Si podemos tomar en cuenta todos los sacrificios que hacen las parejas que no pueden tener hijos por causa de algún tipo de esterilidad, es posible suponer que aquellas otras parejas que sí pueden concebir, están suficientemente gratificadas por el simple hecho de haber tenido un hijo.
Cuando la infertilidad no existió como un problema a superar, pueden aparecer entre padres e hijos ciertos sentimientos de gratitud y hasta de deuda económica. En otras palabras, a veces los padres creen que los hijos les deben amor, consideración, respeto, agradecimiento, favores, porque durante el embarazo y el resto de la crianza esos padres hicieron muchas cosas por sus hijos (alimentarlos, sanarlos, vestirlos, etc.).
De hecho los padres tuvieron la suerte de poder concebir y los hijos no tienen ninguna deuda que pagar. Claro que si estos padres entablan con sus hijos un vínculo de amor, de simpatía, de mutua complementación, de solidaridad, entonces las condiciones están dadas para que estos ciudadanos (que además poseen lazos de sangre) estén llamados a disfrutar de un vínculo muy agradable y productivo para todos.
Si estos vínculos de intercambio benéfico se dan entre grupos más grandes dentro de una sociedad, entonces podemos entenderlo mejor gracias a la economía política, ciencia ésta que conjuga varias disciplinas, a saber: economía, sociología, comunicación, derecho y ciencias políticas.
Cuando en los grupos donde predominan las buenas relaciones, cuando se practica el lema «Hoy por ti, mañana por mí», cuando la norma del «toma y daca» está vigente, cuando existe la colaboración por recíproca conveniencia, tanto sea en un grupo familiar como en una comunidad de cualquier tamaño, podemos estudiarla desde la economía política pero eso sí, agregándole el psicoanálisis, porque de lo contrario nos quedaríamos con una comprensión superficial de los fenómenos que allí se verifican.
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9 comentarios:
Cada vez que viene el día del padre o de la madre, es como un aviso de vencimiento de un banco. Hay que hacer regalos, ir a comer con ellos. Uff! Esto no es lo que más de gusta. Si algún día tengo hijos es lo primero que trataré de no hacer.
Nuestro primer hijo lo tuvimos en la primera ocasión que lo intentamos pero la casa se nos vino encima cuando fuimos a concebir el segundo. Terminamos adoptando porque fue imposible. Ella o yo habíamos quedado imposibilitados de volver a concebir.
Uno podría querer mejor a los padres si no fuera tan obligatorio como muchos piensan.
Es posible llevarse bien con la familia sin que sea bajo la presión del "deber ser". Estoy segura de que yo lo quiero mucho a mi padre y a mi madre más que quererla la comprendo y me parece que es una buena mujer pero con ella no tenemos química y no hay por qué forzar las cosas.
Las ciencias que participan en la economía política tienen más arraigo y son más conocidas que el psicoanálisis, sin dejar de respetar los valiosos aportes que éste pueda llegar a hacer si le dieran la participación que ud propone.
Algo que a mi me falta es organizar todo lo que se en todos estos temas pero de una forma bastante desorganizada, careciendo de una sistematización y a veces perdiéndome la consistencia que existe entre diferentes aspectos de un mismo fenómeno.
Mire licenciado, estoy de acuerdo con ud que uno no tiene ninguna deuda con los padres pero debo decirle que a mi me gusta mucho sentir que tengo esa deuda. Ellos no me piden ni me reclaman nada. Soy yo quien disfruta con ese sentimiento. Son dos cosas distintas que me parece que en su artículo ud no lo puso.
Gracias y saludos a todos.
Tuve tres hijos y todos con parto natural, sanos, normales. Me pensé que eso era todo hasta que mi hermana más chica cayó en un horrible estado depresivo cuando pretendió quedar embarazada y no puede.
Poesías y canciones se encargan de resaltar esas deudas ilegítimas.
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