El empobrecimiento o el enriquecimiento pueden ser las consecuencias indirectas de cómo reacciona alguien ante una evaluación distorsionada (pesimista, atemorizada, exagerada) de las dificultades para sobrevivir.
La violencia que un ser humano ejerce sobre otro obtiene de la víctima una reacción excepcional que, entre otras particularidades, están la obediencia extrema, la voluntad de hacer lo que el amenazador indica, una resistencia extra a la fatiga.
Aunque suena horroroso, es posible decir que una persona bajo amenaza de sufrir, aumenta fuertemente su desempeño habitual. Todos trabajamos más, peleamos con más agresividad y menos temor, demoramos más en claudicar por cansancio.
La amenaza puede ser externa o interna, y en esta diferenciación radica el núcleo de mi comentario.
Aquello que ya sabemos sobre la explotación, el terrorismo, el absolutismo, la tortura, impuestos por unas personas sobre otras, también podemos pensarlo, haciendo algunos ajustes conceptuales imprescindibles, cuando alguien se siente amenazado imaginariamente.
En estas personas hay una evaluación del peligro a sufrir superior a lo normal.
Esta característica ocasionalmente (no siempre) la encontramos en personas débiles, deprimidas, ancianas, enfermas.
Si dos personas opinan sobre la crisis mundial que es noticia actualmente (2011), es muy probable que tengamos dos opiniones distintas, sobre todo si una es optimista y la otra pesimista.
El optimista no se sentirá amenazado por la realidad y el pesimista se sentirá amenazado por un futuro tenebroso.
Incorporo otra variable: la respuesta a la violencia puede ser activa o pasiva. Algunos se defienden y otros se dejan morir.
Podemos decir que la percepción pesimista en una persona activa, dará lugar a una enorme productividad y la percepción pesmista en una persona pasiva, provocará su inactividad.
En suma: cuando quien se siente amenazado imaginariamente (pesimismo, miedo, fobia) reacciona con hiperactividad, terminará enriqueciendo y si reacciona con desánimo, terminará empobreciendo.
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12 comentarios:
Muy interesantes sus reflexiones. Es curioso como la misma vivencia de peligro puede llevar a la riqueza o al empobrecimiento. Una respuesta activa lleva a una situación opuesta a la que conduce una respuesta pasiva.
Por reaccionar con hiperactividad tuve que perder varios años en la escuela.
Cierto nivel de amenaza, como puede ser el control de un superior en ámbitos laborales, lleva, en la mayoría de los casos, a un mejor desempeño. En contrapartida, produce un gasto de energía extra que se manifiesta en cansancio. Por lo tanto, a la larga, ese cansancio puede volver a bajar el desempeño, o también puede generarse un acostumbramiento y volver al rendimiento anterior. Como ve, en este asunto mi postura es pesimista.
Cuando pasa una ambulancia yo me voy para casa. Sé que me están advirtiendo para que me resguarde.
La misma situación de amenaza externa, lleva a vivir distintos niveles de amenaza interna en cada sujeto. Recuerdo que cuando niña, apenas veía al director de la escuela, bajaba la vista. Mi hermana en cambio, aprovechaba para realizar gestos poco corteses. Tanto para mi hermana como para mí, la presencia del director provocaba miedo, sólo que reaccionábamos diferente. La mayoría de mis compañeras se limitaban a saludarlo.
Una forma de enfrentar el miedo es exponerse a él de manera excesiva. La persona temeraria es la que corre riesgos innecesariamente; yendo al origen de la palabra, es el que se expone a la oscuridad, a las tinieblas o al azar.
Es posible que ante la amenaza externa, la misma persona reaccione de distintas maneras. Es difícil de explicar por qué a veces reaccionamos enfrentando y otras dejándonos vencer.
Desde que la televisión se ha incorporado a nuestra vida cotidiana, nuestra percepción del mundo es más violenta, porque es más abarcativa, más completa. Esto se agrava porque lo que se muestra en tv es lo que genera más impacto (por tanto más espectadores), y ahí siempre la violencia le gana a la paz.
Quién se cansa más? el depresivo o el hiperactivo? No sabemos, pero los dos dicen estar siempre cansados.
Quizás los liceales abandonen los estudios antes de culminarlos porque adoptan una actitud pesimista ante las exageradas dificultades que perciben, para ganarse la vida.
Estoy de acuerdo con el mensaje anterior. Me parece que lo mismo pasa cuando recién nos recibimos y tenemos que empezar a trabajar. Puede que sintamos que es tan difícil, que preferimos seguir estudiando.
Algunos dice que existe una depresión característica de la vejez. Otros se oponen fervientemente, afirmando que se trata de un prejuicio. Pienso que ante cada cambio de etapa pueden resurgir las amenazas inconscientes y por tanto reaccionar con depresión o con hiperactividad. También es posible que ambas reacciones se sucedan en el tiempo, sin lograr un equilibrio. Son muchos los ancianos y adolescentes que se deprimen o se aíslan. Son muchas las mujeres y los hombres, que habiendo dejado atrás su juventud, se lanzan a una conquista frenética vehiculizada por el sexo, el consumismo, el crecimiento económico, la búsqueda de poder, etc.
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