miércoles, 23 de febrero de 2011

El fin de los servicios maternales

Si nuestro inconsciente adulto insiste en que alguien nos alimente como mamá, viviremos en la pobreza material y con resentimientos hacia esa sociedad que nos destrata con desconsideración, mezquindad y tacañería.

Si vamos de lo general a lo particular, nuestra conducta está determinada por las características propias de los seres vivos, de los mamíferos, de los humanos, de nuestra historia personal y de las condiciones reinantes en cada momento de nuestra vida.

Por esto, si existiera el libre albedrío, tendría una incidencia insignificante.

He comentado (1) que todos estamos expuestos a fenómenos que ocurren en el vientre de nuestra madre y durante el primer año y medio de vida.

Ese comienzo nos marca una tendencia que luego repetiremos con bastante exactitud e insistencia.

La repetición no es con el mismo formato original sino como una metáfora.

Por ejemplo:

— tratamos de reproducir en nuestro hogar algo tan cómodo como lo que nuestro inconsciente recuerda del útero donde fuimos gestados;

— tratamos de que nuestra heladera sea grande y procuramos mantenerla bien provista, como imaginamos los senos de nuestra madre;

— nos enamoramos de alguien que nos mime como aquel primer ser humano que nos enseñó a amar, nos mostró cómo reacciona nuestro cuerpo a las caricias, al balanceo, a la tibieza, a la suavidad, a los ricos perfumes, a la higiene.

El realismo y capacidad de tolerancia esperable en nuestra adultez, nos permitirá, en mayor o menor medida, conformarnos con objetos y situaciones similares aunque no idénticas, a las vivencias inconscientemente registradas en nuestra niñez.

Si bien aquellos objetos y situaciones infantiles no volverán jamás, podremos (o no) conformarnos con los bienes y servicios que podamos conseguir y podremos tolerar (o no), tener que trabajar para ganarnos un salario, aunque mamá nunca nos pidió nada a cambio de todo lo que nos dio.

(1) La insatisfacción vitalicia

Mi mamá y mi marido me miman

La lucha nuestra de cada día

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11 comentarios:

la gordis dijo...

Mi heladera siempre tiene que estar medio vacía. Si estuviera bien provista me comería todo. Sólo puedo tener lo que voy a consumir en el día.
De pronto fui una niña muy voraz, o no quedaba satisfecha, vaya una a saber...

Martín dijo...

Mi madre no me balanceaba; me sacudía.

Tiago dijo...

A mí me decía que hiciera los mandados si quería comer.

Marta dijo...

Tiago está confundiendo las cosas. Estamos hablando de las características de la relación madre-hijo durante el primer año de vida. Esas características serán las prototípicas para el resto de nuestra existencia.

Filisbino dijo...

Los poetas usan muchísimo las metáforas. Parece que ellos aluden a las cosas pero no las nombran.

Cacho dijo...

Insisto. Como el puchero que hacía la vieja, no hay.

M. Eugenia dijo...

Entonces si durante nuestro primer año de vida sufrimos maltrato, luego insistiremos repitiendo esa situación. Es así?

Rosana dijo...

Cómo puede ser que el pasaje por la escuela no nos haga entender que para ganar dinero (buena nota/salario) tenemos que dar, esforzarnos (estudiar/trabajar).

Gabriela dijo...

Convertir la metáfora en comparación, es hacer consciente la metáfora, lo que nos permite entender mejor lo que hacemos.
Por ej.: un auto puede ser una metáfora del poder que tenía papá. Si hacemos consciente la metáfora y somos capaces de entender la comparación que establecemos entre el auto y papá, quizás podamos conducir mejor, con menos omnipotencia y más precaución.

Laura dijo...

Es ilógico que la ley de legitimación adoptiva autorice a la madre biológica a reclamar su hijo hasta que cumple el primer año de vida. Siempre se dice que estas leyes ponen como centro el derecho del niño, y después el de los padres. Sucede que en el primer año de vida pasan cosas decisivas para el futuro de ese niño. Un niño que ya vivió primero la separación de su madre, luego debe "adoptar" otros padres y finalmente le sucede que a los pocos meses vuelve de nuevo con la madre anterior. Es un disparate,es abusivo para el psiquismo del niño.

Mauro dijo...

Apoyo a Laura y agrego otra perlita. Despúes de ese periplo aún puede pasar que vuelva con los padres adoptivos y que al poco tiempo estos se separen. Parece de novela pero les aseguro que ocurre en la realidad. De todos modos, a veces los niños tiene una fortaleza sorprendente.