría de que los
dinosaurios desaparecieron porque no pudieron adaptarse a los cambios
climáticos, no podemos decir que sabemos qué ocurrió con esas especies, pero si
podemos opinar que actualmente creemos que la inadaptabilidad al medio es una
causa de ineficiencia y, eventualmente, de muerte.
En otras palabras, no podemos considerar que
una teoría sea verdadera pero sí podemos suponer que las personas que la
trasmiten creen que esa hipótesis es lógica, creíble, confiable. No sabemos de
la teoría misma pero sí sabemos de quienes las aprueban.
Continuando con el razonamiento, es posible
suponer que muchos de nosotros pensamos que los animales más grandes, aunque se
los supone también más fuertes, tienen su punto de vulnerabilidad en su
capacidad de adaptación.
De la mano de esa teoría que refiere a los
dinosaurios va otra teoría según la cual las cucarachas tuvieron mejor
capacidad de adaptación y por eso sobrevivieron hasta nuestros días.
Si está en nuestra psiquis la tendencia a
suponer que los cambios, (climáticos, por ejemplo), son nefastos para los seres
vivos de mayor tamaño y, puesto que tendemos a suponer que los humanos somos
los seres vivos de mayor importancia, de mayor inteligencia y los predilectos
de Dios, es lógico que muchas personas se sientan especialmente amenazadas
cuando se habla de nuevos cambios planetarios y cuando son notorios los cambios
tecnológicos que modifican fuertemente el mercado laboral.
Por otro lado, llama la atención como muchos
niños se sienten fascinados por los dinosaurios, quizá por una suerte de
identificación con la grandiosidad que los caracterizaba.
En suma: Los cambios de cualquier tipo, (climáticos, políticos, económicos,
tecnológicos), nos asustan por temor a no poder sobrevivir adaptándonos.
(Este es el
Artículo Nº 1.684)
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12 comentarios:
Cambiar es todo un desafío. Porque cada pequeño cambio nos mueve toda la estantería. Y tenemos que volver a ordenarla. Y no sabemos de antemano si va a quedar bien ordenada.
No se me había dado por pensar que cualquier cambio en la vida remite en última instancia a la muerte.
Cuando nuestro pasado fue notoriamente mejor que nuestro presente, estamos a mayor riesgo de ser empecinadamente conservadores. Tendemos a creer, abusando de la metonimia, que cualquier cambio presente o futuro nos alejará aún más de ese pasado feliz.
Para los niños los dinosaurios son tan fuertes, que por haberse extinguido no pierden su grandiosidad.
Los cambios en el mercado laboral nos exigen una cultura de la reconversión que se vuelva natural, que forme parte de lo esperable.
Creo que los cambios tecnológicos nos están llevando, sin que nos demos cuenta, a ser menos conservadores.
Qué hay tanto de malo en ser conservador!
Quisiera una piel que se adaptara a los cambios causados por el paso del tiempo, sin resquebrajarse.
Saber de las nuevas teorías es algo que queda bastante lejos del ciudadano común. El saber implica poder y por eso no se difunde.
Lograr la supervivencia adaptándose en los que es necesario, al tiempo que buscando nuevos caminos en lo que es deficiente, eso sí vale la pena.
La complejidad de nuestro cerebro nos juega a la vez a favor y en contra de nuestra capacidad de adaptación.
Si el cambio más trascendente es el paso de la vida a la muerte, o el de la no existencia a la existencia; es lógico que el miedo mayor sea el miedo a la muerte, y la alegría más grande el surgimiento de una nueva vida.
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