Las miradas son necesarias para establecer vínculos. Por su valor, forma de intercambio y administración (uso, entrega, aceptación), las miradas se parecen al dinero.
Los seres humanos somos muy débiles, vulnerables. Una mayoría lo sabe, otros aún no se enteraron o se enteraron y prefieren ignorarlo.
Para compensar esa precariedad tenemos un instinto gregario que nos impone asociarnos, vincularnos, juntarnos, pertenecer a un rebaño.
Individualmente expresamos ese instinto gregario buscando ser aceptados, amados, admirados.
Cuando digo "admirados" incluyo la necesidad que tenemos de "ser mirados".
Es una característica nuestra mirar lo que deseamos, necesitamos, ad-miramos.
Por lo tanto, cuando miramos a alguien estamos sintiendo y demostrando que lo necesitamos, deseamos, ad-miramos.
La persona mirada siente la satisfacción, el placer, el agrado de sentirse deseada, necesitada, ad-mirada, pero sobre todo convocada, invitada a integrarse al grupo, socializada.
De esta forma tan gestual, sin discursos, los humanos podemos saciar esa necesidad de sentirnos incluidos, cumplimos con el instinto gregario, disminuimos la angustia de sabernos vulnerables.
Por lo tanto, algo que hacemos todo el tiempo, las 24 horas, de lunes a domingos, es buscar oportunidades de ser incluidos, invitados, mirados, deseados.
Pero, como nuestra debilidad también se manifiesta por ser ambiciosos, narcisista, ególatras, sin darnos cuenta, automática e inconscientemente, tendemos a no mirar, reprimimos demostrarle a los demás cuánto nos gustan y deseamos.
El tejido (entramado, red) social se logra por el intercambio de necesidades y deseos: "yo te doy y tú me das".
Los egoístas, narcisistas y avaros empobrecen la sociedad porque, sin darse cuenta, "ellos son así", tratan de ser mirados pero reprimen, se abstienen, evitan mirar.
Sienten y creen que mirar es una señal de debilidad, piensan que desear y necesitar es de mediocres, de viciosos, de pobres.
En suma: las miradas son valores de intercambio similares al dinero.
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9 comentarios:
Si un varón mira a una mujer, queda bien, es de hombre. No así si sucede al revés. Es como nos han educado.
Desear y necesitar es de estar vivos.
La timidez puede dificultarnos el mirar. El tímido se muestra sumiso y se delata bajando la vista.
La historia sería otra si tuviéramos los ojos a los costados.
A través de la mirada se pueden expresar muchos sentimientos diferentes.
Es verdad lo que dice Mieres. El dinero, al igual que la mirada, tiene el poder de incluir y de excluir.
En realidad, cuando uno está débil, no mira.
Hasta los que en apariencia son más queridos y fuertes, necesitan la mirada aprobatoria del público al que lideran.
Si yo te doy, te doy, y tú nunca me das, en lugar de un tejido se forma un ovillo.
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