El «sentido común» cree que denunciando la infelicidad de los pobres y la felicidad de los ricos, terminará la injusticia distributiva.
Si alguien dijera que ser rico es más doloroso
que ser pobre, alguna luz roja destellaría en nuestro sentido común.
El «sentido común» es la doctrina según
la cual:
— Las circunstancias de vida son como las hemos
visto siempre;
— La filosofía vulgar es la única verdadera;
— La verdad está en lo obvio.
Por su parte el D.R.A.E., para no quedarse
atrás, tiene su propia definición de «sentido común» (1), expresando que es el «Modo de pensar y proceder tal como lo haría la
generalidad de las personas».
Cualquiera sea la definición de «sentido común», me inclinaría a pensar
que es el punto de vista que conserva las circunstancias tales como están, sin
cuestionarse cómo podrían estar mejor (ni siquiera cuando se las critica
ferozmente), y mucho menos animarse a proponer otros puntos de vista que se
apartaran de lo que siempre se opinó sobre cada asunto.
Por lo expuesto, reafirmo lo que decía más arriba: estaría virtualmente
prohibido por el «sentido común» sugerir que ser rico es más doloroso que ser
pobre. Estaría prohibido porque la doctrina del «sentido común» afirma todo lo
contrario: los ricos son felices y los pobres son infelices.
La población biempensante (la más fiel al «sentido común»), ¿podría
suponer acaso que con este diagnóstico de felicidad e infelicidad está
consolidando la injusta distribución de la riqueza? No, por supuesto que no.
La población biempensante, esclava del «sentido común»:
— está convencida de que denunciar la infelicidad de los pobres es hacer
todo lo posible para aliviar esa penosa condición, y también
— está convencida de que denunciando la felicidad de los ricos, esto
será suficiente para que se avergüencen y devuelvan lo que tienen de más.
(Este es el
Artículo Nº 1.670)
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14 comentarios:
Si denostar a los ricos es alentarlos a ser más ricos, puede ser bastante comprensible que durante milenios no hayamos logrado justicia distributiva. Porque durante muchísimo tiempo es lo que hemos hecho.
O sea que a los ricos no les interesa (en su mayoría) la aprobación de los pobres. Por el contrario, buscan diferenciarse más y más de ellos. Cuanto más les critiquemos, más buscarán la crítica y más alentados se sentirán a ser y continuar siendo ricos.
Si denuncio mi infelicidad, algunas personas se acercan (por un tiempo) y otras se alejan (definitivamente). Parece que no es buena política denunciar la infelicidad. Quizás sea más efectivo hacer cosas que me acerquen a la felicidad.
Como no todos los ricos son felices, (de pronto hay la misma proporción de pobres felices que de ricos felices) envidiarlos puede ser una agresión para ellos. Al sentir que no se los conoce ni comprende, pueden tender a agruparse entre ellos, aislándose del resto. Esto es bastante probable. Es muy poco común que a alguien le guste juntarse con personas que lo odien.
Como Ud. dice, el sentido común nos propone que la verdad está en lo obvio. Si fuese cierto que esto no es así, entonces la verdad se esconde detrás de lo obvio.
Las circunstancias de la vida cambian siempre, y junto con esas circunstancias cambiamos nosotros.
Tiene razón! El sentido común es un sentido conservador!!!
En el primer lugar que aprendimos a no apartarnos de lo que siempre se pensó, fue en la familia. Luego advertimos que la familia está inserta en la sociedad y las sociedades, en el mundo que nos tocó vivir. Podemos renegar de nuestra familia, o mas bien, de aspectos de nuestra familia, pero a la familia ya la llevamos incorporada. Forma parte de nuestro cuerpo. Por extensión podríamos pensar que la sociedad y el mundo también.
Revelarse puede ser considerado un delito (depende a través de qué medios se revele uno). El ostracismo es una metáfora clara de lo que puede llegar a suceder si uno se revela.
Hacer todo dentro de los parámetros que usarían la mayoría de las personas es casi como un seguro de vida.
A veces ¨cambiamos todo para no cambiar nada¨. Cambia sólo el aspecto, pero la sustancia es la misma.
Por lo que dice Susana, los que critican ferozmente son en general los que nada hacen para mejorar las cosas.
Aclaro que cuando digo ¨nada hacen¨ me refiero al hacer pensando y al hacer haciendo.
La población biempensante no es la esclava del sentido común. Es la que desafiando el sentido común, deja a un lado los prejuicios.
Los ricos jamás se van a avergonzar de lo que ostentan con tanto orgullo.
No todos los ricos ostentan. Además lo que hicieron y lo que tienen implica trabajo, ya sea lo que tradicionalmente entendemos por trabajo, o el trabajo de tener la cabeza puesta en los negocios. No es tan fácil lograr que las fortunas se multipliquen solas. Por lo menos tenés que tomarte el trabajo de contar a tu alrededor con personas de confianza. Y eso para los muy ricos no es nada fácil, porque serán muchos los que se les acercarán tentados por el olor del dinero.
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