sábado, 12 de noviembre de 2011

Las novelas como textos de estudio

Miles de obras literarias que hipnotizan a millones de lectores tienen como trama principal la heroica frustración de sus protagonistas.

A los humanos nos encanta escuchar, ver o leer cuentos, historias, relatos. Los más lindos son aquellos en los que el personaje principal «casualmente» piensa y siente igual que nosotros.

Claro que el autor pudo haber utilizado la misma habilidad de los abuelos que inventan aventuras en las que el personaje principal, el héroe, el poderoso, es «casualmente» idéntico al nieto.

Claro que el que una vez quedó fascinado por las aventuras de un cierto personaje, muy probablemente trate de imitar e incorporar sus particularidades. Aquel nieto hechizado por las proezas del súper héroe, incorporará a sus tareas futuras la de parecerse al valiente defensor de la justicia o a la bella princesa infalible para conquistar el corazón de los hombres más hermosos.

Algo especial ocurre cuando esas historias son guionadas por profesionales con afán de lucro.

La princesa infalible no es tan infalible. Después de curar al héroe de las heridas recibidas para defender la causa de los más débiles, después de alimentarlo y enamorarse de él hasta la enajenación, termina despidiéndolo porque resulta que el señor tiene que ir a solucionar algún entuerto en un lugar lejano.

El héroe valiente, insensible al dolor de su cuerpo pero maternal ante el dolor de los más débiles, se enamora de la hermosa mujer que lo cuida, lo cura y le entrega lo mejor que tiene, pero el deber es más fuerte y tiene que irse doblegando sus verdaderas intenciones de quedarse, formar una familia, tener muchos niños y terminar con eso de hacerse pegar defendiendo a gente que después ni le agradece.

Estas deliciosas historias nos invitan a ser débiles protegidos por héroes o a ser héroes sufrientes eternamente frustrados.

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13 comentarios:

Enrique dijo...

Aplaudimos cuando la razón triunfa sobre el instinto, porque eso es muy difícil y la mayor parte de las veces nos ocurre lo contrario.

Ruben dijo...

Identificarse con el héroe ya pasó de moda. Ahora nos identificamos con los antihéroes; los tipos comunes, miedosos, egoístas, groseros, conflicutados, etc, etc.
Parece que ser un héroe ya no vale la pena.

Roque dijo...

Del héroe es la gloria, no la frustración.

Irene dijo...

Tenemos que educar a nuestros hijos para que sean fuertes, porque a los débiles no los protege nadie. (casi)

Sandra39 dijo...

A mi me encanta escuchar un relato donde dice que el capitalismo está exhibiendo preocupantes quebrantos de salud en la segunda década del siglo XXI. Me encanta porque hace borrón y cuenta nueva con todos los quebrantos de salud anteriores. Porque los relatos que valen la pena son los que miran hacia adelante, los que se paran en el presente y miran hacia el futuro.

Julián dijo...

Los héroes no existen. Existen actos heroicos. La misma persona que tuvo un acto heroico puede tener mil actos aberrantes y viceversa.

Ma. Eugenia dijo...

Y por qué la princesa no es tan infalible?

Rosana dijo...

Todos nos sentimos a veces como la débil princesa que necesita ser rescatada y a veces como el héroe que se la juega confiando en su resolución y fortaleza. Por eso nos identificamos con esas historias y nos gustan.

Norton dijo...

Frustrarse mas que heroico, a veces es conveniente.

Anónimo dijo...

Me gusta leer novelas en las que los personajes son mucho peores que yo. Me alivia.

Tiago dijo...

No se puede cumplir con el deber a costa de frustrar la propia vida. Eso es pura basura Jack!

Mariana dijo...

Si la princesa fuera infalible, Euge, él no la abandonaría bajo ningún concepto.

Oriente dijo...

Cuando no nos importa si nos agradecen o no lo que hicimos por otro/s, es porque ese otro u otros no son significativos para nuestra vida. Sólo nos sirvieron para jugar al héroe. Si alguien nos importa, necesitamos que valore lo que hacemos por él.