martes, 20 de septiembre de 2011

La pobreza inconsciente

Conscientemente queremos ser ricos aún cuando hipócritamente rechacemos esa condición. Como la mayoría obedecemos al inconsciente y este quiere ser pobre como los demás animales, los ricos son las excepciones que evaden el mandato del inconsciente.

Ocultamos la riqueza:

— Para evitar los efectos devastadores de la envidia que otros puedan sentir;

— Porque la sociedad ejerce una mayor presión impositiva sobre quienes más tienen para dar, es decir que aunque somos todos valorativamente iguales, a los ricos se les exige un mayor esfuerzo, cosa que a nadie le gusta;

— Los delincuentes prefieren a los ricos para perpetrar sus fechorías pues el afán de lucro es el principal estímulos de su actividad;

— La religión mayoritaria (católica) condena a los ricos, sin importar que el Vaticano ostente fortunas en medio de la miseria que la rodea;

— Las corrientes de izquierda, de forma similar a como lo hace la iglesia católica, agita un discurso moralista contra la mezquindad, avaricia, inescrupulosidad de los ricos, aunque entre sus filas militen personas con grandes patrimonios;

— Existe la creencia de que el dinero hace la felicidad, aunque simultáneamente todos repetimos mecánicamente que eso no es así;

— Los humanos suponemos que mucho dinero equivale a mucha salud, mucha alegría, mucho poder y eso despierta la envidia ya mencionada pero también indisimulada agresividad porque esas ventajas y privilegios están ideológicamente demonizados.

El ser humano, con o sin fortuna, necesita ser amado, huye de los ambientes geográfica y socialmente hostiles, tiende a buscar lo mejor a cambio del menor esfuerzo (1). Por eso la condición de rico es rechazada instintivamente aunque nuestra racionalidad consciente nos hace pensar que sería lindo tener mucho dinero y que no hay nada mejor que el poder económico.

En suma: Conscientemente queremos ser ricos pero inconscientemente buscamos la pobreza económica que tienen los demás animales.

(1) Sobre la indolencia universal

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10 comentarios:

Oriente dijo...

Es algo muy bueno el poder económico cuando va de la mano de un corazón limpio y una mente lúcida.

Sandra39 dijo...

De acuerdo contigo, Oriente, pero me queda la siguiente duda: la inmensa riqueza de unos pocos, enfrentada a las enormes carencias de muchos, no es una consecuencia de la organización socio-económica que nos hemos dado? No significa acaso, que venimos organizándonos mal? Acceder a la riqueza material, no implica que estamos aceptando reglas de juego que sólo le sirven a unos pocos?

Gabriela dijo...

No creo que sea un mayor esfuerzo que dé más el que tiene más. Si cada cual aporta de acuerdo a su posibilidad, el esfuerzo que hace cada uno es el mismo. Y la experiencia nos indica que el mayor esfuerzo impositivo lo hacen los pobres, porque para ellos aportar implica bajar aún más su nivel de vida. Para los ricos aportar más puede significar invertir menos, pero su nivel de vida no se verá afectado.

Julián dijo...

Al rico si le roban no le hacen tanto daño como al pobre. El rico puede contratar seguros.

Luis dijo...

El doble discurso del Vaticano y de algunos militantes de izquierda, hace muchísimo daño, porque le quita credibilidad a las ideas que pregonan. Ese doble discurso reproduce posturas cínicas.

Elbio dijo...

Que la injusticia provoque agresividad es una sana señal de rebeldía.

Elena dijo...

El problema no está en que unos venzan el mandato inconsciente y busquen la riqueza, mientras que otros no lo hacen.
Si no existiera ese mandato inconsciente igual habría pobres. Exsiten limitaciones de todo tipo para lograr la riqueza: de salud, de inteligencia, de oportunidad, de azar.
El problema es que existen pobres y son una minoría los que se ocupan del tema.

Aclaro que el palo no va para ud. Desde su lugar y su punto de vista hace algo, pero la mayoría no hacemos nada.

Hugo dijo...

Hay dos cosas que no son ciertas: 1)que los ricos trabajan más, 2)que los ricos trabajan menos.

Clarisa dijo...

A los humanos quién nos entiende?
Existen multitudes que admiran y aclaman a los poquísimos reyes, a los pocos actores de Hollywood que se han convertido en estrellas, a los pocos futbolistas que ganan millonadas. Y después sentimos envidia por el autito que se compró el vecino!

Morgan dijo...

Hipócritamente rechazamos (y además nos lo creemos) todo aquello que pueda ser mal visto por el público presente; es decir, por la mayoría que nos rodea en ese momento.
Por ej., aunque el raiting demuestra lo contrario, casi nadie admite mirar a Tinelli. Incluso muchos llegan a decir que son chocantes e inmorales los bailes tan explícitamente sexuales de los participantes, cuando en realidad prenden la pantalla para ver eso.
(Hablo de ellos, yo no...)