martes, 23 de octubre de 2012

Los títulos universitarios



    
Quienes logran tener un título universitario, lo hacen por vocación y/o para aliviar un mortificante sentimiento de inferioridad e inseguridad.

Anda por ahí una consigna que vale la pena recordar y averiguar qué procura decirnos. La consigna es «Prefiero pedir perdón a pedir permiso» (1).

Me animo a decir que pedir perdón es un arte y como tal, parece muy dependiente del talento de cada artista. No cualquiera es capaz de hacer una estatua, cantar una ópera o pedir perdón.

Cuando nos damos cuenta que somos torpes, que nuestra capacidad actoral es mediocre, que tenemos que dedicarnos a la sinceridad porque cualquiera se da cuenta cuando mentimos, tenemos una deprimente sensación de pobreza, debilidad y vulnerabilidad pero, antes de reconocerlo con todo su doloroso realismo, empezamos a buscar ocupaciones, tareas, ámbitos donde esa discapacidad para pedir perdón pase lo más disimulada posible.

Un rasgo asociado a esta debilidad para pedir perdón es el perfeccionismo (2).

Con esta política de no cometer errores, de volvernos poco menos que sádicos con quienes se equivocan, procuramos evitar aquellas bochornosas circunstancias en las que tendríamos que reconocer nuestros errores para no quedar como unos necios que defienden lo indefendible por no dar el brazo a torcer (reconocer que somos imperfectos).

Aunque resulte paradojal, otro rasgo asociado a esta debilidad para pedir perdón es la búsqueda de un título universitario (médico, abogado, psicólogo, ingeniero).

Quienes hacemos todo el esfuerzo que sea necesario para obtener un título universitario somos personas inseguras, con una especial vulnerabilidad psíquica para reconocer nuestros errores, pero sobre todo, para reconocer que somos animales deseantes, que nos gustaría realizar muchos actos que nos avergüenzan, que para sentirnos respetables  tenemos que interponer títulos que sean honoríficos, proveedores de estatus, simuladores de un linaje monárquico, que nos disfrazan de «humanos superiores a todos los demás».

   
(Este es el Artículo Nº 1.708)

10 comentarios:

Carolina dijo...

Me encantó el videocomentario. No sé lo que dijo pero me muero con sus caritas.

Anónimo dijo...

El título es como un escudo. Atrás de él te sentís protegida.

Augusto dijo...

Mi madre decía que yo era perfecto cuando dormía.

Morgana dijo...

Su estilo publicitario me gusta, Doc.

Gaspar dijo...

El que no busca seguridad a través de un título universitario, la busca a través de un título inmobiliario.

Luján dijo...

Algunos obtienen el título universitario sin hacer demasiado esfuerzo y sin poner demasiado amor.

Alba dijo...

A veces el amor por la profesión se empieza a sentir cuando comienzas a ejercerla.

Mabel dijo...

Son demasiadas las personas que se sienten superiores a las demás por las cosas que tienen, y ni siquiera saben lo que son.

Francisca dijo...

No me cuesta pedir perdón; parece que para eso tengo talento. Pero igual el asunto me preocupa... tanta facilidad para pedir perdón me da la sensación que se vincula a la demasiada tolerancia que tengo para equivocarme.

Rubén dijo...

Cuando en el colectivo te piden perdón en lugar de pedirte permiso, es porque ya te pisaron.