Entre la medicina colectivizada y
los sistemas educativos, los gobernantes logran que una mayoría de ciudadanos
sean muy parecidos y fáciles de gobernar.
Tanto los
sistemas educativos como los servicios de salud médica, tratan de convertir a
los desprolijos, singulares y heterogéneos seres humanos, en ciudadanos
uniformes, iguales, «clonados».
Ya he
mencionado que un ser humano normal busca resolver los problemas de la forma
más sencilla posible (1). Más aún: un ser humano normal trata de no resolver
los problemas, procura ignorarlos, no los anda buscando.
Esa
tendencia a evitar los problemas es criticada por todos nosotros cuando se
trata de los demás aunque, contradictoriamente, todos hacemos lo mismo más o
menos a menudo.
Para
facilitar la gobernabilidad de los ciudadanos, los gobernantes (seres humanos
como los demás), intentan facilitarse la tarea. Para ello apelan a utilizar dos
raseros, es decir, dos procedimientos para que sus gobernados sean muy
similares, tan similares que les permitan tomar resoluciones para una sola
persona (Juan Pueblo), y que después no haya más que replicar ese procedimiento
para los millones de habitantes que tenga su jurisdicción gubernativa.
La medicina
está abocada a que todos consulten a un médico, confiesen sus pecados como en
un confesionario católico, para que el médico le diga, con exactitud
matemática, si tiene que modificar la dieta alimenticia, cambiar los hábitos
sedentarios, y asignarle una cierta cantidad de productos farmacéuticos para
que el ciudadano sea dependiente de esas medicinas, en caracter de drogadicto
no problemático y sometido rigurosamente al control médico.
El sistema
educativo hace algo similar. Por ejemplo, le dice a los futuros ciudadanos:
«así no te queremos», «tienes que cambiar mucho», «si nos desobedeces serás
castigado con la exclusión laboral», «si no apruebas todas las exigencias
educativas, no conseguirás trabajo y te condenaremos a una muerte civil».
(Este es el
Artículo Nº 1.645)
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8 comentarios:
Celebrar las diferencias; esa es una frase que me gusta. Cuánto nos aporta conocer a personas diferentes!. No sólo por curiosidad, sino porque el universo de cada individuo nos da algo difícil de definir. Ese algo nos ayuda a conocernos, porque en las diferencias nos descubrimos y repensamos. En las diferencias, además, encontramos nuevas formas de disfrutar, compartir y amar. Sólo hace falta superar el miedo, y esto es posible porque en lo básico somos iguales.
Los individuos parecidos y aislados son fáciles de gobernar. Es simple estudiar qué quieren, qué les molesta y qué esperan de sus gobernantes. Es fácil mantenerlos más o menos contentos y desligados de las cosas que realmente importan.
No puedo pagarme una psicoterapia, así que agradezco la posibilidad de conversar (no lo siento como una confesión) con el párroco del barrio.
Hasta ahora no he encontrado un médico que me escuche, pero seguiré buscando porque mis amigos dicen que los hay.
Juan Pueblo es más complejo de lo que parece. Esa complejidad no se nota porque este Juan es de bajo perfil.
Me preocupa ser una drogadicta no problemática. Una drogadicta de receta verde. Estoy bajo control y nada indica que pueda resolver por mi misma. A su vez, esta preocupación no deja por eso de implicar también un alivio. Esta paradoja se debe a que las medicinas me han ayudado -o al menos de eso me convencí-. No vislumbro por ahora ninguna salida, pero de momento me siento bien y eso no es poca cosa.
Me contaron que en Bs. Aires hay un colegio cooperativo cogestionado por los maestros, los padres y los alumnos. Me gustaría saber más de esa experiencia. (Agradezco que si algún lector sabe, informe).
En realidad la exclusión laboral se debe más a la exclusión social que a la educativa.
Ignorar los problemas es un mecanismo que se dispara de manera inconsciente, quizás a la espera de que estemos en condiciones de enfrentarlos.
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