lunes, 23 de mayo de 2011

La riqueza y la longevidad

A muy largo plazo, todos podríamos conquistar una buena calidad de vida, pero la escasa longevidad de nuestra especie nos obliga a esforzarnos y rendir con más productividad.

Si imaginamos dos personas que nacen el mismo día y que nunca reciben la herencia de algún familiar, ni tienen ingresos extras por juegos de azar, es posible pensar que tarde o temprano lograrán acceder a la calidad de vida que aspiran.

Sin embargo, es probable que mueran con patrimonios muy distintos. Quizá uno llegue a ser rico y el otro fallezca en la pobreza.

La longevidad es un dato esencial en los logros que cada uno obtenga.

Si viviéramos 500 años es casi seguro que a mediana edad existirían muy pocos pobres porque habrían tenido el tiempo suficiente para encontrar las mejores oportunidades, de capacitarse, de ahorrar.

En personas que comienzan su vida como similares condiciones patrimoniales, es decisiva la velocidad de progreso material que tenga uno y otro porque la brevedad de la existencia hará recaer todo el peso de su eficacia en la velocidad de producción, en la eficiencia de sus procedimientos, en la agresividad sostenida en la obtención de ganancias acumulables.

El tema se parece a la carrera de la tortuga y la liebre (en el caso de que a esta no se le ocurra desperdiciar el tiempo como lo hace en la fábula).

Esopo quiso representar con esos animales las diferentes características que tenemos los humanos.

Si nos apegamos a la indiscutible lógica de la fábula, podemos deducir que tanto los humanos veloces como los lentos algún día llegaríamos a la meta (el bienestar) … si no fuera porque somos tempranamente mortales.

En suma: ante iguales condiciones iniciales, la velocidad de producción (eficacia) es determinante para acceder a una calidad de vida digna antes de morir.

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12 comentarios:

Humberto dijo...

Como no me queda tiempo para hacerme rico, al menos trataré de morir con la conciencia clara de que soy un pobre patológico.

Nilda dijo...

Qué ganas de amargarte la muerte, Humberto!

Marga dijo...

Pero yo necesito tiempo para superar todas las trabas que no me permiten desarrollarme plenamente! Cuál es el camino? Los cambios no se pueden apurar, si se pudiera sería a fuerza de voluntad, si fuera a fuerza de voluntad existiría el libre albedrío... y como el libre albedrío no existe... Estamos fritos.

Marina dijo...

Para producir más rápido hay que mostrarse, equivocarse, motivarse, tener esperanza, trabajar en equipo, caerse y levantarse, correr riesgos, invertir, decidir, abandonar, emprender
Uff! ya me agoté.

Hugo dijo...

Yo soy del tipo tortuga y me hermano es liebre. Pero ese hijo de puta no se distrae nunca.

Leonor dijo...

Su planteo no me sirve. Yo quiero vivir distendida.

Lorenzo dijo...

Bueno, entonces dejemos que sean ricos nuestros tátara-tátara-nietos. Ellos vivirán más, supongo.

Néstor dijo...

Dejaré los juegos de azar. Si llego a ganar habré tirado todo el esfuerzo por la borda.

Osvaldo dijo...

Diga que no me dejo tiempo para pensar en todo lo que me gustaría tener y que no tengo. Si me lo pensara viviría violento y agrio.

Gabriela dijo...

Cómo va a ser posible esforzarse si no existe el libre albedrío?
Algunos trabajan más y otros menos, pero nadie se esfuerza.

Nolo dijo...

Dónde está ese que nació el mismo día que yo y se está convirtiendo en rico?! Díganme donde está que lo mato!

Valeria dijo...

Muchas generaciones de mujeres dejaron en manos de sus esposos la lucha por la riqueza.
Esperemos unas generaciones más y veremos que existirán más personas ricas porque se sumarán más mujeres. Pena que no lo voy a poder ver.