Los humanos tenemos por costumbre pedir la libertad con
vehemencia aunque sigilosamente procuramos pertenecer a un amo prestigioso.
La palabra «patria» deriva de «padre» pero como es de
género femenino, entonces acá tenemos algo paradojal que me autoriza a
reflexionar y hasta escribir un artículo.
¿Qué
significa esto de “la padre” (por «la patria»)? Suena tan extraño como si
dijéramos «el madre».
¿Deberemos
suponer que «la patria» es un andrógino, un hermafrodita, una persona o figura
con rasgos masculinos y femeninos simultáneamente?
A veces
constatamos que el vocablo «patria» está muy vinculado al vocablo «Nación», el
cual claramente remite a «nacimiento», «lugar de nacimiento», «gran hogar».
Son
conceptos tan abstractos que para definirlos se necesita tomar algunos riesgos,
ser un poco audaces por no decir algo caraduras.
Los humanos
pedimos ser libres gritando pero preferimos la subordinación con voz casi
inaudible.
Este gusto
por pertenecer a una patria, una nación, a un partido político, a una religión
o a una familia, nos está diciendo que a los humanos nos gusta pertenecer, ser
de alguien, ser esclavos de algún amo.
Claro que
nunca como en este caso se hace cierto aquello de que «dime con quién andas y
te diré quién eres».
Un esclavo
pueden tener pertenencias pero estas no pueden ser más valiosas que él mismo.
Ni siquiera pueden valer lo mismo. Por ejemplo, el Señor Diez puede ser dueño
de los señores Nueve, Ocho, etc., pero no puede ser dueño (amo) ni de otro
Señor Diez y mucho menos de los señores Once, Doce, etc.
Las
personas que aman pertenecer a alguien o a algo (institución política, por
ejemplo), pueden sentirse como una pertenencia aunque el amo no dé muestras de
hacerse cargo de todo lo que implica ser propietario, responsable o simple
administrador.
El rol de
«cosa» existe.
(Este es el Artículo Nº 1.754)
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11 comentarios:
Procuramos pertenecer a un amo prestigioso porque suponemos que parte de su prestigio nos envuelve a nosotros.
En realidad es tonta la actitud que plantea Damián. Al lado de una persona prestigiosa no dejaremos de ser la esposa de, el secretario de, el peón de, etc.
Claro Marcia, pero eso nos libera de responsabilidades. Las decisiones las tomará el superior, el subordinado adopta el cómodo lugar de acatar órdenes.
Sería bueno acostumbrar a los niños, desde muy pequeños, a tomar decisiones.
Depende que decisiones Marta; puede ser que le dejemos elegir si prefiere tomar helado de fresa o de chocolate. No les podemos dejar decidir a qué hora van a comer o acostarse a dormir. Los ritmos cotidianos los tenemos que establecer los padres. Es necesario darles pautas y estabilidad.
Sí, claro, yo me refería justamente a ese tipo de decisiones, que para nosotros los adultos pueden ser intrascendentes pero que para el mundo del niño son importantes.
La patria es madre y padre al mismo tiempo. Es madre porque cobija, es padre porque fija pautas de convivencia.
Las madres jefas de hogar, tienen que cobijar y fijar pautas. Difícil tarea; además a esto le sumamos que no pueden dedicarse sólo a la crianza de los hijos, sino que también deben responsabilizarse por conseguir el dinero suficiente como para darle sustento al hogar.
En mi país, Uruguay, somos muy reacios a los cambios. Pienso que esto se vincula al miedo a la libertad. Todo cambio implica pérdidas y ganancias que están por verse. Implica riesgos, igual que la libertad.
Pertenecer a un partido político, una religión, un cuadro de fútbol o lo que sea, es como tener una segunda familia. Con la diferencia que será una familia donde predominan los acuerdos por sobre las diferenicas. Además esos lugares de pertenecia dan sentido de cuerpo, en desmedro de la individualidad. Hay que conocerse mucho para no desdibujarse en el grupo. Las patotas son un ejemplo claro. Estas agrupaciones nos hacen sentir más fuertes, menos vulnerables, más seguros. Por otro lado, en general, perdemos sentido crítico y creatividad. Pasa también con las corrientes artísticas. Con temor a equivocarme, creo que los alumnos del pintor Torres García pintan todos más o menos como Torres García. Han renunciado a una expresión propia.
Los líderes que se cristalzan en su lugar de líderes, conducen a las masas como ovejas. Es cierto que quien adhiere a un líder concuerda en general con sus propuestas y con su línea ideológica, pero supongo que siempre hay matices, y esos matices se ocultan o se niegan, salvo que el que critíca aspire a lograr un papel de poder y liderazgo, provándose en lucha con el líder establecido.
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