sábado, 6 de noviembre de 2010

Lo urgente es enemigo de lo bueno

En medio de un griterío ensordecedor, un tumulto irrumpe en la sala de emergencia de un hospital público.

Podemos ver que en medio de ellos, va un carro-camilla, tratando de abrirse paso entre los manifestantes.

Luego nos enteramos que en el carro va un joven con un puñal clavado en el pecho, sangrante, dolorido, desmayándose por momentos.

Cuando los enfermeros logran desembarazarse de los familiares, amigos y demás colaboradores del pobre muchacho, empiezan las tareas de salvataje según la tecnología médica de rutina.

¿Qué hacen los más enfervorizados, devotos y consternados colaboradores?

Además de clamar, llorar, gritar, le preguntan a cualquiera que salga del área de exclusión, si se salvará, si quedará como antes, y cuándo se reintegrará a la vida normal.

El tono y estilo de estas interrogantes, evidencian dos cosas:

— Los seres queridos desean demostrar cuán capaces de amar son, exponiendo con exuberantes manifestaciones que son sensibles, solidarios y capaces de cualquier cosa (gritar, armar jaleo, llorar en público, etc.) por los demás; y además evidencian creer

— Que el futuro se puede conocer y que el médico lo sabe.

Por su parte, los técnicos en salud ¿qué hacen?

— tratan de parar el sangrado,
— reponen el líquido sanguíneo con un goteo de suero,
— suministran calmantes y sedantes para que el joven no entre en shock,
— retiran el puñal, cosen (suturan) los órganos heridos,
— procuran evitar infecciones, y luego
— cruzan los dedos (o hacen cualquier otro gesto mágico en el que crean) para que el paciente
— se salve,
— se recupere,
— no le queden secuelas,
— en el menor tiempo posible,
— cuidando la economía del hospital

Y acá llegamos al centro del asunto:

La vida humana es lo más importante, pero está dentro de la realidad, y no se puede atender dejándonos llevar por impulsos emocionales, despilfarrando recursos ni haciendo futurología.

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13 comentarios:

Virginia dijo...

Los impulsos emocionales son parte bien importante de la realidad.

Sarita dijo...

Ahora los buenos son los médicos.

Yenny dijo...

No concibo mi vida sin mis visitas periódicas a la astróloga.

Hugo dijo...

Algunas personas tienen más facilidad para exteriorizar sus sentimientos que otras.

Tiago dijo...

Cuando ocurre una tragedia es el momento para reafirmar (si no estaba claro) los sentimientos que en realidad teníamos hacia esa tía que no veíamos nunca.

Marta dijo...

Algunos pueblos valoran más la discreción que la explosión.
Los peligrosos son los que valoran las dos cosas.

Mariela dijo...

Hacer preguntas que no tienen contestación, a veces alivia la angustia (aunque no sean contestadas, al menos uno puede decir que teme).

Yoel dijo...

Los enfermeros no cruzan los dedos porque tienen que aflojar la tensión fumándose un cigarrillo.

Chapita dijo...

Para cuidar la economía del hospital no hay nada mejor que hacer socios y no aceptar pacientes.

Lourdes dijo...

Sin embargo nuestra vida está más dirigida por la emoción que por la razón. No creo que eso se pueda o se deba cambiar.

Canducha dijo...

Y si el médico no sabe, para qué estudió?

Margarita dijo...

Yo no soy de armar jaleo, pero en esas situaciones de tanta tensión, preparar una rica jalea me calma.

Rafael dijo...

Si el apuñalado queda como antes, se refieren a que queda con vida y sin mayores lesiones visibles en el cuerpo.
Después de esa, para bien o para mal, nadie queda como antes.