El amor a Dios le resta inevitablemente amor a nuestros semejantes con quienes realmente podemos asociarnos para producir y ayudarnos mutuamente.
Las miradas y el dinero se parecen (1) porque son necesarios para vivir.
Cuando me refiero a miradas me refiero a que ellas son una señal de aprobación del otro, del que miramos, del semejante que nos gusta, atrae, necesitamos tenerlo en nuestro grupo (colectivo, sociedad, compañía).
La necesidad de contar con un instinto de conservación asociado a un instinto gregario se manifiesta porque casi todo lo que obtenemos para vivir proviene de algún intercambio con los demás.
Las economías autosuficientes (agricultura, pesca) son excepcionales.
Si todo mi esfuerzo está puesto en lograr la aprobación y el amor de un ser imaginario como es Dios, entonces este otro de carne y hueso que tengo a mi lado, recibirá menos atención, amor, miradas.
Teniendo adelante a un pobre ser humano y a Dios, nada podrá evitar que mis ojos prefieran al perfecto, inmortal, maravilloso.
Amándolo a Él, mi prestigio queda a buen recaudo porque es casi obvio que “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Esta afirmación me conduce a deducir que “si andas con Dios, eres dios, y si andas con humanos… ¡me das lástima!”.
Si bien quienes me asesoran sobre los asuntos divinos me indican que Él ama a quienes aman a los humanos, nada mejor que “ser más realista que el rey” y cortar camino dedicándole toda la energía a quererlo sólo a Él, con total devoción, sin promiscuas poligamias.
La mejor y única forma de amar y servir al Señor es la monogámica, sin alentar otros amores por más que en su infinita tolerancia Él nos diga que acepta de buen grado que repartamos nuestro amor.
Los humanos valemos menos que Dios.
(1) Las miradas se parecen al dinero
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12 comentarios:
Dios está en cada semejante. Quien no sepa ver en los ojos del prójimo la mirada de Dios, aún no lo ha encontrado a Él.
Qué cosas extrañas las de tu religión, Evangelina. Si la mirada de Dios es bondadosa y llena de amor, juro haberla encontrado muy pocas veces a mi alrededor.
Quizás Lautaro, tus ojos no sepan ver. El amor está en todos. Aún en el más fiero y egoísta. Sólo que ese amor puede estar mal dirigido. Puede depositarse en una moto o en unas zapatillas. Tenemos que aprender a ver más allá de lo evidente.
Evangelina está piruchi. Quiere que encontremos amor en los chorros.
Es increíble como los humanos nos la hemos ingeniado para crear un ser que nos exiga amor y obediencia. Que nos imponga castigos y nos obligue a gastar muchísima energía en reprimir y negar nuestros deseos verdaderos. Es el dios que busca la convivencia civilizada dentro de la manada. Un dios para ovejas.
Muchos son los religiosos se aíslan para alabar a dios. Esa forma de entender la religión es muy cómoda y los favorece sólo a ellos, que viven en un mundo aparte, protegidos de todo.
La idea de que para producir hay que amar al semejante es maravillosa. Ojalá muchos puedan reflexionar en ella, Doc.
Dios se complace en el amor que prodigamos a nuestros hermanos.
La forma de Servir al Señor es monoteísta. Esto significa que hemos dejado atrás la época en que adorábamos muchos dioses. Estos representaban partes de la naturaleza. Las religiones politeístas son mucho más concretas, corresponden a un pensamiento mágico. El monoteísmo exige la comprensión de una idea simbólica de Dios. Dios es de acuerdo a un significado, no representa fenómenos naturales.
A pesar de que concuerdo con Alberto, apunto que las religiones monoteístas se apoyan también en el pensamiento mágico. La vida eterna, la confesión, los pecados, son todos elementos que se corresponden con un pesamiento mágico.
Los que dicen que aman sólo a Dios, se refieren a que repudian al Diablo. No dejan a un lado a sus semejantes.
No se sabe hasta que punto su pensamiento es irónico e irrespetuoso, y hasta que punto simplemente estúpido.
Creo que Mieres no se refiere a lo que propone la religión, sino a lo que entienden popularmente muchos de los feligreses.
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