viernes, 5 de noviembre de 2010

Aplausos, caricias, palmadas o bofetadas

Es posible pensar que la creencia en Dios tiene muchos puntos de coincidencia con la relación que llevamos con nuestra figura paterna.

Por figura paterna puede entenderse la representación mental de quien haga las veces de nuestro padre como protector, disciplinador, colaborador.

La mayoría de la veces, nuestra figura paterna coincide con quien fecundó a nuestra madre y quizá viva en nuestra casa, mientras somos gestados, paridos y criados.

Es una figura de autoridad, que pone orden, que respalda las decisiones más antipáticas de nuestra madre, durante el interminable proceso de culturización, en el que nuestros instintos animales reciben fuertes dosis de domesticación.

Aunque este rol está cambiando constantemente, los que hoy pueden estar leyendo este artículo, seguramente se criaron con los criterios aquí expresados.

Dios es también una representación mental. Lo imaginamos con ciertas características (omnipotencia, bondad, sabiduría, etc.).

Lo que sabemos realmente de nuestro papá, es apenas un poco más de lo que sabemos de Dios, porque si bien lo vemos, hablamos realmente con él, vivimos su influencia de forma tangible (ocupa un lugar físico, nos abraza, nos mira, etc.), nunca estamos seguros de cuál es su deseo, cuánto nos quiere realmente, hasta qué punto podemos contar con él.

Dada nuestra precaria capacidad para percibir la realidad (especialmente, la realidad subjetiva propia y ajena), no hay una distancia abismal entre una figura de autoridad tangible y otra intangible.

Esa diferencia entre Dios y papá, nos permite agregarle atributos al más imaginario (Dios), y por eso podemos descansarnos completamente en Él o, por el contrario, suponer que su ayuda consiste en ponernos obstáculos para que no paremos de ejercitarnos y fortalecernos.

En suma: podemos imaginar a Dios como alguien tolerante o exigente, como un spa o como un gimnasio.

Artículo vinculado:

Dios creador de vacíos estimulantes

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9 comentarios:

Elbio dijo...

La nueva onda es la del Dios iluminador, el que envía mensajes y señales todo el tiempo, el que va a proporcionarnos cada cosa en el momento justo.
Un Dios que siempre está de nuestro lado, reafirmándonos y protegiéndonos.
Es el Dios que necesitamos, porque ya no es la Iglesia la que nos dice cómo es nuestro Dios. Por eso el Dios represor está quedando en desuso.

Amalia dijo...

Mi hipótesis es que los niños más felices son los que tienen madres rezongonas que no se calientan.
Por ej. esas madres que se pasan diciendo:"quedate quieto fulanito, callate la boca, qué hacés, vení para acá, mirá que sos atrevido". Es como un libreto que se repite incansablemente, con entonación de "estoy enojada", pero demostrando en los hechos que no me importa demasiado lo que hacés pero tengo que marcar un orden. El tema es que la madre está pendiente del hijo, sin dejar por eso de conversar con su amiga simultáneamente o mandar mensajes por el celular. En esos casos se ve a los niños juguetones y felices, sabiéndose acompañados por una madre que tiene vida propia.

Jorge dijo...

Mi madre siempre decía que mi difunto padre era un pan de Dios. De chico yo me imaginaba a Dios clavándole los dientes a mi padre, como si fuese un brioche. Por eso me quedó la idea de que Dios es muy voraz y por eso nos mata, para llevarnos con Él.

Adolfo dijo...

Dios quiere que me fortalezca. Ya que no entré como seminarista, quiere que me enrole en el ejército.

Rulo dijo...

Para que Dios te lleve en sus brazos tenés que estar hecho carozo.

Inti dijo...

Dios nos pone obstáculos para fortalecernos, de eso no cabe duda. Lo que no sé es porqué nos pone tantos obstáculos a los del Tercer Mundo.

Electra dijo...

Entre Dios y Papá, la única diferencia es el cigarrillo.

Nolo dijo...

Le aseguro que entre la tangible autoridad de mi mujer y la intangible belleza de mi vecina, hay una diferencia abismal.

Evangelina dijo...

Usted se cree que todos personificamos a Dios.