domingo, 14 de noviembre de 2010

Gracias a Dios, todo anda mal

La creencia en Dios cumple tantos objetivos que ponerla en duda constituye un gesto agresivo.

Los gestos agresivos no siempre son negativos.

— los dentistas los hacen todo el tiempo para sanar nuestra dentadura;

— la medicina combate enfermedades de forma agresiva, a tal punto que muchas soluciones son a costa de daños colaterales inevitables a nivel hepático, renal, gástrico;

— la policía actúa de forma agresiva —aún causando daños materiales y personales—, tratando de evitar que grupos defensores de intereses sectoriales (huelguistas, manifestantes, revoltosos), perjudiquen a la mayoría.

La creencia en Dios se forma con los ideales humanos más deseables e inalcanzables: omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia, inmortalidad, justicia infinita, bondad incuestionable.

Cada creyente supone eso de sí mismo:

— imagina que «querer es poder»;
— que es posible al menos estar enterado de todo lo que ocurre;
— que cuidando la salud, la muerte nunca llegará;
— que nuestro criterio es perfecto a la hora de juzgar a los demás;
— que si no nos agreden, tenemos una bondad infinita.

Pero además, el creyente cree que esa características ideales, sólo las detenta él. Los demás hacen esfuerzos por lograrlo, pero no lo logran.

Como sostener esta idea públicamente implicaría una casi segura internación en un hospital psiquiátrico, entonces se viste con abundante humildad, diciendo que solo algunas personas son así.

Estos maravillosos seres humanos, cuando pierden su cuerpo terrenal (al morir), son santificados (imagen).

Los ciudadanos que sostienen estas creencias (una mayoría), piensan que los sistemas son buenos, pero los que siempre fallan son los humanos.

El interés de una mayoría por confirmar que «los que siempre fallan son todos menos yo», es lo que fomenta la creación y mantenimiento de sistemas muy imperfectos, que provoquen errores, demoras.

En suma: Las organizaciones y administraciones, generalmente estatales, son burocráticas, ineficientes, molestas y generan pérdidas... Gracias a Dios.

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10 comentarios:

Andrea dijo...

Qué gracioso el dibujo, me encantó. Es de Quino?

Jorge dijo...

Que a partir de la creeencia de que todos fallan menos yo, se mantengan sistemas imperfectos, se la llevo. Pero que se creen esos sistemas con ese fin -aún teniendo claro que todo esto es de manera inconsciente- me resulta difícil de admitir; es algo totalmente perverso.

Osvaldo dijo...

Difícilmente los curas de la imágen sean santificados. Primero van a tener que cambiar de herramientas de trabajo.

Anónimo dijo...

Mi padre creía en esos cinco puntos que ud enumera. Estaba equivocado en unas cuantas cosas, pero era un tipo bueno, o al menos intentaba serlo.

Marcia dijo...

Tengo todos los daños colaterales, pero mi enfermedad siempre ha sido combatida!

Graciana dijo...

La justicia infinita debería ser algo maravilloso. Como un enorme planeta cultivado donde las personas viven saludables, y cada río, cada arroyo está vivo, pletórico de peces.
Pero no. No puedo imaginarme a la justicia infinita de ese modo. Lo que veo es una enorme balanza de bronce, afilada en sus puentas, transportando muertos y locos en cada uno de sus platos.

Mateo dijo...

Siempre hay que dudar de los que se hacen los humildes. Lo bueno es que son muy fáciles de identificar.

Filisbino dijo...

Estoy en un todo de acuerdo con usted en que los sistemas no pueden ser buenos si fallan con los humanos para los que están pensandos. Es como si hiciéramos sillas excelentes en la calidad de sus materiales y su diseño, pero con el asiento ubicado a 1,50 de altura. Como no aceptamos quienes somos en realidad, trabajamos construyendo sistemas para quienes creemos o queremos, ser.

setiembre68 dijo...

Qué hará la policía cuando los grupos defensores sean la mayoría?

Alejandro dijo...

Tengo el orgullo y la pena de decir: todos están enamorados, menos yo.