La cultura judeo-cristiana nos induce a prepararnos para
satisfacer nuestras necesidades vitales pero nos desestimula para satisfacer
nuestros deseos.
Alguna vez nos ocurrió que fuimos rechazados
cuando intentamos obtener la satisfacción de un deseo y nos dolió mucho, pero
cuando algo parecido nos ocurrió cuando buscamos satisfacer una necesidad, el
rechazo nos molestó pero no de forma tan traumática.
No sé cómo serán las culturas asiáticas,
mahometanas, africanas, indígenas, pero en nuestra cultura judeo-cristiana
predominante en occidente, cuando intentamos satisfacer una necesidad (hambre,
abrigo, alojamiento) encontramos una cierta tolerancia a nuestro pedido de
ayuda, pero cuando intentamos satisfacer un deseo (la compañía de alguien, declamar
nuestros poemas, comer una comida especial y no cualquiera que solo nos calme
el hambre) encontramos una cierta intolerancia a nuestro pedido de ayuda.
En otras palabras, la poca o mucha solidaridad
reinante en nuestras culturas, suele manifestarse con los reclamos biológicos
urgentes, de vida o muerte, imperativos naturales. Todo lo demás, casi no
encuentra reconocimiento, simpatía, colaboración.
La poca o mucha solidaridad se encuentra con
asuntos de vida o muerte pero no con asuntos que parezcan prescindibles,
postergables, superfluos.
Nuestra cultura judeo-cristiana supone que
estamos compuestos por una parte material y otra espiritual (dualismo
cartesiano) (1).
Según esta concepción, la parte material es
mortal mientras que la parte espiritual es inmortal.
Según esta concepción, las necesidades son
generadas en la parte corporal-mortal y los deseos son generados en la parte
espiritual-inmortal.
Por lo tanto, la solidaridad es con las
necesidades vitales porque de no atenderlas podemos estar cometiendo omisión de
asistencia y hasta podríamos sentirnos culpables de una muerte. La solidaridad
no considera que los deseos sean tan apremiantes.
En suma: nos preparamos para satisfacer nuestras necesidades (supervivencia)
porque nos sentiremos más comprendidos, tolerados, ayudados y no nos preparamos
para satisfacer nuestros deseos (bienestar).
Otras menciones al concepto «necesidades y
deseos»:
(Este es el
Artículo Nº 1.541)
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11 comentarios:
¿Por qué los demás no son solidarios a la hora de satisfacer nuestros deseos? Pienso que ese desapego hacia nuestros deseos, no resulta por dificultades en la identificación con la persona deseante. Compartimos con el resto de los seres humanos, muchos de nuestros deseos. Creo mas bien que se trata, justamente de la identificación con esos deseos. Sentimos que nuestros deseos son peligrosos y nos vemos reflejados en los otros cuando el otro desea.
Estoy de acuerdo con Alicia pero agregaría algo: somos negadores de nuestros deseos. A menudo no tomamos contacto con ellos. Aceptar el deseo del otro implica aceptar el deseo propio. Y como decía Alicia, sentimos que muchos de nuestros deseos son inaceptables, que complicarían nuestra vida en sociedad, la convivencia con los otros. Entonces tendemos a pensar -ahora sí de manera consciente- que los deseos se pueden postergar, no se les debe prestar demasiada atención, no son vitales. Y es cierto, no son vitales, pero, junto con las necesidades, son los motores de nuestra vida.
Me pregunto si, como dice Luis, los deseos no son vitales. La insatisfacción de los deseos puede llevar a una depresión profunda y de la depresión profunda se puede pasar al suicidio. La bronca que sentimos por no satisfacerlos, se vuelve en nuestra contra, porque sabemos que no podemos salir a matar, a destrozar¨. Entonces la agresión la desviamos hacia nosotros mismos, nos bloqueamos, inconscientemente nos ponemos un chaleco de fuerza y no salimos de casa, nos quedamos tirados en la cama, no tenemos ganas de comer (o por el contrario, nos comemos todo tratando de compenzar la falta de satisfacción).
Es curioso que la insatisfacción de un deseo sea más traumática que la satisfacción de una necesidad. Según el Psicoanálisis, la insatisfacción del deseo de casarnos y tener hijos con mamá y con papá, El Edipo, estructura nuestro psiquismo. Esta teoría estaría respaldando la afirmación de Fernando: ¨cuando buscamos satisfacer una necesidad, el rechazo nos molestó, pero no de forma tan traumática¨.
Opino que la insatisfacción de una necesidad tan primaria como el hambre, en edades tempranas, debe dejar huellas importantes en nuestro psiquismo. El primer modelo de amor surge a partir de la satisfacción del hambre, en los brazos de mamá.
La cultura judeo-cristiana nos prepara para aceptar el sacrificio, incluso la autoflagelación. Si nos sacrificamos, supuestamente, para esta cultura, estamos colaborando en la conservación de la especie, porque así como reprimimos el amor sexual, reprimimos el odio.
No podés decir, Luján, que los cristianos y los judíos repriman el odio de manera más eficaz que otras culturas. Los hechos históricos y los conflictos o las guerras actuales, entre israelíes y palestinos, o entre católicos y protestantes, lo demuestran.
La canción ¨Honrar la vida¨, nos dice que sobrevivir no es honrar la vida. Nos habla del bienestar que nos proporciona luchar y defender nuestra identidad. En realidad luchar y defender, no parecen ocupaciones que impliquen mucho bienestar... pero las necesitamos para obtener calidad de vida. De lo contrario transcurriríamos huecos, sin deseos ni objetivos, sólo haciendo lo necesario para distraernos y permanecer vivos. Sugiere cierta abulia que nos puede conducir a la insatisfacción crónica que nos provoca el consumismo.
Cuando pedimos ayuda para satisfacer una necesidad, es cierto, muchos corren a auxiliarnos. Auxiliar a otro nos hace bien, nos gratifica. Sentimos que tenemos el poder de ayudar porque nosotros no estamos tan mal como el ayudado. Es bueno que esta solidaridad exista, bueno para ambas partes, pero si la solidaridad se convierte en caridad, terminamos por anular la capacidad de resiliencia del otro, y la fortaleza necesaria que debe desarrollar para crecer y sobrevivir.
Si los otros colaboran en satisfacer los reclamos urgentes de vida o muerte, es porque responden al mandato de la naturaleza: la supervivencia de la especie. Lo demás es secundario.
En la especie humana ¿el sexo es una necesidad o un deseo?
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