viernes, 29 de agosto de 2008

Juan José Juanijó

Creo devotamente en la suerte. Aunque sea en pequeñas dosis, siempre tiene que estar. Sin suerte todo es más difícil.

Es una suerte que se hayan encontrado cierto espermatozoide y cierto óvulo. Nuestro capital genético arranca con una buena dosis de azar y a partir de esos cimientos, los sucesivos acontecimientos van haciendo lo suyo: ¿Somos hijos únicos o nos encontraremos con hermanos? ¿Nuestros padres deseaban nuestro nacimiento o fuimos un accidente? ¿Les caímos simpáticos o antipáticos? ¿Nuestros hermanos nos querían para jugar con ellos o nos odiaban con varios intentos de homicidio frustrados?

¿Nuestro aspecto físico está de moda cuando nos toca ingresar en la vida social? ¿Nos ponen un nombre atractivo, fácil de recordar, que suena melodioso junto al apellido? ¿Tenemos la suerte de que la gente nos agrada o tenemos la mala suerte de que nos cuesta encontrar gente que nos guste?

Quienes pasean con nosotros, ¿se enorgullecen de hacerlo y caminan lentamente o no se enorgullecen y tenemos que pasar nuestra vida corriendo detrás de alguien que huye de nuestra compañía?

Aunque me consta que puede parecer exagerado, sucede algo parecido con las empresas o marcas cuando nacen, aunque las posibilidades de fracaso son mucho mayores porque la naturaleza es infinitamente más eficiente para generar nuevos ejemplares.

Esa mayor eficiencia de la naturaleza hace que el factor suerte sea menos gravitante. En escala humana (que, como dije, somos infinitamente más ineficientes que la naturaleza), sucede algo parecido: la suerte de una empresa o de una marca está relacionada con la mayor o menor eficiencia de quienes las construyan.

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18 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que cuando hablamos de suerte, hablamos de la buena y de la mala.

Anónimo dijo...

"Hay que seguirla para conseguirla" dice el refrán y la Coca-Cola sigue haciendo propaganda como si recién empezara. Esto me hace pensar que nunca se puede estar seguro, y mucho menos cuando se llega al éxito.

Anónimo dijo...

...Por eso que dice muy bien Juliana es que yo siempre le repito a mi marido que debe serguir trayéndome flores, bombones, abrirme la puerta del carro, ser gentil, decirme dulzuras, etc., etc.

Voto por tí Juliana! Besos

Anónimo dijo...

Mi aspecto físico no está de moda porque soy gordita al mejor estilo Renacimiento. Me equivoqué de siglo.

Anónimo dijo...

Observaron que la imagen de los dados es imposible?

Anónimo dijo...

Según mi novio, tuve suerte con la dotación genética que aportaron mis viejos.

Anónimo dijo...

Vendo productos naturales, quizás para mí el factor suerte sea menos gravitante.

Anónimo dijo...

Todavía no puedo asimilar que sea cierto que una persona, de la que no voy a dar el nombre, sacó dos veces el gordo de fin de año.

Anónimo dijo...

Son pocas las personas lo suficentemente maduras como para llevar adelante un emprendimiento propio. La mayoría somos hijos del rigor y por lo tanto sólo servimos como empleados.

Anónimo dijo...

Aprovecho este medio para agradecer infinitamente al espermatozoide de mi suegro y al óvulo de mi suegra por haber logrado una convinación tan perfecta.

Anónimo dijo...

mi apellido suena a oscuridad

Anónimo dijo...

Mi marido siempre dice "nosotros nos adelantamos" y sale 10 minutos antes con los chiquilines. Siempre pensé que lo hacía por ansioso y atropellado, pero ahora que usted lo dice, capaz que vive escapándose de mí.

Anónimo dijo...

Lo de la Coca Cola no lo entiendo, para mí es inexplicable. Una bebida con gusto a jarabe que dice sacarte la sed y te la aumenta...la verdad no entiendo.

Anónimo dijo...

¡Quién dijo que la naturaleza era más eficiente que yo!

Anónimo dijo...

Mi novia nació con la peor de las suertes: una hermana con deseos fraticidas y padres alcohólicos.

Anónimo dijo...

La suerte de una empresa está relacionada con la eficiencia de quienes la construyan, más el factor suerte.

Anónimo dijo...

Si se puede trucar una fotografía como para que esos dados den un giro imposible, puedo guardar la esperanza de encontrar un profesional que me convierta en fotogénica.

Anónimo dijo...

Me cuesta encontrar gente que me guste. Nunca se me dio por pensar que eso sería mala suerte. Me falta capacidad para relacionarme. Bueno, capaz que ahí está la mala suerte.