Los estados de ánimo son sensaciones que
tenemos los humanos, aparentemente provocadas por alteraciones orgánicas.
Sentirse alegre o triste, puede o no estar
vinculado a fenómenos externos, a recuerdos, a circunstancias de nuestra vida.
Es probable que nuestro cuerpo tenga
funcionamientos que «segreguen»
pensamientos, sentimientos, emociones.
Cuando esto
ocurre, no podemos evitar buscarle alguna explicación haciéndonos preguntas del
tipo ¿por qué estoy tan contento?, ¿por qué la gente me parece peligrosa?, ¿por
qué ayer era más optimista que hoy?
La mayoría
de las veces nos convencemos de que es la psiquis la que produce los estados de
ánimo y pocas veces suponemos que son nuestras hormonas las que «producen»
cambios en el humor a los que, posteriormente, les atribuimos alguna causa
convincente aunque indemostrable.
Nuestro
cuerpo produce dos estados de ánimo extremos que son la depresión y la manía.
La primera nos da tristeza y la segunda nos da alegría. Con estado depresivo
todo nos parece difícil y con estado maníaco todo nos parece fácil.
En ambos
casos nuestro cuerpo está desajustado en la percepción de la realidad: en un
caso hacia lo negativo (la depresión) y en el otro caso hacia lo positivo
(manía).
En algunos
casos estos fenómenos pueden ser tan intensos y duraderos que para moderarlos
necesitamos consumir psicofármacos.
Sin
embargo, en la mayoría de los casos, tienen manifestaciones suaves y de poca
duración.
En
ambientes laborales solemos encontrar trabajadores llenos de entusiasmo, generalmente
jóvenes con poca experiencia, que suponen que todo es fácil (actitud maníaca),
junto a trabajadores más apáticos, generalmente veteranos con mucha
experiencia, que no son tan entusiastas y voluntaristas (actitud depresiva).
(Este es el
Artículo Nº 1.660)
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8 comentarios:
La música fuerte a veces me levanta el estado de ánimo y otras veces me irrita. Supongo que eso dependerá del estado de mi organismo en ese momento.
Son complicados los pasaje frecuentes de un estado maníaco a uno depresivo. Genera mucha inseguridad, uno se siente inestable, no se anima a comprometerse a nada porque sabe que después del estado maníaco o hipomaníaco viene el depresivo, y ahí uno no puede sostener sus compromisos.
Es productivo que los jóvenes entiendan la postura de los viejos y viceversa. Llegar al desprecio, a la descalificación de unos o de otros, sólo genera conflictos.
No hay que tenerle tanto miedo a los conflictos. Del conflicto pueden surgir soluciones, aunque también es cierto que los conflictos pueden terminar en fenómenos destructivos de cosas que no deberían haberse destruído.
A veces hechos externos a nosotros generan nuestro estado de ánimo, pero no siempre es así. Existen causas endógenas para la tristeza y la alegría, así como para otros sentimientos, supongo.
Me encanta la parejita de la foto. ¿Se complementarán bien? De pronto eso depende de que el depresivo no se estanque en su actitud depresiva y el maníaco tampoco.
A mí me parece que la actitud depresiva y la maníaca, cuando no son extremas, son bastante estables. Forman parte del carácter.
La gente me parece peligrosa cada vez que me recuerda los ataques traumáticos que he recibido de niño.
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