Nuestra psiquis entiende que el trabajo gratuito puede interpretarse como infinitamente más valioso que si fuera remunerado con poco dinero.
En otro artículo (1) les comentaba que los
comics, donde se cuentan las aventuras de los súper-héroes, podrían estar
sugiriéndonos un mensaje perjudicial para nuestra mente, (moral, sentido común,
discernimiento), en tanto los personajes realizan obras de un valor enorme pero
en ninguna de sus historias nos enteramos de que el súper-héroe haya cobrado
algún dinero por su trabajo.
Esto nos haría pensar que para ser tan
grandiosos como ellos, o si tan solo pretendiéramos parecernos, tendríamos que
deponer cualquier afán de lucro.
Nuestro funcionamiento mental nos lleva a
sacar una conclusión paradójica.
Efectivamente, según los comentarios de dos
lectores que firman Elena y Lautaro, la ausencia de remuneración por las
proezas puede interpretarse como que el valor económico es infinito, es tan
grande que no se puede pagar, es «invalorable».
Este hecho
tiene alguna vinculación con lo que comenté en otro artículo (2) respecto a
cuál es el valor de la vida humana. En ese artículo les decía que solo en
circunstancias muy especiales es posible asignarle un valor económico a la vida
de una persona.
La imposibilidad
de asignarle un valor económico a un bien o a un servicio, puede ser realista
por lo incalculable o estratégico.
No podemos descartar que alguien busque
oportunidades de realizar tareas no remuneradas porque prefiere aprovecharlas
para sentir (imaginar) que su participación es infinitamente valiosa, imposible
de ser remunerada por lo invalorable.
Esta interpretación del trabajo gratuito
genera otra idea paradojal: el solo hecho de cobrar algo, por ejemplo, un
dólar, cancela radicalmente esa sensación de grandiosidad incalculable para
convertirse en una tarea insignificante dada la pequeñez del pago que la
remunera.
Paradójicamente, «uno» (como unidad)
sería infinitamente menor que «cero» (nada).
(Este es el
Artículo Nº 1.664)
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11 comentarios:
Sí, en muchas ocasiones 1 es menos que cero. ¨Quedar a mano¨ (0) es mejor que quedar debiendo uno o salir ganando 1. ¿Por qué? Porque quedar a mano cancela obligaciones. Ya no le debemos nada a nadie, ni nadie nos debe nada, es decir, paz.
Yo destacaría otro punto; la cuestión de que cero es más que uno por lo invaluable. Cuando el médico nos salva la vida, ¿cómo se lo pagamos?. Cuando un familiar nos dona un riñón, ¿cómo se lo pagamos?, ¿y cuando alguien nos brinda amor?...
En estas situaciones quedamos agradecidos, infinitamente agradecidos. Por eso despreciamos injustamente al dinero. Comparado con todo esto otro, lo que hacemos para obtener el dinero para vivir, pasa a ser algo de segunda o tercera categoría. Podemos llegar a desvalorizar nuestro trabajo e incluso desvalorizarnos a nosotros mismos. Eso no debería ser así. Nuestro trabajo vale, cada ser humano, cada vida vale. Que algunas cosas sean impagables no significa que otras sí se puedan pagar. Y si nos pagan poco, si nos pagan menos de lo que consideramos justo, tendremos que trabajar juntos para cambiar las cosas, o de lo contrario buscar otro trabajo donde nos sintamos valorados.
El trabajo que amo y valoro es mal pago. Jamás cambiaría de trabajo, aunque sí, socialmente me siento desvalorizada. Pienso que la sociedad no le da el merecido valor a lo que hago. Mi camino entonces será uno de los que plantea Gabriela, tratar de cambiar las cosas juntos. Me gusta que ella utilice la palabra ¨trabajar¨ y no la palabra ¨luchar¨. Luchar por el salario implica confrontación, parecería que de un lado están los buenos y sacrificados trabajadores y del otro los malos y abusadores empresarios y/o gobernantes. Creo que no es así. Existe un orden que nos precede y determina por una complejísima red de factores, la remuneración de cada actividad. No hay buenos y malos. Hay gente que está de un lado porque la vida los puso allí, y gente que está del otro por el mismo motivo. Tampoco debería tratarse el asunto como una mera negociación: yo cedo en esto a condición de que tú me otorgues esto otro. Pienso que el asunto va por el lado del diálogo y la empatía. Por el lado de hacer valer las razones de cada uno, pero no en actitud confrontativa, sino poniendo en juego la comprensión de las situaciones desde un punto de vista global. Discernir qué es lo posible y qué no. Adaptarse a la realidad o de lo contrario poner tiempo y energía en cambiarla, si es que eso nos motiva.
