La humanidad sobrevive gracias a fenómenos de intensa seducción erótica provocados por el afán reproductivo de las hormonas femeninas
En otro artículo (1), digo
sobre el final:
«Por este recorrido del razonamiento
llegamos a una conclusión paradojal:
— La pobreza nos aporta carencias estimulantes; y
— La riqueza nos aporta una falta de carencias igualmente estimulante.»
— La pobreza nos aporta carencias estimulantes; y
— La riqueza nos aporta una falta de carencias igualmente estimulante.»
Efectivamente, tanto las
molestias que provocan las carencias como la mortificación que provoca el
hastío (la saciedad extrema), son nuestras únicas fuentes de energía, porque
esos malestares nos mueven o nos conmueven para que hagamos algo, ya sea
trabajar para cancelar las carencias o buscar nuevos desafíos para terminar con
el aburrimiento.
En otro artículo (2) digo que
en muchas familias existe la costumbre de que sea el varón quien dispone de
todo el dinero mientras que, cuando la mujer necesita una cierta cantidad,
tendrá que negociar con él para conseguirla.
Este enunciado está expresado
en un contexto según el cual dicha acción femenina ante su esposo es una
metáfora de pedirle seductoramente que copule con ella porque está ovulando y
desea gestar otro hijo.
Con ambas situaciones (la
carencia y las demandas femeninas), el varón queda naturalmente estimulado para
producir lo necesario para satisfacer las necesidades materiales que requiere
la re-producción, única misión que tenemos los humanos (3).
En suma: La energía humana que nos mantiene
con vida a los individuos y a la especie, es estimulada (generada) por la
existencia de necesidades y deseos que tenemos que satisfacer.
El deseo femenino de tener
hijos (cuando hormonalmente se siente obligada a ello), hará que ella estimule
al varón para que la fecunde y luego también lo estimulará eróticamente para
que él produzca los bienes necesarios para que ella y su prole tengan el dinero
suficiente para vivir dignamente.
En todo esto predomina el
amor.
(Este es el Artículo Nº 1.747)
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12 comentarios:
Hoy antes de ir a la feria de frutas y verduras; cuando estaba en casa y recién me había levantado, encendí un cigarro y me puse a pensar sobre las cuestiones de pareja. Me preguntaba:¿cómo se administra el deseo sexual, si es que eso es posible?
Aunque la mujer es mucho más selectiva a la hora de formar pareja, que la halla formado no significa que su deseo sexual hacia otros hombres desaparezca. Por un lado tenemos eso. Por otro, hay un deseo íntimo en todos nosotros (eso creo yo) de ser únicos para alguien. Aunque de hecho cada uno de nosotros es único, nosotros deseamos algo más; deseamos que nuestra pareja tenga intimidad, sexo, sólo con nosotros. Creo que hombre y mujer desean lo mismo. Pero no deseamos lo mismo para nosotros mismos, valga la redundancia. Quisiéramos que el otro nos fuera absolutamente fiel (monógamo) y a su vez nosotros quisiéramos libertad para tener relaciones sexuales cada vez que tengamos ganas, con quien tengamos ganas.
Esto es todo un problema. Es una discordancia que parece insalvable.
Me pregunto hasta qué punto es posible construir un vínculo de amor verdadero si ambos o uno de los integrantes de la pareja tiene libertad sexual. Sabemos que restringirse es posible. Muchas parejas lo hacen. Incluso algunas personas optan por el celibato. Entonces, dado que es posible optar por la monogamia y que este es un camino claramente distinto al de la libertad sexual, podemos suponer que cada camino genere vínculos de pareja distintos. ¿Cuál de esos tipos de vínculo es el que se adapta más a nuestra forma de sentir y pensar? ¿Cuál de ellos nos acerca más a un amor genuino? A mí esa pregunta a veces se me cierra, me la contesto, y otra veces me queda abierta, se me vuelve a generar la duda.
La energía humana es estimulada por el deseo. Los deseos reprimidos buscan la forma de saltar por algún lado. No olvidemos eso.
Buscar nuevos desafíos para terminar con el aburrimiento... Eso me dejó pensando. Es cierto que tanto para el rico como para el pobre, esos desafíos pueden existir. Es lo que mantiene a la persona realmente viva.
Hace poco me pasó que me quedé sin dinero. Soy una persona ordenada y no me gustaría empezar a acumular deudas. Esa situación fue altamente estimulante para que me pusiera a buscar soluciones; otros trabajos que complementen los que ya tengo. Pero sucedió que de pronto, de manera inesperada, el problema se resolvió porque cobré un dinero que no tenía previsto. Esto me aflojó los músculos. Casi caí en la ilusión de que el tema estaba solucionado, cuando en realidad yo sé que no es así.
La carencia me resultó estimulante porque me agarró en un momento en el que me siento anímicamente bien. Sin embargo corro el riesgo de auto-engañarme, ir por el lado más fácil. Si no hago eso, tengo posibilidades de crecer como persona (además de económicamente, por supuesto), de encontrar nuevas fuentes de disfrute y satisfacción. La pregunta es si podré con todo.
Elena dice que lo sucedido le resultó estimulante porque está anímicamente bien. El riesgo que yo veo es que si busca abarcar más de lo que puede, se frustre, no lo logre, y termine anímicamente mal.
Para el psicoanálisis el dinero significa -entre otras cosas- metafóricamente hijos. Por eso tiene lógica pensar que cuando le pedimos a nuestro marido dinero, de alguna manera le estamos pidiendo también, en el plano inconsciente, hijos.
¿Por qué la mujer tiene que negociar? ¿Por qué él no le da el dinero (si es que puede) y ya?
Contestando un poco a lo que pregunta Mª Eugenia, supongo que la negociación forma parte de la seducción.
Sí, como dice Hugo, negociar puede verse como parte del coqueteo sexual. Muchas veces la mujer no da de entrada, regatea, y de ese modo estimula es deseo antes de dar el sí.
Yo no soy una mujer acostumbrada a regatear. Cuando quiero algo, si puedo lo tomo. Los jueguitos histéricos no me gustan demasiado (aunque para ser franca, a veces caigo en ellos.
Hay algo que no me cierra. Si la mujer es la que elige y en definitiva decide en cuanto a la elección de pareja, ¿por qué negocia? ¿qué necesidad tiene de ello?
Juega a que negocia, Oliverio. Si la pareja funciona, es porque ella sabe que después del jugueteo el hombre da.
A veces me quedo conversando con el almacenero. Es la ventaja que tienen los almacenes respecto a los supermercados. Hoy me dijo que para el hombre era importante sentirse importante y de alguna manera superior a su mujer. Que al hombre le da seguridad y orgullo ser el sostén de la familia y a su vez el guía. (El que toma las decisiones, vamos).
¿Será un iluso o estará en lo cierto? Eso que parece ser favorable para el hombre, ¿lo es también para la mujer?.
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