Para algunas personas describir un proyecto equivale a
realizarlo y no logran comprender la causa de sus pobres resultados.
En varias ocasiones compartí con ustedes
comentarios referidos a la generalización que nuestro cerebro puede hacer
cuando confunde el todo con la parte (metonimia) (1).
También he utilizado varias veces la
polisemia, («Pluralidad de significados de una palabra o de cualquier
signo lingüístico.»), para señalar cómo el lenguaje nos induce a entender mal la realidad.
Las mujeres son personas tan importantes para
todos que, para que no nos abrume tanto protagonismo, algunos (hombres y
mujeres) necesitan descalificarlas... como quien le agrega agua a una bebida
demasiado concentrada.
Ellas son tan abrumadoramente importantes
porque cronológicamente están en los cimientos de nuestra psiquis en tanto
fueron las que hicieron los aportes fundacionales, las que instalaron en
nosotros las primeras sensaciones, sentimientos, lenguaje.
Aunque todo nuestro funcionamiento psíquico es
importante, les comento algo que nos ocurre con el lenguaje.
Así como creemos conocer a las mujeres porque
conocemos a nuestra madre, o creemos saber de literatura porque una vez leímos
una novela, también tendemos a suponer que describir un proyecto es igual a su
cumplimiento, anunciar que haremos algo equivale a darlo por realizado.
El refrán «Perro que ladra no muerde», alude
elípticamente, (salteándose algunas explicaciones), a esas personas que no
hacen otra cosa que hablar, prometer, discursear.
En otro
artículo (2) les comentaba que podemos aislar dos tipos de trabajadores: los
que responden a estímulos exteriores (hambre, oportunidades, lucro) y los que
responden a estímulos interiores
(fantasías, sueños, proyectos).
Esa
particularidad que tiene el lenguaje de significar muchas cosas (polisemia) y
la sensación, que provoca en muchas cabezas, de confundir una acción con su
descripción verbal, no permiten entender por qué las mejores ideas pueden terminar
en increíbles fracasos (económicos, laborales, políticos).
(Este es el
Artículo Nº 1.678)
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9 comentarios:
Me ha pasado de creer en que se mucho de una cosa y luego pasados unos años darme cuenta que se muy poco. Muchos fracasos económicos -que yo he vivido- creo que se han debido en buena medida a que ignoraba que me faltaban datos y sobre todo, cualidades, que eran muy necesarias para llevar adelante el proyecto que me había propuesto.
A mí me preocupa mucho la polisemia. Quiero decir, me preocupa que cuando hablo se me entienda mal. Como no le damos a las palabras un sólo significado preciso, surgen los malentendidos. Además, la intención con que se dicen las cosas no siempre es interpretada.
La metonimia también te lleva a confusiones. Por conocer una parte se nos da por creer que manejaremos el todo. Y muchas veces ignoramos cuáles son las partes que integran ese todo y lo que es más importante, la interrelación que hay entre ellas.
Construirse castillos en el aire es bastante común, sobre todo cuando somos jóvenes. La falta de experiencia nos juega en contra. Pero sé que a muchos adultos también les pasa.
Dicen que para llevar adelante un proyecto uno primero tiene que poder imaginarse habiéndolo logrado. Cuando uno se imagina en el lugar al que quiere llegar y se siente cómodo, siente que va a poder sostenerlo, o sea, se tiene fe. En esos casos creo que en general resulta.
Las mujeres son incognoscibles.
Ustedes los hombres también.
Lo que sucede es que hombres y mujeres somos distintos. Tenemos cosas en común, es cierto. En lo que hace a la condición humana supongo que coincidimos bastante. Nos diferencia que sentimos diferente, valoramos con distintos parámetros, tenemos necesidades y deseos distintos, prioridades distintas. Las mujeres tenemos como rol principal protejer a nuestros hijos de modo que puedan sobrevivir. El hombre tienen que encargarse de proveer los insumos necesarios como para que la madre pueda cumplir con su rol
A través del desarrollo de la cultura, que está muy vinculado al desarrollo tecnológico, mujeres y hombres hemos podido flexibilizar nuestros roles. Ambos podemos trabajar fuera de casa y cuidar a nuestros hijos.
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