jueves, 11 de agosto de 2011

El tejido social

Necesitamos vincularnos con los demás. Entre todos, como si fuéramos hebras, formamos el «tejido social».

En otro artículo (1) les propuse comparar el «zurcido invisible» de un tejido dañado con los mecanismos de restablecimiento autónomo de que estamos dotamos los seres vivos y en particular, los humanos.

Entre otras cosas les comentaba que lo que aparentemente queda resuelto (reparado, soldado, cicatrizado), tiene imperfecciones que se parecen al reverso del mencionado zurcido.

Este ejemplo que utiliza lo que ocurre con un género dañado también nos sirve para imaginar algo referido a nuestros vínculos sociales.

Quienes vivimos toda la vida en una misma cultura, sabemos cuáles son los usos, costumbres y valoraciones predominantes así como también sabemos qué no debemos hacer para evitarnos problemas.

En el caso del zurcido, les comentaba en el artículo mencionado que muchas veces los artesanos expertos toman hebras de alguna otra zona de la misma tela para asegurar la igualación.

De esto podemos concluir que nuestra fuente de asesoramiento para tener la mejor convivencia con nuestros vecinos debe estar entre estos mismos y no en culturas diferentes.

Si utilizáramos hebras de características diferentes, el zurcido se convertiría en un remiendo que le quitaría valor a la prenda. En una sociedad, los ciudadanos atípicos provocan y padecen un rechazo similar.

Cada integrante de un colectivo es único y especial pero compartimos ciertas características.

Por ejemplo, si bien los nativos digitales (los jóvenes) han dejado a los más viejos en condición de inmigrantes, todos necesitamos lo mismo: ser amados por lo menos por alguien y si somos amados por varios, nuestra calidad de vida será mejor.

Si bien el ejemplo del zurcido es antiguo, al ser humano básico que todos llevamos dentro aún le sirve para orientar su estrategia de convivencia.

(1) El zurcido corporal

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10 comentarios:

Selva dijo...

Qué ingenioso llamar nativos digitales a los jóvenes.

Alicia dijo...

Es así como dice; tenemos que parecernos a las personas que nos rodean para ser aceptados. A veces las exigencias de igualación son tan grandes que incluso hay que vestirse igual a las personas del grupo al cual se quiere pertenecer. También se exige un determinado vocabulario, gustar del mismo tipo de música, votar a los mismos candidatos. Parecería que esa igualdad nos atempera la desconfianza; nos da la ilusión de que pensamos y sentimos igual, aunque en realidad sólo se trate de compartir los titulares.

Jacinto dijo...

Si somos amados por varios, no olvidemos el profiláctico.

el poeta dijo...

Los artesanos que toman hembras de alguna otra zona, gustan del intercambio cultural y de largas veladas a la luz de la luna.

Ernesto dijo...

Si estamos incluídos en un tejido social fuerte y flexible, podemos considerarnos dichosos.

Roque dijo...

Los viejos, como inmigrantes que somos en estos tiempos, debemos adoptar una actitud positiva. Tenemos aportes para hacer. Vinculémosnos! Pero sin prejuicios, sin rechazos altaneros hacia los jóvenes. Podemos enriquecernos mutuamente, no perdamos la oportunidad.

Natalia dijo...

Nunca te había escuchado tan positivo Roque! Qué bueno.

Yoel dijo...

Si utilizáramos cebras de características diferentes, aumentaríamos el desconcierto en la vía pública.

Chapita dijo...

Yo creo que estoy hecho de hebras de distintos colores... porque a mí no me gustan los zurcidos. Las cicatrices escondidas igual duelen los días de lluvia.

Joe Black dijo...

En el tejido social nunca hay agujeros porque unos llegan y otros se van.