Quienes logran tener un
título universitario, lo hacen por vocación y/o para aliviar un mortificante
sentimiento de inferioridad e inseguridad.
Anda por ahí una consigna que
vale la pena recordar y averiguar qué procura decirnos. La consigna es «Prefiero pedir
perdón a pedir permiso» (1).
Me animo a decir que pedir perdón es un arte y como tal, parece muy
dependiente del talento de cada artista. No cualquiera es capaz de hacer una
estatua, cantar una ópera o pedir perdón.
Cuando nos damos cuenta que somos torpes, que nuestra capacidad actoral
es mediocre, que tenemos que dedicarnos a la sinceridad porque cualquiera se da
cuenta cuando mentimos, tenemos una deprimente sensación de pobreza, debilidad
y vulnerabilidad pero, antes de reconocerlo con todo su doloroso realismo,
empezamos a buscar ocupaciones, tareas, ámbitos donde esa discapacidad para
pedir perdón pase lo más disimulada posible.
Un rasgo asociado a esta debilidad para pedir perdón es el
perfeccionismo (2).
Con esta política de no cometer errores, de volvernos poco menos que
sádicos con quienes se equivocan, procuramos evitar aquellas bochornosas
circunstancias en las que tendríamos que reconocer nuestros errores para no
quedar como unos necios que defienden lo indefendible por no dar el brazo a
torcer (reconocer que somos imperfectos).
Aunque resulte paradojal, otro rasgo asociado a esta debilidad para
pedir perdón es la búsqueda de un título universitario (médico, abogado,
psicólogo, ingeniero).
Quienes hacemos todo el esfuerzo que sea necesario para obtener un
título universitario somos personas inseguras, con una especial vulnerabilidad
psíquica para reconocer nuestros errores, pero sobre todo, para reconocer que
somos animales deseantes, que nos gustaría realizar muchos actos que nos
avergüenzan, que para sentirnos respetables
tenemos que interponer títulos que sean honoríficos, proveedores de
estatus, simuladores de un linaje monárquico, que nos disfrazan de «humanos
superiores a todos los demás».
(Este es el
Artículo Nº 1.708)
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10 comentarios:
Me encantó el videocomentario. No sé lo que dijo pero me muero con sus caritas.
El título es como un escudo. Atrás de él te sentís protegida.
Mi madre decía que yo era perfecto cuando dormía.
Su estilo publicitario me gusta, Doc.
El que no busca seguridad a través de un título universitario, la busca a través de un título inmobiliario.
Algunos obtienen el título universitario sin hacer demasiado esfuerzo y sin poner demasiado amor.
A veces el amor por la profesión se empieza a sentir cuando comienzas a ejercerla.
Son demasiadas las personas que se sienten superiores a las demás por las cosas que tienen, y ni siquiera saben lo que son.
No me cuesta pedir perdón; parece que para eso tengo talento. Pero igual el asunto me preocupa... tanta facilidad para pedir perdón me da la sensación que se vincula a la demasiada tolerancia que tengo para equivocarme.
Cuando en el colectivo te piden perdón en lugar de pedirte permiso, es porque ya te pisaron.
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