Los seres humanos nos esforzamos por acceder a la felicidad. Quizá ésta sea la tarea que nos consume mayor cantidad de energía.
Como he mencionado en otros artículos anteriores (1) la naturaleza nos provoca dolor y nos ofrece el placer para que hagamos cosas necesarias para conservar el fenómeno «vida».
La búsqueda de la felicidad que nos consume cantidad de energía, es una consecuencia de esa metodología que utiliza la naturaleza para conservar el fenómeno «vida».
Una de las ramas del saber que mejor sintoniza con el tema de este blog es la economía.
Para muchos es conocida la «paradoja de Easterlin». Por si no fuera su caso, se la cuento.
El economista Richard Easterlin es un profesor de la Universidad Southern de California.
Este señor hizo una investigación en la década del 1970 por la que concluyó que un aumento en la riqueza de un pueblo no se corresponde con un aumento similar de su felicidad.
Más concretamente, si el patrimonio de alguien aumenta un 10% su nivel de felicidad aumenta sólo un 6% y si aumenta un 20%, la felicidad sólo aumentaría un 9% (son cifras inventadas por mí para explicar la idea).
Es muy probable que la naturaleza dependa en gran medida de que nuestra sensación de felicidad sea lo más limitada posible porque ella (la naturaleza) necesita este recurso (nuestra infelicidad) para mantener funcionando el fenómeno «vida».
En suma: Cuando estamos infelices debemos ser incoherentes para movernos en búsqueda de la felicidad (porque para eso existe el malestar) y simultáneamente alegrarnos al comprender que esa infelicidad es por nuestro bien.
(1) El budismo zen y La administración del desequilibrio .
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10 comentarios:
¡Qué suerte que me quedé sin trabajo! ¡Andaaaaa!
Esto sirve solo para el caso de relacionar riqueza con felicidad, y sabemos que la felicidad no depende solo de la riqueza. saludos
Ud nos está pidiendo algo sobrehumano ¡alegrarnos cuando estamos tristes! Me hace acordar al Sermón de la Montaña "felices los pobres de corazón pues de ellos será el Reino de los Cielos".
(Con todo respeto).
¿Cómo podemos hacer para actuar a contra-pelo de lo que sentimos?
¿No será un acercamiento a la psicosis?
No me esforzaré más por acceder a la felicidad, dejaré que ella venga a mí. (con las mujeres me ha dado resultado)
Qué voy a conocer la paradoja esa si no sé siquiera pronunciar el nombre!
O sea que el aumento del patrimonio y el de la felicidad van en sentidos opuestos?! Nunca me lo hubiera imaginado.
No le digo yo que la Naturaleza es lo peor que hay.
Mi madre cuando me castigaba siempre me decía que era por mi bien. Qué sabia la vieja!
Yo no me animaría a dejar de tomar la pastilla cuando estoy de bajón.
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