En todas las clases sociales se viven situaciones gratas e
ingratas. El bienestar o el malestar no dependen de la economía.
Los invito a imaginar una representación
gráfica según la cantidad de dinero que tenemos para nuestros gastos:
alimentación, vestimenta, alojamiento, entretenimiento.
La representación gráfica consistiría en una
escalera ascendente. En el primer peldaño están quienes no tienen satisfechas
sus necesidades vitales (indigencia), en el segundo peldaño tenemos a quienes
apenas ganan lo necesario para cubrir los gastos más imprescindibles, y así
sucesivamente, en el tercer peldaño están los pobres, luego la clase media y
finalmente los ricos.
Dentro de cada nivel (peldaño), podemos
encontrar distintas opiniones sobre cómo se sienten sus habitantes y ahí
tomaremos contacto con diversas sensaciones, pues ellos expondrán sus
diferentes grados de conformidad y de disconformidad, diciendo:
— Los habitantes de los peldaños más bajos,
quizá digan: «mal no
estoy pero bien tampoco», «así no vale la pena vivir», «me conformo porque no
le debo nada a nadie», «todo esto es poco, pero mío», «lo único que me interesa
es estar sano», «mataría a quienes tienen de más y no reparten», «¡ya vendrán
tiempos mejores!» y una infinita gama de expresiones, sentimientos, opiniones.
— Los
habitantes de los peldaños intermedios, quizá digan: «todo está carísimo»;
«vivimos trabajando, estoy bastante cansado»; «no veo la hora de jubilarme»;
«solo trabajo para pagar facturas y cancelar deudas»; «con mi cónyuge hablamos
muy poco»; «casi no sabemos qué piensan nuestros hijos»; «le tememos a la
delincuencia» y una infinita gama de expresiones, sentimientos, opiniones.
— Los
habitantes de los peldaños más altos, quizá digan: «el estado se queda con
buena parte de lo que ganamos»; «dedicamos mucho esfuerzo a conservar lo que
hemos ganado con sacrificio»; «no entendemos cómo algunos pueden envidiar
nuestra situación»; «quisiera tener menos pero disfrutar más».
(Este es el
Artículo Nº 1.631)
●●●
10 comentarios:
Estoy muy de acuerdo con lo que ud. expone. Y las diversas sensaciones de las distintas clases sociales me parecen muy ajustadas a la realidad.
Es cierto que las gratificaciones no vienen, en su mayoría, por el lado del dinero.
Desde mi punto de vista los pobres serían quienes ganan lo necesario para cubrir los gastos más imprescindibles.
Primero pensé: ¡Qué bueno, soy clase media! Y cuando vi lo que decían los habitantes del los peldaños intermedios se me vino el alma al piso.
Para mí el bienestar tiene mucho que ver con lo que se ve en el dibujo de los Simpsons. Una familia con los nenes el gato y el perro.
Pocas veces me queda un saldo para destinar a entretenimiento. De todos modos en casa o con los amigos, siempre encuentro formas de entretenerme muy económicas.
Trato de vivir sin preocuparme demasiado por subir esa escalera ascendente desde el punto de vista económico. Disfruto lo más que puedo las posibilidades que me da el peldaño en el que estoy.
Aunque los habitantes de los peldaños más bajos parecerían ser quienes están más conformes con su situación, son los únicos que incluirían actos violentos (como llegar a matar) invadidos por el odio. Creo que eso es un error. Puede que tales sentimientos predominen en las clases más bajas, pero están presentes en todas las clases sociales.
Me parece que los más quejosos e inbancables son los de la clase media. Parece que llevan una vida a contrapelo, con importantes frustraciones en aspectos claves de sus vidas: la familia, el trabajo.
Cuando los habitantes de los peldaños más altos se quejan de los impuestos que pagan, son muy egoístas; por no decir otra cosa...
Si los ricos quieren tener menos y disfrutar más, ¡qué se los impide! Repartan, inviertan sin esperar ganancias, donen, gasten en cosas que disfruten ¡Tantas cosas pueden hacer!
Publicar un comentario