sábado, 26 de abril de 2008

Deseo prófugo

El deseo se nos presenta como algo muy agradable cuando tiene un cierto nivel (tamaño, intensidad). Cuando se sale de ese nivel, aparecen las molestias: si es escaso nos sentimos deprimidos, tristes, desganados y si es excesivo nos sentimos agitados, excitados, ansiosos.

Cada uno de estos estados se acompaña de inevitables representaciones mentales propias del nivel: cuando estamos deprimidos nos vemos desvalorizados, quizá enfermos y próximos a la muerte; cuando estamos agitados nos vemos como poseídos por un demonio que nos puede inducir a conductas de las cuales habremos de arrepentirnos.

La cantidad de deseo que tengamos en cada momento nos deja postrados en una cama, nos mantiene productivos, trabajadores, o nos lleva a hacer demasiadas cosas, a tomar decisiones muy riesgosas.

Es una creencia popular bastante acertada que la locura incluye un desborde del deseo. En alguna época se pensó que la psicosis era una especie de posesión demoníaca.

Nuestra cultura trata de que la mayoría de las personas seamos tranquilas, que no tengamos mucha energía porque si es difícil gobernar en condiciones normales, mucho más difícil es gobernar a ciudadanos con mucha energía, con ganas de cambiarlo todo, que nunca estén conforme con nada, llenos de ideas innovadoras, emprendedores, revolucionarios.

Este es un buen motivo para que la locura se vea con temor y se trate de enchalecarlos químicamente para que se queden tranquilos y no molesten. Cuanto más chata es la cultura reinante, más temor se le tiene a la psicosis y cuanto más creativa es la cultura reinante, más tolerancia, comprensión y aceptación se siente hacia este grupo de personas.

●●●

11 comentarios:

Anónimo dijo...

El teclado de mi compu no tiene esa tecla, pero si la tuviera no sabría para qué usarla igual que otras que están en mi teclado que todavía no me animé a presionar por miedo a que salte todo por el aire.

Anónimo dijo...

No sé bien qué es el deseo del que habla el artículo. Lo único que se es que a veces tengo muchas ganas de estudiar y trabajar y otras veces no tengo ganas absolutamente de nada y largaría todo a la mierda. Cuando tengo ganas de hacer de todo me siento contento pero veo que la gente que me rodea se pone de mal humor con mi entusiasmo y a los dos o tres días, supongo yo que de tanto mal humor que encuentro a mi alrededor, me convenzo de que nada tiene sentido y que para qué matarme trabajando y estudiando si al final no voy a conseguir nada porque tengo a todo el mundo en contra mío.

Anónimo dijo...

Me parece que el licenciado está expresándose con demasiado romanticismos porque el contacto con la realidad que tiene un psicótico es lo suficientemente distante como para que su conducta pueda integrarse adecuadamente.

No dejo de reconocer que la farmacología está logrando progresivos avances que le aportan al psicótico períodos de estabilidad suficientemente prolongados como para hacer una vida normal, si entedemos por normal las conductas que tenemos muchos no-psicóticos y que deja mucho que desear en cuanto al contacto con la realidad.

De todos modos, el psicótico es una persona especial que tiene diferencias que no sería realista negar.

Anónimo dijo...

A veces consumo marihuana, otras veces alcohol, algunas -las menos- cocaína y me siento muy bien. Mis ideas son mucho más creativas, veo al mundo de otra forma mucho más positiva pero el gran problema es cómo reaccionan los mediocres santurrones que no pueden dejar de pensar que su patética cobardía debería llamarse ética, moral, buenas costumbres.

Algún día los gobernantes se van a poner las pilas y van a autorizar el uso de algunas drogas, claro que antes tendrá que capacitarse para gobernar a gente creativa y tendrán que dejar de recibir fondos de los narcos que le financian las campañas proselitistas para que cuando gobiernen mantengan la prohibición que aumenta las ganancias de ellos.(de los narcos).

Anónimo dijo...

No sé de dónde lo saqué pero alguien dijo que después de los treinta años nadie debería ser empleado de alguien y argumentaban que todo tiene una etapa que si no se termina es por simple retardo. Me acuerdo que se decía algo de que no se puede estar en el colegio a los veinte años o que no se puede seguir tomando la teta a los diez.

A mi (44) déjenme con este mongolismo. Les prometo que en la próxima reencarnación seré más inteligente y corajudo y pondré una empresa a la edad que uds quieran. ja-ja-ja-

Anónimo dijo...

Hace poco empecé un curso intensivo para EMPRENDEDORES. Los del curso eran unos norteamericanos que se venían con todo a evangelizarnos en las creencias y conductas del primer mundo de ultra capitalismo.

Los aguanté 4 días porque los tipos pretendían que en el curso hiciéramos negocios de verdad, que creáramos un emprendimiento, que fabricáramos o intermediáramos pero que hiciéramos algo y que al que obtuviera las mayores ganancias del grupo, le devolvían el importe del curso.

Ahí sí que casi me vuelvo loco.

Anónimo dijo...

Ahora parece que el último grito de la moda es que todo el mundo tiene que crear su propia empresa. Ya sé que es más profundo, pero me tienen harto con los créditos, cursos y asesoramientos para los microemprendimientos.

Anónimo dijo...

El licenciado ¿está a favor de los deseos agrisados? ¿le gusta estar bien con dios y con el diablo? Habla en tono crítico de que los países se vuelven más difíciles de gobernar con gente creativa y por otro lado establece que hay un equilibrio por el que deberíamos velar para no caer en la manía o en la depresión?

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con la opinión de Magallanes.
¿Por qué no deja el romanticismo para otras cosas?

Anónimo dijo...

Los locos creativos por excelencia me parece que son los borderlaine. Los demás llaman la atención por otras cualidades, pero no precisamente por la de ser creativos.

Anónimo dijo...

Raúl quizás no sepa para que usar la tecla `crear mi empresa´porque el mismo es una empresa caminando. Hay personas que son así.