jueves, 24 de noviembre de 2011

La arrogancia en defensa propia

El orgullo es un sentimiento que nos defiende cuando estamos débiles para seguir viviendo.

Nuestra psiquis tiene una cierta capacidad para recibir y administrar información. Se parece al disco duro de una computadora: posee un cierto tamaño y una determinada velocidad de procesamiento de los datos.

Me rectifico: el disco duro de una computadora se parece a la psiquis humana porque su diseño fue copiado de ella.

Sin embargo, aunque hubo una copia, la diferencia de complejidad entre la mente humana y la computadora más sofisticada, es la misma diferencia de complejidad que existe entre una nave espacial y un destornillador.

Contar con ideas, nociones, información e hipótesis aumenta las posibilidades de que el cerebro pueda hacer producciones más interesantes y rentables (1).

Pero como menciono en el mismo artículo (1), son muy importantes nuestras creencias.

Si creemos que ya lo sabemos todo, nuestro interés por averiguar, informarnos, inventar, estará totalmente desestimulado. Esa gran maquinaria (la mente) será inútil porque no tendrá combustible (estímulo, energía).

Si creemos que nos queda mucho por conocer, la avidez por estudiar trepará a niveles máximos.

Como la psiquis dispone de una capacidad limitada, todo lo que no pueda recibir lo desechará y en esto actúa el instinto de conservación: si la ignorancia nos agobia, nos deprime, automáticamente desarrollaremos la creencia en que ya lo sabemos todo o en que lo que nos falta por conocer es irrelevante.

En otras palabras: los automatismos biológicos de auto-protección se encargan de generarnos ideas, sentimientos, reacciones defensivas cuando nuestra capacidad de respuesta está llegando al límite.

Por eso muchas personas son arrogantes, orgullosas, se jactan de saberlo todo.

Cuando observamos estas conductas en nosotros mismos o en los demás, debemos saber que se han traspasado los límites de esfuerzo biológicamente disponibles y necesitamos engañarnos (arrogancia) «en defensa propia».

(1) La ceguera por convicción
 
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11 comentarios:

Evaristo dijo...

Cuando nuestra capacidad de respuesta está llegando al límite, ordenamos los conocimientos que tenemos, como quien ordena libros en una estantería, pero de modo tal que no entre ni uno más.

Manuela dijo...

Quizás el orgullo sea una característica predominantemente masculina.
Las mujeres a veces tenemos más capacidad para tolerar la incertidumbre, porque la maternidad te enfrenta a ella de manera rotunda. Mientras esperas tus nueve lunas, te preguntas si el niño nacerá sano, si el parto llegará a termino, si te irá bien en el trance.

Roque dijo...

A nadie le gusta sentir que vivió en vano. Por eso, después que hemos vivido unos años, tendemos a creer que ya adquirimos la experiencia suficiente en este asunto de vivir.

Norton dijo...

La arrogancia en defensa propia es una opción parecida a la de atacar para defenderse.

Susana dijo...

No está demás aclarar que podemos sentirnos débiles en cualquier etapa de la vida.

Morgana dijo...

Algunas mentes humanas son ajenas a la complejidad.

Rocío dijo...

La avidez por conocer también aumenta nuestra avidez por experimentar, hacer, vivir.

Soledad dijo...

La mente queda sin combustible cuando está apesadumbrada.

Lautaro dijo...

El cerebro humano posee una capacidad enorme, pero la capacidad de la psiquis es mucho menor, porque se halla limitada por nuestros conflictos.

Ma. Eugenia dijo...

Cómo se aprende más: estudiando, viviendo o pensando?

Rulo dijo...

Si estudiás sin pensar estás en el horno. Lo mismo te pasa cuando vivís sin usar la cabeza.