Algunos piensan que un paro de actividades por razones gremiales es una medida muy dura contra los intereses de quien se pretende conmover con esta actitud (dueño, jerarca). El paro también pretende hacer ver cuán valioso es el trabajo ya que se ponen de manifiesto todas las pérdidas y contratiempos que produce la inactividad.
Si aceptamos la idea propuesta en el párrafo anterior, estaremos de acuerdo que la huelga es una medida aún más fuerte contra los intereses de quien se pretende conmover. Constituye un aumento cuantitativo del paro, que de por sí, ya habíamos consignado como bastante agresivo.
De todos modos quien padece el paro se resarce parcialmente en tanto no paga los salarios que corresponden a todo el tiempo no trabajado (por paro o huelga).
La lógica de los acontecimientos hace que exista una medida aún más agresiva que esta y que es el “trabajo a reglamento”.
Toda empresa o institución tiene algún reglamento sobre cómo espera que los trabajadores hagan las cosas. Sin embargo la paradoja está en que esta medida sindical de realizar todo el trabajo ‘a reglamento’ durante el tiempo que dure el conflicto, hace que el patrón tenga que pagar los salarios (ya que los trabajadores realizan alguna tarea), no puede denunciar legítimamente porque los reclamantes lo único que hacen es cumplir estrictamente lo que el mismo patrón estipuló por escrito, pero resulta que la productividad cae de tal manera que el perjuicio equivale al paro o a la huelga, pero teniendo que pagar los salarios.
●●●
19 comentarios:
Esto no lo entiendo, pero tampoco entiendo por qué los trabajadores 'le pegan' a otros trabajadores para obtener la solución a sus conflictos. No me importa que se pare la producción de galletitas, pero cuando nos dejan sin el subte o sin el tren o sin el micro a la salida de nuestros trabajos, a los únicos que están castigando es a quienes no tenemos nada que ver.
Los trabajadores luchamos primero para que no nos saquen lo que ya conseguimos a fuerza de la incansable militancia en favor de los salarios, las jubilaciones, las pensiones, no solamente para el día a día sino también para que el trabajador cuente con un futuro promisorio pero sin menoscabar y sin olvidarnos del objetivo social, siempre solidario y bregando por el bienestar de la clase obrera.
El trabajo a reglamento efectivamente es muy efectivo pero es sumamente difícil de implementar, sobre todo en grupos grandes. Generalmente los reglamentos son desconocidos o no recordados por los compañeros y los dirigentes sindicales no puedemos estar en todos lados indicando qué debe hacer y -sobre todo- cómo debe hacerse.
Ya estoy viejo y dentro de unos meses cumpliré los sesenta años y un minuto después pediré que me jubilen. Desde que tengo trece años que trabajo y siempre es el mismo lío y no creo que algún día vaya a terminar porque lo poco de historia de los movimientos obreros que he leído siempre hablan de lo mismo: Patrones y obreros pelean por lo mismo y el tironeo es inevitable. Si algún jovencido está leyendo esto, sepa que cuando empiece a ganarse la vida, una de las tareas obligatorias es luchar junto a los compañeros para conservar o mejorar las condiciones de vida. Sin lucha no hay nada, aunque los neoliberales digan lo contrario.
Suelo detenerme en estos tres blogs porque tocan temas de psicología que es mi profesión desde hace dos años.
El tema gremial me hace pensar que los psicólogos no podemos hacer huelga y no me doy cuenta -ahora que lo pienso por primera vez- cómo podemos luchar juntos para obtener las condiciones de vida más dignas.
En principio diría que nunca oí de que los psicólogos hicieran una huelga. ¿Podremos? ¿Qué fuerza tenemos? ¿Tenemos alguna?
El cro Vladimir (de nombre tan ilustre. Va mi afecto) debe entender que aún no se ha inventado el medio de lucha que evite causarle ciertas molestias a los usuarios de los servicios que están en conflicto con las patronales. El razonamiento debería ser diferente. El usuario afectado por la suspensión del servicio debería preguntarse qué están haciendo los responsables del mismo para que los trabajadores tengan que recurrir a tan grave extremo. Nosotros nunca haremos nada en contra de nuestros hermanos de clase, pero no tenemos otras herramientas que el paro cuando las negociaciones no avanzan por la irresponsabilidad social de los patrones capitalistas neoliberales.
