domingo, 2 de noviembre de 2008

Odio mi moto, mi casa, mis herramientas, ...

¿Cuál puede ser el tamaño del amor que un motoquero tiene por su Harley Davison reconstruida a nueva, con mil sacrificios, privándose hasta de comer para poder comprar las piezas originales y dejarla igual que una joya?

¿Cuánto ama una familia la casa que construyó “ladrillo a ladrillo”, con la participación de hasta los más pequeños, familiares y amigos?

¿Qué valor tienen para el artesano las herramientas viejas, gastadas, remendadas, que lo ayudan día a día a construir esos objetos que —además de darle alegría de sólo verlas terminadas— le permiten conseguir lo necesario para mantenerse él y a toda la familia?

¿Cuánto ama un camionero a su camión con el que hace miles de kilómetros en total soledad, donde vive las 24 horas y que también le aporta lo necesario para vivir él y su familia?

Vehículo (Harley), vivienda, herramientas, máquinas (camión): todos objetos inertes por los que se puede sentir amor, cariño, afecto, valoración. Estos sentimientos logran dos cosas: un afán por conseguirlos (también cuidarlos) y un gran placer en usarlos para desplazarse, alojarse y trabajar.

Pues bien, el dinero también es un objeto inerte, también es un instrumento útil, con él podemos conseguir lo necesario para vivir, pero un grupo considerable de personas no lo ama, no le siente cariño, no le tiene afecto, no lo valora, y lo que es peor, se sienten orgullosas de odiarlo, despreciarlo, tomar distancia de él.

Esta relación adversa (odiar lo útil) es patológica en tanto es perjudicial.

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27 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo pido que si algún día desvalijan mi casa, no se lleven el disco duro de la compu. Ahí está mi vida y el trabajo de años.

Anónimo dijo...

No sé por qué, pero me parece que ud compara peras con manzanas. El dinero no es una herramienta. No sé lo que es, pero no es una herramienta, ni una máquina, ni una casa.

Anónimo dijo...

Odiar lo útil es sabotaje o masoquismo. Digo. No sé.

Anónimo dijo...

Odiar lo útil es sabotaje o masoquismo. Digo. No sé.

Anónimo dijo...

¡CIERTO! Me molesta mucho la gente si dijera "amo el dinero". No me molestaría tanto si dejera "Amo las corridas de toros" ... por más que es una acto salvaje que me indigna.

Anónimo dijo...

Hitler se la ingenió para que gente normal odiara a los judíos. Alguien desconocido se las ingenió para que odiáramos el dinero. Es lo mismo aunque con un destinatario del odio bastante diferente.

Anónimo dijo...

Soy un voyeur (¿se escribe así?). Adoro las motos Harley pero ni en 8 reencarnaciones tendría las bolas de privarme de algo para conseguir un repuesto original.

Anónimo dijo...

Vivo cerca de una carretera muy transitada y con mi largavista me gusta observar los adornos que los camioneros les ponen a sus camiones y las inscripciones de la parte trasera pueden ser verdaderos poemas breves.

Anónimo dijo...

Intentaré mirar los billetes con menos suspicacia de ahora en más. Después les cuento si lo logro.

Anónimo dijo...

Muy pocas casas se construyen ladrillo a ladrillo hoy en día. En gral se construyen con paneles muy grandes, que sólo puede moverse con grúas. Se terminó el romanticismo.

Anónimo dijo...

El dinero no tiene marcas identificatorias de propiedad. Me parece que por eso es tan despreciable. Mi moto la reconocería entre millones, pero este billete que estoy mirando ahora no tiene nada que después me permita reconocerlo. Algunas personas veo que les hacen marcas raras. Será para ver si les vuelve algún día como una paloma mensajera.

Anónimo dijo...

Estuve años haciéndole una marquita especial a los billetes de 1000 guaraníes y sólo una vez me volvió uno, aunque después me quedó la duda si no andará otra haciendo lo mismo que yo.

Anónimo dijo...

Perdonenmé, pero yo no estaría tan segura de lo que acá se dice. Es posible pensar que es el dinero el que no tiene apego por las personas y no alrevés.

Anónimo dijo...

¿Quién odia al dinero?

Anónimo dijo...

Algunos grupos cristianos consideran a la prosperidad como un signo del amor de dios. Si soy bueno, entonces dios me ayudará a ser próspero.

Anónimo dijo...

Es difícil odiar al dinero pero también es difícil amarlo, me parece que en general establecemos una relación muy ambivalente con él.

Anónimo dijo...

Si el motoquero dejó de comer para comprarle las piezas a la moto, sospecho que de tanto en tanto debe mirarla con odio.

Anónimo dijo...

Para mí el dinero es demasiado abstracto. Es un representante insípido que vagamente me recuerda lo que puedo hacer con él. Después de que lo utilicé se me hace más fácil valorarlo.

Anónimo dijo...

Odio al dinero porque es engañoso. Él me promete lo necesario para vivir y luego lo que me da es sólo una parte. Una parte fundamental, porque es mi sustento, pero todo lo que más deseo, no se obtiene a través del dinero.

Anónimo dijo...

Antes guardaba el dinero al estilo Minguito, todo arrugado, desordenado. Ahora se ve que tengo con él una relación más sana porque lo doblo con prolijidad y lo cuento.

Anónimo dijo...

Los tipos me tratan igual que al dinero. Muestran un gran afán por conseguirme y un gran placer en usarme.

Anónimo dijo...

Te quiero como a una vieja herramienta.

Anónimo dijo...

Sos medio bestia amor, pero yo sé apreciar todo el afecto que encierran esas palabras y me siento honrada.

Anónimo dijo...

Por eso los camioneros cuando ven una mujer muy linda dicen "qué camionaso"

Amélie McBeal dijo...

¿Qué puedo decir?
Amo el dinero.
Rezo todos los días por un 5 de oro o encontrar una marmita al final del arco iris.

Anónimo dijo...

No se puede odiar los instrumentos que nos permiten desarrollarnos y crecer( dinero,herramientas, etc.)
Pero, tampoco podemos aferrarnos demasiado. No sea cosa,que quedemos demasiado vulnerables y nos fragmentemos demasiado.

Hebert dijo...

estimado amigo ese odio a lo util nos viene dado desde hace un siglo tranformandose a esta altura en un problema (patología) cultural.
No es bueno el dinero, parece ser que es mejor ser pobre, no es bueno el exito, es mejor el fracaso. Y hay más ...
Es la forma de ver las cosas en esta sociedad empobrecida espiritualmente