Trabajé algunos años vendiendo dinero. La idea era visitar empresarios que tuvieran ganas de ampliar su negocio, su industria, sus producciones.
Como es lógico, la idea es venderle dinero a quien pueda pagarlo. Lo mismo que sucede con cualquier otro objeto. Esta venta es más conocida como «préstamo».
Lo que yo tenía que decir era bien simple: «Le damos dinero ahora y ustedes nos lo devuelve después. Nuestra ganancia serán los intereses que también se los cobraremos en dinero».
Claro que para entregar el dinero hay que hacer firmar algunos papeles —puros formalismos— por los que el comprador se compromete a que podamos visitar su empresa sin previo aviso para supervisar que el dinero entregado está generando los recursos que permitirán su devolución.
A veces teníamos que «aconsejar» el cliente para que no cometiera errores que lo perjudicaran y que después se viera en dificultades lamentables.
Algo similar sucede con los organismos internacionales de crédito (FMI, Banco Mundial, BID). Les prestan a los países millones de dólares y luego «aconsejan» a los gobernantes para que gobiernen tan bien como para poder pagar, sobre todo los intereses, ya que algo que no les dije es que a los que vendemos dinero no nos interesa mucho que nos devuelvan el dinero porque el verdadero negocio está en que permanentemente nos estén pagando los intereses.
Imagínese que usted contrata a un taxímetro para que esté a su disposición parado en la puerta de su domicilio, todos los días las 24 horas. Cada tanto el taxista le cobra el servicio pero no quiere que usted lo despache y lo deje libre. El taxista quiere quedarse permanentemente en la puerta de su casa y que nunca deje de pagarle los honorarios de su servicio.
Lo mismo hacen los organismos internacionales de créditos con los países, pero por cantidades mucho mayores. Algunos dicen que es una forma de colonialismo moderno. ¡Me parece una exageración! ¡No es para tanto!
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22 comentarios:
¡Claro que es una forma de colonialismo, no creo que se exagere nada!
Yo trabajé algunos años perdiendo dinero.
Rinde más prestarle dinero a los adictos que a la producción, la industria o el comercio.
El que recibe el dinero del préstamo nunca lo quiere pagar, se debe buscar que necesite pagarlo.
Me gusta el trabajo de prestar dinero y aconsejar. Si gano la lotería nacional me dedico a eso.
Las ONG financiadas desde el exterior tienen el mismo problema que ud. describe en el artículo. No soportamos ser colonizados. No se banca la pérdida de la libertad.
Para acceder al préstamo tenía que hacer tantos cálculos y firmar tantos papeles que me acobardé.
Me gusta supervisar al dinero, en general no puede protestar.
A veces los préstamos vienen en especias, armas por ej.
Las deudas más difíciles de pagar son las que provienen de los préstamos afectivos.
Me preocupa cuando los intereses se cobran en esclavitud.
Siempre que llegaba la inspección al restaurante, nos encontraba con problemas de higiene. Los inspectores nos decían que los únicos que iban a devolver eran los clientes.
ODIO QUE ME DEN CONSEJOS CUANDO NO LOS PIDO.
En publicidad la idea es venderle a quien no pueda pagarlo.
Visíteme también a mí que no voy a ampliar pero quiero abrir. ¿Le resulto menos confiable? Es lógico, no hay ninguna prueba de que pueda llevar adelante el negocio.
Mis progenitores no cesan de cobrarme los intereses de haberme criado.
Cuando los que te prestan el dinero te "aconsejan" en forma equivocada se corre el riesgo de desparramar sangre.
Las visitas sin previo aviso son una intromisión en las suciedades privadas.
Cuando un comerciante se ofrece muy amablemente para que pague el importe en plazos, sospecho que me está tratando de venderme su dinero para ganarme por dos lados (la mercadería y el dinero).
Por esto mismo es que nuestro gobierno se declaró en moratoria y los acreedores tuvieron que aceptar que les pagáramos muchísimos menos de lo que nos quería cobrar. Algunos se quejan de los Kirschner, pero me parece que son los mejores gobernantes que hemos tenido nunca en la Argentina.
Mi padre perdió toda la herencia que recibió de mi abuelo por firmar sin fijarse en la famosa letra chica. De nada me sirve que haya aprendido esto porque ahora yo no tengo casi nada que pueda perder.
Volvamos al principio. Ya lo dijeron antes que yo. El vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo.
¡Sabiduría pura si la hay!
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