Hace poco compartía con ustedes una hipótesis (1) que me pareció original, aunque, como siempre ocurre en estos casos, si bien estoy leyendo permanentemente lo que se publica sobre psicoanálisis y economía, estoy muy lejos de haberlo leído todo.
En otras palabras: quizá ya alguien dijo que en las clases sociales mejor favorecidas económicamente, los casamientos se realizan prioritariamente para fortalecer el poderío patrimonial de las familias de los contrayentes, mientras que en las clases sociales menos favorecidas económicamente, las uniones se realizan prioritariamente porque los contrayentes se desean, se aman, están tocados por el casi mágico impulso de reproducirse.
Estas hipótesis no pueden prescindir de otro contexto teórico, según el cual es la mujer la que está dotada de un instinto que la lleva a elegir, seducir y copular con el o los hombres capaces de fecundarle hijos genéticamente mejorados.
De hecho, estoy diciendo que los pobres se casan enamorados y que los ricos se casan por razones económicas.
También estoy diciendo que las mujeres ricas no tendrán más remedio que tener amante, porque no serán tan obedientes (ni tontas) de quedarse sin las delicias del enamoramiento, tan sólo por hacerle caso a sus padres.
Por otro lado, también es posible pensar que la cultura llega con diferente rigor a las ricas y a las pobres.
Esa infinita cantidad de mandatos que emite la cultura de cualquier colectivo, tiene como ingrediente principal, la represión sexual.
El instinto sexual nos acerca más a la realidad animal que poseemos mientras que la cultura lucha por volvernos artificiales, ideales, especiales.
La cultura dedica extensos capítulos a la represión sexual para desanimalizarnos, generando invariablemente, una neurosis (histeria, obsesión, fobia, ansiedad, pánico, angustia).
En suma: las mujeres buscan la cultura de los pobres huyendo de la neurosis y llevadas por su maravilloso instinto femenino.
(1) El enamoramiento genético
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12 comentarios:
No es tan así mi amigo. En la pobreza, las mujeres tienen hijos como "bien material" es su única riqueza, logrando increíblemente y paradójicamente con ello la famosa "reproducción de la pobreza". Tampoco pienso tan "blanco o negro" que las mujeres ricas son "buscadoras de amantes" para satisfacer sus instintos primitivos, y eludir la neurosis, pues también lo hacen las mujeres pobres y no precisamente por motivos económicos, sino mayoritariamente porque se crearon en ambientes de violencia sexual que generó grandes perturbaciones emocionales.
Hablando de pobreza, a cual tipo de pobreza se refiere, a la material o a la moral? hay para todos los gustos en la viña del señor.
La cultura busca el control primitivo de los instintos. Si no hubiera control el mundo sería un caos total y absoluto (y así y todo igual lo es) un saludo PABLO
Estoy en un todo de acuerdo con el pensamiento de Pablo.
No creo que exista una clase social priortariamente inclinada a unirse por amor y otra prioritariamente por dinero. En estos asuntos me parece que la mano viene mezclada. Pero reconozco que mis opiniones carecen de argumentos sólidos. No sé cómo viven los ricos, cuál es su cultura. En cuanto a las demás clases sociales, ahí sí me animo a opinar que hay todo tipo de motivaciones.
Con respecto a la cultura de los ricos, Catalina de Médici encaja a grados extremos, en lo que ud opina.(ahora estoy leyendo un libro sobre aquella mujer siniestra)
Era por mediados del S. XVI, pero quién sabe, de pronto las cosas no han cambiado tanto.
Por qué será que el instinto femenino falla tanto... ojalá las generaciones futuras cuenten con el desarrollo de la ingeniería genética.
Puedo decir con orgullo que mis hijos son mejores que mi esposo.
Disfruto de la cultura y del sexo.
la neurosis no distingue clases sociales
En las familias ricas lo prioritario es que los contrayentes sean buenos contribuyentes.
Reproducir el dinero puede equivaler a tener muchos hijos; esa es la jugarreta del inconsciente.
Una cosa es un pobre en la ciudad y otra cosa es un pobre dedicado a las tareas del campo. La cultura de estos últimos es muy rigurosa; tanto como lo es su trabajo y la naturaleza -muchas veces inóspita- que enfrentan.
La justicia, que es cultural, es menos rigurosa con las ricas.
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