Las sociedades capitalistas cuentan con dispositivos (mercados) que reparten el poder en forma de dinero, el que llega a cada ciudadano en función de su capacidad para generarlo y acumularlo.
Podemos
pensar que todo ser humano necesita dos tipos de insumos: tangibles e
intangibles.
Que sean o
no pasibles de ser tocados (tangibles) no los hacen ni más ni menos importantes
que los que no pueden ser tocados (intangibles).
Entre los
insumos que pueden palparse están los que podemos intuir: los alimentos, la
vestimenta, la vivienda; entre los insumos que no pueden tocarse están otros
menos obvios.
A estos
últimos podríamos llamarlos genéricamente «suministros narcisísticos», es
decir, aquellos que una vez obtenidos, nos proveen orgullo, complacencia
emocional, sensación de realización social.
Para aclarar más este punto, los «suministros narcisísticos» suelen
ser notorios cuando provocan reacciones desmesuradas de gratificación y que
denominamos pedantería, jactancia, engreimiento, inmodestia, vanidad,
afectación, suficiencia, presunción.
En otras
palabras, una dosis excesiva de «suministros narcisísticos» inflama la personalidad,
la sobredimensiona, la expande.
Aunque
tenga que explicarlo por su dimensión exagerada, podemos deducir de esta
explicación que sentirnos queridos, respetados, importantes, consultados, hacen
a la calidad de vida de manera casi (dije: «casi») tan significativa como tener
suficientes recursos tangibles (alimentos, vestimenta, alojamiento).
Uno de los
«suministros narcisísticos» es la cuota de poder que el colectivo nos haya
asignado.
Este
reconocimiento a nuestra capacidad como administradores, como personas
honestas, confiables, capaces de ser «buenos padres de familia» (varones y
mujeres aptos para cuidar los bienes propios y colectivos), es altamente
valioso para nuestra autoestima, ingrediente este de particular importancia en
el logro de una buena calidad de vida.
Las
sociedades capitalistas cuentan con dispositivos (mercados) que reparten el
poder en forma de dinero, el que llega a cada ciudadano en función de su
capacidad para generarlo y acumularlo.
(Este es el
Artículo Nº 1.702)
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11 comentarios:
Aunque sea un detalle quizá menor y no vaya al meollo del asunto que usted está planteando, me parece importante puntualizar que el dinero no sólo llega a cada ciudadano en función de su capacidad de generarlo y acumularlo, sino que también puede llegar por herencia o por un golpe de suerte (lotería por ej). También puede provenir de hurtos y saqueos. Pueblos enteros fueron saqueados; tengámoslo en cuenta.
El dinero nos da poder, pero como dice Fernando, no es tanto como lo imaginamos. Es probable que el poder que más desearíamos cada uno de nosotros sea el control sobre nuestra salud y sobre nuestra muerte. En eso el dinero ayuda pero no determina nada.
Como no se nada de economía, me gustaría que en algún artículo posterior aclarara cómo es que los mercados reparten el dinero.
Para mi gusto, en la sociedad que vivimos, los suministros narcisísticos dependen demasiado de los insumos tangibles.
Cuando la personalidad se sobredimensiona, o quedamos como unos tontos, o le hacemos creer a los demás que de verdad somos tan grandiosos como parece. Claro que también ocurre que quienes creen en la grandiosidad de un ser humano, desean creerlo, necesitan creerlo.
Acá el tema es el poder. Creemos que el dinero nos da un poder mucho más importante del que puede darnos en realidad. Olvidamos que hasta los narcos más poderosos, tienen enormes limitaciones a su poder. Aunque usen el homicidio como método persuasivo, tienen que andar a salto de mata, tomar mil precauciones, hacer lo que pueden hacer y no todo lo que desearían. Su poder no es ilimitado ni nada que se le parezca.
Los insumos intangibles que no dependen directamente del dinero, son los más valiosos para sobrevivir y acceder a una buena calidad de vida.
Básicamente estoy de acuerdo con Elena, aunque pienso que eso llamado ¨calidad de vida¨ no significa lo mismo para todos. Algunos para sentir que viven bien necesitan estrés y poner en juego su vida.
Tengo entendido que en las sociedades socialistas, a menudo el poder va acompañado de dinero, o al menos a mayor disponibilidad en el acceso a la información.
Me considero a mi misma un bien tangible e intangible, por suerte.
Una dosis excesiva de suministros narcisísticos provenientes del dinero nos puede causar pánico. Al estar habilitados a hacer más cosas, podemos temer que esas cosas no sean demasiado santas.
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