domingo, 6 de julio de 2008

El robo por amor al prójimo

En el artículo anterior titulado Que nunca falte la falta terminaba diciendo que es la actitud inconciente de muchas personas —que no confían en que la naturaleza les mantendrá con la energía física y anímica suficiente— ambicionar con desmesura el tener deseos y necesidades.

Con esta lógica llegamos a situaciones coherentes pero que pueden extrañar a quienes no conozcan su funcionamiento.

Si uno procura ayudarlas, seguramente les estará causando un perjuicio. Cuando uno colabora con alguien le está quitando necesidades y si éstas son consideradas como algo tan valioso, entonces llegamos a la insólita situación de que una colaboración es registrada como un hurto.

El que comedidamente trata de quitarle las necesidades a quien hace cosas inconcientemente para que nunca le falten, está teniendo una conducta que socialmente merece el agradecimiento. El que recibe la ayuda sabe que debe estar agradecido pero sin embargo sólo le surgen sentimientos de rechazo y no entiende por qué (recordemos que su estrategia es inconciente y que por lo tanto él tampoco la conoce).

El beneficiario de la ayuda se siente mal y no sabe porqué, aunque una vez conocida cuál es su estrategia de vida podemos entender que el comedido lo está robando y que él no puede evitarlo ya que culturalmente debería estar agradecido.

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14 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los argumentos clásicos en contra del consumismo es esto de que la vida austera es más vital, alegre, disfrutable.

Anónimo dijo...

No sé bien por qué es pero me siento más feliz no teniendo computadora y teniendo que esperar turno en el cyber. Si la tuviera en mi casa me perdería estar con otras personas, ver a los que vienen y van, hablar con el dueño del local, encontrarme con gente conocida. Encerrado en mi dormitorio todo es más gris y opaco.

Anónimo dijo...

Mi padre tiene la filosofía de dejar siempre un poco de comida en el plato y no come hasta saciarse sino hasta que empiezan a desaparecer las molestias del hambre. Él asegura que vive mejor, está más liviano (de veras es muy flaco), se siente ágil y duerme mejor que como dormía cuando comía hasta llenarse.

Anónimo dijo...

Mi sicóloga opina que me peleé con mis padres porque no supimos entender que la ayuda que ellos me daban era excesiva.

Anónimo dijo...

Tengo dos amigos bien diferentes. Uno entiende que uno debe estar atento a lo que necesita para ofrecérselo antes de que él pida colaboración y el otro asegura que cada uno debe pedir cuando necesita algo y que si no pide hay que entender que no necesita nada. Se pelean bastante y no sé si alguno de los dos tiene razón.

Anónimo dijo...

Cuando fui a visitar a mi hermana a su regreso de la luna de miel quedé impresionadísima con la actitud despectiva que tenía para los que le habían regalado cosas que según ella no servían para nada por más caros que fueran. Me regaló varios a mí y a su cuñada.

Anónimo dijo...

Cuando mi hermano emigró a Oslo (Noruega), le pasó que fue a prestarle ayuda generosa a una señora que intentaba arrastrar un paquete muy pesado y la señora le hizo entender que no quería contratar sus servicios ni ser ayudada.

Anónimo dijo...

El que dibujó al ladrón no es un profesional porque le hizo 5 dedos y los dibujos se hacen con solo 4 dedos.

Anónimo dijo...

Hoy volvía para casa tan aburrida, con un tedio tan grande, que trataba de buscarme una necesidad, por patética que fuera, para darle algo de vida a mi vida. Todas las cosas que se me ocurrieron eran peligrosas o a la postre dañinas. Me considero totalmente inútil para vivir.

Anónimo dijo...

No confío en mi energía anímica, eso está clarísimo. Me faltan un montón de cosas, materiales, espirituales y afectivas. Así y todo no encuentro motivación. Si los de la peli 25 wats estaban al pedo, imagínenme a mí como una lámpara económica de luz fría.

Anónimo dijo...

Ahora entiendo a las princesas de los cuentos que se pasaban todo el tiempo esperando que alguien las raptara.

Anónimo dijo...

A mi me pasa como a Ernesto en el sentido de que no quiero tener computadora. La diferencia en mi caso es que me importa un bledo la gente que me rodea, o si me importa no soy capaz de establecer relación con ellos y odio esperar y ver entrar siempre a los mismos mugrientos.
No quiero tener computadora, aunque me la regalaran, porque no me quiero complicar la vida. Porque esas necesidades que ud. dice que son estimulantes a mi me ponen los pelos de punta. No quiero saber nada de andar buscando service ni de pagar cuentas inesperadas. Estoy harta de todo. ¡Ta claro!

Anónimo dijo...

¡Que nunca falte La Falta!
Ahora el Resto del año también tenemos laburo.

Anónimo dijo...

También sucede que cuando uno colabora con alguien pierde su tiempo que lo tiene de sobra pero igual le da fiaca gastarlo porque para qué, qué sentido tiene, son todos una manga de desagradecidos y aunque agradecieran quién necesita agradecimiento, gilún!