sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Cuántos burócratas ha matado en su vida?

Nuestra vida económica tiene múltiples vínculos con el Estado de nuestro país.

Ese conjunto de instituciones que lo conforman, está atendido por funcionarios públicos, que actúan según una cierta cultura y dentro de un cierto marco legal, normativo y reglamentario.

No es casual que haya ubicado cultura antes que marco normativo.

Efectivamente, los usuarios de las oficinas del Estado, solemos no comprender adecuadamente cómo funcionan y ese desconocimiento redunda en nuestro perjuicio, porque el poder que ellos concentran, hace que sus errores sean siempre insignificantes y jamás ponen en riesgo su sobrevivencia.

Los contribuyentes somos quienes proveemos los recursos económicos para que ellos cobren el sueldo, pero sin embargo, ni ellos ni nosotros reconocemos conscientemente ese hecho.

Podemos imaginar el recorrido que hace nuestro dinero para llegar al bolsillo de ellos, pero no podemos constatarlo y por este simple hecho, los funcionarios consideran que los contribuyentes que le pagamos el sueldo con nuestro dinero, somos simples abusadores que pretenden interrumpir su juego al solitario con la computadora, o una amable reunión de compañeros de trabajo que toman el té, degustan galletitas (que también pagamos) mientras se ponen al día con los chimentos más sabrosos.

Los funcionarios más responsables y que tienen una vaga idea de que esa persona que pide algo en el mostrador, no es un abyecto explotador, tienen que demostrar que están muy atareados, que necesitan colaboración abrumados por el exceso de trabajo. Por eso, demoran, postergan, enredan, trabajan despacio, se equivocan.

La lógica profunda que tiene la baja productividad burocrática, es la siguiente:

Si dos funcionarios ganan 1.000 de sueldo, quien hace 10 tareas siente que subjetivamente gana el doble que otro que hace 20 (por idéntica remuneración).

Como nadie asocia que ese dinero lo paga alguien, los usuarios tenemos que comprenderlos aunque no justificarlos.

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9 comentarios:

Laura dijo...

Me gusta trabajar a full. Me siento activa, ágil, eficiente. Eso me aporta una sensación de bienestar que me hace muy agradable el trabajo. No sirvo para hacer cebo, la pasividad es lo que me cansa. Por eso me cuesta tanto entender la -problemática?- de estos funcionarios.

Maruja dijo...

Yo sé que los psicólogos que trabajan en las oficinas de Personal, justifican a sus compañeros de trabajo. Los comprenden y los justifican. Es porque están confabulados con las autoridades para convencerlos de aceptar el retiro incentivado.

Magdalena dijo...

Me he dado cuenta de que tengo una agresividad pasiva muy grande. Cuando un trabajo no me gusta, tengo gran número de olvidos y equivocaciones; de manera inconsciente por supuesto. Es la forma de sabotear un trabajo que me desagrada. Sé que no es justo, pero no lo puedo evitar. La única solución ha sido cambiar de trabajo.

Estéban dijo...

No puede ser que los funcionarios públicos no asocien que su salario lo pagan los contribuyentes!

Marcelo dijo...

Algunos errores "insignificantes" nos roban millones de dólares, y no pasa nada.

Coldman dijo...

Si dos funcionarios ganan 1000 de sueldo, significa que cada uno gana 500. En ese caso, que no vayan a trabajar.

Evaristo dijo...

Es más difícil controlar la productividad en el nivel servicios que en el nivel industrial o en la producción de materia prima.

Susana dijo...

El marco normativo al que supuestamente se atienen los funcionarios públicos, es ridículamente profuso. Pero es lo que da garantías a la gestión. Eso dicen. Pero no puede ser, con todos los recursos tecnológicos con los que contamos actualmente!

Yoel dijo...

A nadie le importa quién pague. El tema está en que los públicos siempre se van a considerar mal pagos respecto a los privados.