En cuanto al tema de la motivación que alude Elena, opino que se convierte en una responsabilidad. Si nos sentimos motivados para intentar cambios, asumiremos la responsabilidad de hacer lo que esté en nuestras manos. Quien no se siente motivado para eso, que por lo menos deje de quejarse. Es válido preferir gastar el tiempo y la energía en otra cosa. Un trabajador puede motivarse trabajando desde el sindicato, pero otro se motiva aceptando el salario que le toca y usando su tiempo libre en recrearse, estar con su familia, sus amigos y todo lo que se les ocurra. Me parece que los dos caminos son válidos. Pero eso sí, como dije antes, quien no hace nada por cambiar las situaciones que le molestan, que se vaya a llorar al cuartito, que no la juegue de víctima.
Entendámoslo de una vez: no somos súper-heroes. Nos cansamos, no podemos con todo, necesitamos dinero, tenemos mucho amor pero también tenemos -antes que ninguna otra cosa- mucho egoísmo. Si no lo tuviéramos, no cuidaríamos nuestra vida. El egoísmo es natural a cualquier ser vivo. Me refiero al egoísmo necesario para ser lo más feliz posible. No estoy hablando del egoísmo que es falta de conexión con el otro, incapacidad de registrarlo, egocentrismo. Eso sí que es malo y entorpece todas las relaciones. Egocentrismo es la incapacidad de dar. Egoísmo es la capacidad de cuidarse para estar bien y estar bien para los otros.
Me parece totalmente válido que quien tenga sus necesidades económicas satisfechas, encare voluntariados, siempre y cuando no le esté sacando el trabajo remunerado a otros.
De acuerdo, Roque, pero todo trabajo es pasible de ser remunerado, salvo que se consiga gente que lo haga gratis.
Y cuando el estado no puede pagar, ¿quién hace los trabajos necesarios?. Y cuando hay una persona o un grupo de personas que no puede pagar, ¿se quedan sin servicios que son esenciales?. Esto a la larga es más costoso. Si alguien no puede solventarse porque no está capacitado y no hay dinero para capacitar a esas personas, tendríamos que pensar las consecuencias negativas que genera en el colectivo (violencia, apropiaciones). Lo mismo vale para Estados pobres o en situaciones de catástrofe. Las necesidades básicas tienen que cubrirse de algún modo. Después de un terremoto o una guerra, se necesita mucho trabajo honorario para salir adelante. Son gastos que no estaban previstos, o que podían estar en cierto modo previstos pero que superaron la capacidad de pago.
Si no cobramos porque tenemos baja autoestima y necesitamos compensarla sintiéndonos grandiosos, estamos haciendo una gran estupidez.
Claro Norton, ese creo que es el valor estratégico del que habla Fernando. Una estrategia del inconsciente que nos podrá servir por un tiempo, pero no parece la mejor de las soluciones. Como tú dices, termina siendo tonto.
No estoy de acuerdo con Mabel. El inconsciente no hace cosas tontas. Él sabe qué nos conviene, aunque eso que para nuestro funcionamiento psíquico es la mejor solución, claro está que muchas veces no lo es para otros. Lo que quiero decir es que para el inconsciente de un asesino (yendo a un caso extremo) la estrategia más favorable a su psiquismo puede ser matar, pero entra en conflicto con la necesidad de vivir en paz y de conservar la especie de todos los demás. Entra en conflicto con la civilización y la cultura. Entonces ahí estamos frente a un verdadero problema.
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