El dinero tiene una existencia real y una existencial ideal.
La existencia ideal está muy vinculada con su eficacia, para qué sirve, qué siento yo cuando lo tengo y cuando no lo tengo.
Si no lo tengo puedo sentirme más vulnerable con una actitud temerosa mientras que si lo tengo puedo adoptar una actitud confiada.
Sentirse débil o fuerte genera consecuencias reales. Actuar con miedo parece que nos expone más a los fracasos que cuando actuamos confiadamente.
Cuando un fracaso puede ser el principio de complicaciones dolorosas, tenemos que tomar tantas precauciones que eso nos lleva a ser lentos, imprecisos, distraídos, ambivalentes. Cuando un fracaso no tiene casi consecuencias dolorosas, es probable que podamos concentrarnos mejor en lo que vamos a hacer y que podamos realizar acciones más rápidas.
Se dice popularmente que «el dinero atrae al dinero» y acá hay una explicación de por qué esta injusta paradoja que nos presenta la vida, puede ser cierta.
También puede pensarse desde otro punto de vista: Las circunstancias parecen organizarse en forma de círculos viciosos o virtuosos, es decir que cuando nos va mal quizá nos vaya peor y cuando nos va bien quizá nos vaya mejor.
Tener en cuenta estas predisposiciones que suelen acompañarnos a lo largo de la vida nos pueden permitir tomar la medidas compensatorias que sean del caso.
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13 comentarios:
Es así. En Argentina a estos círculos les llamamos "rachas" (buenas o malas), inclusive puede darse en los juegos de azar. En la ruleta más específicamente. Cuando uno está en una racha perdedora, tiene que aguantarse todo lo posible porque después viene la ganadora. El problema se presenta cuando el cambio se produce otro día o después de que se nos terminó el capital a invertir.
Me salgo un poco de los comentarios habituales para decir que es raro cómo la prosperidad económica parece ubicarse por zonas geográficas y no por países o idiomas. América del Sur y África andan mal hace siglos y al norte andan bien. ¿A qué obedecerá?
El miedo a perder a veces nos pone tan tensos que hacemos más cosas que con la distensión del que no se juega la vida en cada negocio.
Creo que son ciertas las dos visiones: la de Ildefonso y la del artículo. En algunas personas el riesgo es estimulante y en otras es deprimente o paralizante.
Algunos hablan de "predicciones autocumplidas" que es cuando alguien empieza algo pensando que le va a ir bien (o mal) y luego, sin darse cuenta, hace cosas para que esa predicción se cumpla.
"La ambición rompe el bolsillo" y me parece que esto es cierto:Cuando uno tiene demasiada ambición, siempre está en estado de necesidad, desesperado por conseguir eso que quiere ganar, igual que si no tuviera para comer. Demasiado deseo o necesidad suele ser contraproducente.
Ando muy mal de dinero porque me divorcié de mis padres y leí un anuncio donde un joven pedía contactarse con chica joven y bella que estuviera con problemas económicos y no deseara prostituirse de forma permanente.
El mundo fuera del hogar es diferente a lo que me imaginaba.
Leticia, tu comentario me hizo pensar en dos cosa: Venezuela quiere ahora ayudar al resto de los países de américa más pobres que ella. Me cuesta creer que sea desinteresadamente. Y por último: Tené cuidado!!
Es cierto que la pobreza es muy limitante, pero hay un capital que a veces no se tiene en cuenta y es "el buen nombre" que, aunque parezca tonto, tiene un valor muy grande. Siempre hay instituciones que pueden prestar dinero a tasas razonables y que nos sirven como una red de contención cuando nos disponemos a hacer piruetas muy riesgosas. Cuando el equilibrista se siente inseguro, es más probable que se caiga, pero cuando se siente tranquilo porque abajo está una red que le evitará un golpe contra la dureza del suelo (como son las instituciones de crédito referidas a un quebranto económico), es probable que uno no se caiga y no tenga que usar ni la red ni el crédito (según lo que termine haciendo).
Quiero usarlo porque hace bien poco que lo aprendí: Uno puede estar mal económicamente pero bien financieramente. Es lo que dice Romeo: tengo poco dinero mío pero tengo crédito.
No tengo consuelo: cuando estaba mal de dinero soñaba con tener el suficiente y pensaba que todas mis molestias tenían que ver con la pobreza. Ahora que salí de ella, me siento igualmente mal y eso me lleva a la conclusión de que nací para estar padeciendo.
A mi me pasa lo mismo que a Darío, pero al revés, antes estaba mejor económicamente pero era igual de infeliz, por eso no me siento estimulada para mejorar mis ingresos.
Si es posible prefiero el dinero en existencia real, en caso de que no produzca los efectos ideales deseados prometo no reclamar.
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