viernes, 21 de marzo de 2008

¿Cumplidor o terco?

En algunos casos es bueno no tener palabra de honor. Esto es importante tenerlo en cuenta porque se nos ha dicho que siempre hay que mantener la palabra empeñada. Pero esto no es así.

Un ejemplo proverbial es el que dice: «Nunca hay que decir de esta agua no beberé». Popularmente entonces, hay promesas que no se deben hacer. Si alguien da su palabra de que nunca cederá a ciertas tentaciones, está cometiendo un error porque esa tentación puede ser por ejemplo, dar su voto a un partido político con el que nunca estuvo de acuerdo. Pero un día las cosas pueden ser diferentes, usted reconocer que ellos o usted han cambiado, que ahora le gustaría votarlo y si se lo niega, entonces no está cumpliendo su palabra sino que está actuando en base a un capricho, lo cual no es elegante en un adulto.

Alguien muy confiable puede prometerle amor eterno a otra persona y luego, por no traicionar la palabra empeñada, ya no sabe cómo librarse de ese cónyuge con quien hace años que no tiene ningún punto en común.

Puede sentir que es aberrante participar de ciertas prácticas sexuales, pero si las analiza con cabeza fría se entera de que en realidad no son tan dramáticas como usted las veía cuando se juró a sí mismo que eso nunca lo haría. El psicoanálisis le puede dar infinidad de ejemplo de personas que, por no hacer una cierta cosa, hacen otras sustitutivas y muchos más perjudiciales.

En resumen: está bien ser honorable, confiable, previsible, pero si se pasa de la raya y se convierte en obcecado, necio y caprichoso, ahí ya tiene algo para corregir.

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10 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué son esas figuras humanas que parecen una foto trucada? No les encuentro las cabezas. ¿Cuántos son, 2 o 4? ¿Sacaron la foto de algún libro de posturas? En Internet se puede encontrar de todo.

Anónimo dijo...

Creo que sé a lo que se refiere el licenciado -aunque no siempre le entiendeo de primera, debo decírselo-.

En mis 36 años he tenido que cambiar de opción política y creo que lo que me ayudó fue el contar con varios amigos que lo hicieron conmigo.

Ahora que el artículo me hace pensar sobre el asunto, no sé si hubiera podido hacerlo solo.

Quizá sabiendo que uno se empecina neciamente aunque se crea muy racional y autogobernado, pueda manejar mejor esas actitudes fundamentalistas.

Anónimo dijo...

Claro que esta actitud no se podría tener con un banco después que nos presta el dinero ¿verdad? O sí podríamos tenerla pero a cambio de un cierto disgusto de los señores banqueros.

Los contratos que se hacen escritos es probable que no se dejen en la promesa verbal justamente por esta posibilidad que todos tenemos de cambiar de parecer.

Si nos permitiéramos estas libertades habría muchas cosas que no funcionarían.

Me parece muy bien la libertad pero con orden.

Anónimo dijo...

Soy exigente conmigo porque también lo soy con los demás. Aunque cambie de parecer, si la otra persona no está de acuerdo conmigo en que recontratemos lo que nos hayamos prometido, entonces me aguanto y sigo cumpliendo como corresponde, pero, esó sí, lo mismo le exijo que haga la otra parte. No tolero la más mínima traición.

Anónimo dijo...

Para quien le interese: tengo palabra y voy a hacer lo convenido, jodeputa! (perdón el exceso de harinas y la falta de nicotina me tienen muy irascible)

Anónimo dijo...

no me gustan las personas sin honor. soy a la antigua. me gusta la gente de palabra salvo excepciones; por ej. si me dicen que no pero después se arrepienten, ta todo bien.

Anónimo dijo...

revele Mieres la relación entre el dibujo y el texto. a mi me hizo pensar en una orgía. se la dejo picando.

Anónimo dijo...

Qué interesante eso de que el capricho no es elegante en un adulto. Tiene razón. Pero los adultos vamos coleccionando caprichos a lo largo de la vida, es casi inevitable. Entonces seamos elegantes y no mostremos los caprichos en público o no saquemos los caprichos al sol- aunque húmedos sean insoportables_

Anónimo dijo...

Tengo un ejemplo para el psicoanálisis; como juré que no iba a comerme más las uñas ahora hago algo en realidad mucho más perjudicial: le como las uñas a los demás.

Anónimo dijo...

Sr. o Sra. Todos me huyen, pruebe masturbándose, quizás pueda dejar de comer uñas. Sé que es muy conductista, pero vale la pena intentar y no pierde nada.