La Psic Rosalía se pregunta si no tiene fuerza sindical para defender sus intereses de clase y creo que realmente no la tiene. Hasta cierto punto algunas profesiones, los jubilados y los pensionistas carecemos de armas para pelear por lo que nos corresponde. Esto no quiere decir que estemos abandonados a la buena de Dios, pero las soluciones a nuestras demandas habrán de tener un recorrido más bien político que sindical.
Si a ciertos sectores de interés nacional les preocupa nuestro bienestar, ellos serán nuestros aliados y quizá debamos depender de la fuerza que ellos sí puedan tener, por ejemplo, en el parlamento.
Los reglamentos contienen normas para ser cumplidas todos los días y otras para el caso en que haya que castigar a alguien porque se tomó atribuciones que siempre se tomó pero justo hacía falta un chivo expiatorio. Cuando alguna cabeza tiene que rodar para calmar la furia de los patrones, de los jefes, de los usuarios o de los accionistas, entonces se apela a aquellas normas del reglamento que siempre estuvieron apretadas en el dobladillo pero que nunca dejaron de estar vigentes pero que si se utilizaran continuamente la productividad sería un desastre.
Los trabajadores que se toman atribuciones pensando que los superiores lo admiran o lo protejeran cuando se le venga la noche, son candidatos ideales a pagar los platos rotos en cualquier momento. Ellos no lo saben hasta que les pasa lo peor. Es más: a veces ven cómo lo degüellan injustamente y no pueden admitir que siempre estuvieron corriendo ese riesgo para beneficio de los que aparentemente lo aplaudían y lo admiraban.
El trabajo a reglamento es difícil de hacer funcionar porque se requiere que los trabajadores tengan una cierta formación intelectual que no siempre existe dado que son personas especialistas en tareas que no demandan un especial desarrollo intelectual.
Hace varios a�os tuvimos en Buenos Aires un trabajo a reglamento que caus� graves problemas porque los recolectores de residuos domiciliarios estaban en conflicto con los empresarios y en lugar de hacer el trabajo al trote -como era habitual-, comenzaron a hacerlo caminando como era lo reglamentario. Adem�s se tomaban todos los descansos previstos y eso dio lugar a que la ciudad se llenara de basura sin que pudiera decirse que los trabajadores no estuvieran trabajando.
Me suena que cuando empezaron a trabajar de esta forma, las empresas cedieron r�pidamente a los reclamos que se les hac�an desde el sindicato.
No estoy de acuerdo con Ronaldo. Los trabajadores luchan por sus intereses desde los sindicatos. Y cuando protestan más los gremios de la salud que los de la educación, para poner un ej. hipotético, los gobernantes no tienen otro remedio que "desvestir a un santo para vestir a otro"
Me interesó el planteo de Rosalía. En el caso de los psicólogos que trabajan en forma independiente se me ocurre que ahora podemos aprovechar el hecho de poder mantenernos conectados a través del correo electrónico. Así se puede organizar una huelga. Los que están en la salud pública y en la privada, ya tienen su gremio que es la Coordinadora de Psicólogos.
Estoy de acuerdo con Rosendo pero no veo de qué forma se puede compatibilizar la lucha de los trabajadores compartimentados en distintos gremios con el progreso general del país.
Los paros contra los dueños están destinados al fracazo. Los trabajadores sólo tenemos chance de ganar algo cuando se vota el presupuesto.
Como delegada regional del Instituto Nacional de Defensa del Consumidor, quiero manifestarle al vecino Vladimir que a nosotros sí nos importa que la población se vea pribada del consumo de galletitas (sobre todo las dulces, rellenas de chocolate).
Mientras haya desempleados siempre habrá poesía... no perdón, quise decir que mientras haya desempleados los paros son al cuete porque los dueños te echan y llaman al que sigue. Los trabajadores debemos luchar por el pleno empleo.
Cómo me molestan las señoronas que se quejan cuando hay paro de ómnibus. Sólo se miran el ombligo. Si están tan achacosas que no pueden caminar, esperen al servicio de emergencia que siempre hay en el transporte porque para qué quejarse tanto si siempre hay carneros y patrones que laburan!
MUY BUENA LA IDEA DEL TRABAJO A REGLAMENTO. HAY QUE EDUCAR A LOS COMPAÑEROS EN ESE SENTIDO Y ES SÓLO CUESTIÓN DE TIEMPO PODER EMPEZAR A APLICARLA.
El trabajo a reglamento también lo aplicamos las esposas y amas de casa cuando estamos enojadas.
Publicar un comentario